Rebeca esta mal de la cabeza definitivamente...
NARRA SUSY —¡¡Susy, hija!! ¿¡Que pasó!? —preguntó mi madre exasperada al venir a mi lado. Mientras observo como estaban metiendo a Alan en la ambulancia. —¡Khoa, mamá! ¡Secuestraron a mi bebé! —Grité con desesperación. Traté de ponerme de pie y lo logré con un poco de dificultad. —¡Puedes caminar! —me mira sorprendida. Intenté dar un paso hasta ella, pero perdí el equilibrio. Ella no me dejó caer. —Quería correr detrás de mi hijo, creo que solo ocupaba un momento de desesperación para que mi cuerpo despertara del todo. ¡Mi hijo mamá, quiero a mi hijo! —le dije entre llanto. —Pero ¿qué pasó? ¿Quién se lo llevó? —me preguntó y en ese momento un paramédico se acerca a nosotros. —¿Alguien lo acompañará? —me despegué un poco de mi madre y asentí. —Yo voy con él —sentencié y me ayudaron a subir a la ambulancia. Escuchaba y miraba atentamente todo lo que los paramédicos iban haciendo sobre Alan. Sentí que la vida se me iba cuando mencionaron que el disparo había tocado una arteria
NARRA ALAN—¡Estas completamente loca Rebeca! —grité de frustración, no quise mostrar debilidad ante sus amenazas, por un momento pensé que sus acciones y palabras solo eran para amedrentar. Tristemente estaba muy equivocado, mostrando esa sonrisa diabólica que jamás había visto, al menos no hasta ayer jugando con la navaja en su mano.—Esto no le agradará al jefe, señorita —comenta uno de los hombres detrás de ella.—Cállate, mientras anden conmigo su jefa seré yo —le dice al hombre apuntándole con la navaja. Rebeca se acerca hasta mí.—Ahora, Alan. ¿Qué zona es la más sensible del cuerpo? —no le contesté, la verdad que los nervios me estaban ganando, pero no quería darle ese gusto.—¿Ahora sí muy calladito? Parece que eso si te dio miedo. Yo no amenazo sin razón Alan, es mejor que estés preparado. Soporté muchísimas cosas, por culpa de tu familia. Créeme que hacer unas rayas en tu cuerpo, no se compara con las enormes cicatrices que llevo en mi corazón y mente. Vengan aquí y sujétenl
NARRA ALAN —No lo levantes, déjalo que duerma —escucho una voz masculina que no puedo distinguir. —¿Cómo me puedes pedir que me calme después de lo que acabo de ver? —esa definitivamente es mi madre. Voy abriendo de a poco mis ojos. Sentía todo mi cuerpo adormecido, pero comencé a recordar lo que pasó ayer. Digo ayer porque la claridad que entraba por la ventana era muy tenue. Mi mente me gritó los nombres de Khoa y Susy. —¡¿Susy y Khoa?! —exclamé y estaba a punto de moverme, pero mi abuelo me apretó de regreso a la cama. —Cálmate, ellos están bien. Están a salvo, tu padre también está aquí en el hospital. Todo está bien, ahora concéntrate en estar bien —comenta mi madre, algo cabizbaja. Era más que obvio que algo le pasaba y no me lo quería decir. —¿Qué me ocultas? —pregunté viéndola con mi ceja alzada. Ella mira a mi abuelo Manuel, este asiente y sale de la habitación dándome un espacio para hablar con ella. Toma mi mano y suspira, desde ese momento sentí algo de miedo ante lo q
SUSY—Estoy segura de que todo saldrá bien, señor Iván —menciono para darle un poco de actitud positiva. Al mismo tiempo me la decía para mí misma.—Haré todo lo que esté a mi alcance con tal de regresar a mi nieto a casa contigo. Ustedes dos son lo más importante —comenta y no pude decir nada más al respecto. Sin darme cuenta ya habíamos llegado hasta el lugar donde nos habían citado. Una camioneta con los de seguridad se quedó a unas calles del lugar. El señor me explicó que en su reloj había un mecanismo que alertaba a su guardia cuando esté en peligro y que lo usaría ya cuando llegara el momento; o si llegáramos a estar en peligro extremo. No cabe duda de que la familia de mi hijo es de armas tomar.—¿Lista para recuperar tu bebé? —me preguntó y asentí con seguridad.Nos bajamos del auto y nos adentramos en el lugar de inmediato. Escuché el llanto de mi bebé que solo me hizo tensarme y ver al señor Iván. Con su mano me indicó que me calmara y aunque fue muy difícil ya que no sé en
SUSY—¿Hija, podemos hablar? —pregunta mi madre. Ya era de día y mi pequeño ya se había levantado a manotear mi cuerpo, pero con un poco de leche le bastó para volverse a dormir.—Si mamá, dime —le respondí levantándome de la cama con cuidado de no despertar a mi pequeño. Debe de estar cansado después del horror que vivió ayer.—Quiero hablarte de Alan, el pobre ayer se puso muy mal cuando se enteró que ustedes se habían ido a buscar a Khoa. Tuvieron que someterlo y ponerle un calmante, porque su herida se abrió y estaba perdiendo mucha sangre. Sé que no estás del todo preparada, pero creo que ustedes necesitan hablar. Ustedes están jugando como dos adolescentes enamorados, pero que no pueden o no quieren estar juntos porque son muy inmaduros, inseguros y me atrevo a decir que hasta infantiles. Son como dos niños jugando al gato y al ratón. Cuando uno viene el otro huye y así no se puede Susy. No puedes darte ese lujo. Mira a Khoa, él se merece una familia y aunque la tiene no está uni
ALANEstoy en el aeropuerto viendo como mi muñeca junto con su familia y mi hijo, suben a un avión del cual no conozco su rumbo. Me quedé viendo el avión despegar hasta que sentí una tibia y pequeña mano en mi espalda.—Es por su bien cariño. Ambos necesitan sanar las heridas en su corazón, si se quedaban juntos justo ahora jamás lo harían. Deben madurar, saber qué es lo que quieren y lo más importante, deben perdonarse. Khoa aún está pequeño y todavía no se da cuenta de lo que pasa. Eso cambiará cuando tenga 4 o 5 años y haga preguntas al respecto. Si ustedes luchan por el amor que se tienen eso será magnífico, pero si deciden pasar página. Es algo que ambos deben respetar y desearle la felicidad al otro, con respeto y amor porque tienen un hijo en común —comenta mi abuela y aunque me cueste aceptarlo es la verdad. Lo único que espero y deseo es que este tiempo el terapeuta no gane el corazón de mi muñeca porque ahí si la habré perdido para siempre. Salimos del aeropuerto rumbo a Zar
ALAN—¿Estás seguro de lo que harás? —me pregunta Aitor cuando me recogió en el aeropuerto de Londres.—No puedo estar más seguro de esto Aitor. Han pasado dos años desde que nació Khoa y casi 3 desde que nos separamos por ese malentendido, de igual manera, no le pediré una relación desde ahorita. Tenemos que trabajar en confianza y eso es lo que haré, ir de a poco. Volver a conocernos, en mi caso hablarle más de mis sentimientos y ser lo que no fui con y para ella antes. Invitarla a cenar, ir al cine, no sé, dime loco, pues hacer eso cuando ya tenemos un hijo se puede escuchar algo muy tonto. No voy a presionarla, sé que la herí y me costará volver a recuperar lo que teníamos antes. Por lo pronto, por favor, llévame a donde ellos, tú sabes muy bien a donde viven —le confesé, pues ese era mi plan. No quería empezar y hacer como si nada. Estoy más que claro que se necesita un proceso para poder tener una sana relación y eso es lo que quiero y deseo.—¿Quién eres y que hiciste con el id
SUSYMe estaba aguantando las ganas para no brincar encima de él. Sería una estúpida al no admitir que lo había extrañado. Ahora verlo tan seguro de sí mismo y tan decidido a recuperarnos, hace que una tibia corriente se instale en mi cuerpo. No quiero que crea que me tiene ganada, lo haré sufrir un poco más. Como si en el cielo me estuvieran escuchando, Rhett aparece para despedirse y me reservaré su identidad para mí por los momentos. Claro que a ustedes si les diré quién es Rhett en realidad o para la sociedad. Es el hijo menor del emperador japones, pero no quiere ni desea nada de los protocolos por lo que se rige su padre. Por esa razón se logró escapar hace unos años y vino a Londres a cumplir su sueño y convertirse en maestro de literatura. Tal vez ser un maestro de literatura no sea el trabajo soñado de muchos, pero para Rhett sí. Su mentor y tutor desde que él era un niño, le compartió su pasión y fascinación por los libros. Rhett me confesó que, para él, los libros fueron su