Ay, Alan. Caíste en la cueva de lobo.
NARRA ALAN —Y el premio al más idiota es para Alan Galeano. Espero que tus asunciones sean ciertas porque si no son reales quedarás como un completo idiota lo cual para mí ya eres. El detalle es que no solo la hiciste sufrir a ella, si no que sufrirás tú porque después de lo que hiciste ya no hay vuelta atrás. Lo más probable es que ya hayas perdido el amor de Susy. — me dijo Aitor mientras manejaba a la universidad ese día. No dejé que sus palabras entraran a mi sistema. Como ya lo dijo ya estaba hecho y equivocado o no, ya la había alejado de mí. Este mes se me había hecho eterno. La tortura de verla todos los días y no poder acercarme a ella. Tampoco podía hacer contacto visual con ella porque se negaba a verme a los ojos. Su actitud sí que me sorprendió, no esperaba que todo quedara hasta ahí, creí que al decir que me iba ella se acercaría a mi o insistiría en querer algo conmigo. Sin embargo, es todo lo contrario ella solo me ha evitado. Ahora no sé qué me duele más, si esta indi
NARRA ALAN No entiendo qué es lo que está pasando en este preciso momento. ¿Por qué lo único que recuerdo es estar besando a Rebeca? ¿Ella me besaba a mi o yo a ella? No recuerdo nada. Los llantos a mi lado me están haciendo sentir miserable, no sé qué hacer ante una situación como esta. Había tomado antes, pero jamás había perdido la conciencia. Haciendo recuento de tragos no fueron tantos como para ponerme en ese estado. —Yo estaba muy mareada, Alan. No recuerdo más, solo que me trajiste aquí —comenta llorando, apretando la cobija en su cuerpo. Cubriéndose su rostro con sus manos. —No era así como quería recordar mi primera vez. Apenas somos amigos, no es justo —dice levantándose de golpe de la cama, pero se queja como si tuviera dolor y vuelve a sentarse en la cama. Busco mi ropa y rápidamente me pongo la camisa y demás. Voy hasta el lado donde ella está sentada y me arrodillo frente a ella. —Te juro que no recuerdo nada de lo qué pasó entre nosotros, te pido perdón por esto. De
NARRA SUSY —Es un varoncito y está bien sano. Tiene medidas perfectas para su edad gestacional, sigue así Susana y tendrás a un sano y hermoso bebé en tus brazos en dos meses —me dice la doctora con una sonrisa. Tomé la mano de mi madre y miré a la abuela Jimena y a señora Patricia detrás de ella. Todas están sonriendo y me imagino que yo también porque hasta me duelen las mejillas. Mi pequeño bebé ya no es tan pequeño, está enorme o al menos es lo que dice mi doctora, pero mi barriga es pequeña o al menos es lo que pienso al recordar la barriga de mi madre con Tiam. Me bajo de la camisa después de secar mi vientre con el papel que me dio. Estaba muy feliz porque ya me había confirmado que por fin mi bebé era un hombrecito. El mes anterior mi pequeño no se dejó ver y era como si esperara por la abuela Jimena porque ella no pudo estar en la cita anterior. La señora Patricia nos contrató a las dos, Aitana me enseñó a costurar con la máquina y no me costó mucho aprenderlo. De hecho, que
NARRA ALAN —¿Me estás mintiendo no es así? —pregunté tartamudeando. Esa verdad me ha golpeado dejándome completamente noqueado. No puedo creer que esto esté pasando. Las palabras de Sol me han dolido en el alma. No concibo que Susy sufriera y esté sufriendo por mi culpa. Tenemos un hijo, esta posibilidad se había instalado en mi pecho hace unos días, confirmar solo trae mucho más dolor. Había no solo dejado a Susy, sino también a nuestro bebé. Ella debió de haber sufrido y pasado por mucho. —Es la verdad Alan, le pedí a Susy que me ayudara a interpretar a uno de mis protagonistas y como acabas de escuchar eso era solo parte de uno de los diálogos de ese personaje. No tiene nada que ver contigo, ni siquiera sabía que tú y Susy estaban juntos. Ella jamás me dijo nada, nunca me imaginé que pasara todo esto. ¿Por qué no me preguntaste? Te lo hubiera aclarado ese mismo día y nada de esto estuviera pasando. Por favor, Dios, cuida a Susy y a su bebé —Dice Liz y eso me sacó de mi aturdimient
NARRA ALAN Me quedé viendo a mi bebé, mi hijo, a través del cristal. Es el ser más hermoso que he visto. Bueno, no conozco muchos bebés, sin embargo, él tiene un brillo especial. Es pequeño, pero tiene unas mejillas bien regordetas, bastante cabello, me pregunto si tendrá mis ojos o los de Susy. Lo que sí me dolía en mi corazón era verlo conectado al oxígeno y con sensores de monitoreo en su pecho. Debe de sentirse muy incómodo, estar calentito y bien en el vientre de Susy y luego salir al frío para ser conectado a tubos. —Tía Ceci, el doctor está preguntando por ustedes, parece que tiene noticias de Susy —llega Aitana y me llena de ansiedad al pensar que algo malo le pudo pasar a Susy. Mis padres y mi abuela caminaron rápidamente hacia el elevador. Aitana se queda ahí y se acerca a Alana. —¿Te dijeron algo sobre Susy? —me acerqué a preguntarle y ella me quedó viendo como si me quisiera matar. —Oh sí —ella se acercó a mí y la esperé expectante que me dijera. Se acercó tanto a mí
NARRA ALAN Las palabras de la enfermera me han retumbado en lo más profundo. ¿Tan mal es la situación de Susy? Necesitaba saber más al respecto, le agradecí que me dejara cargar a mi hijo por primera vez. Salí de la habitación y llegué a donde mi familia. —Vamos a sentarnos un momento —sugiere mi abuela y todos la seguimos hasta la sala de espera. —Aitana cariño, ¿Qué pasó? Tú te ibas a quedar con ella —pregunta mi abuela y Aitana baja la cabeza. —Así fue abuela, llegue hasta el edificio y la puerta principal no estaba abierta, le llame a Susy y ella iba a bajar a abrirme. Luego escuché unos gritos desde la entrada. Una señora salió corriendo y pidiendo ayuda. Un señor gritaba por una ambulancia, subí hasta donde estaban algunos de ellos y mire a Susy, en el suelo inconsciente había rodado, no sé cuántas escaleras. Su cabeza sangraba muchísimo, había pegado contra un gran tubo que sostiene el barandal y había sangre entre sus piernas. Llame a la ambulancia y llegue con ella hast
NARRA ALAN —Creo que es mejor volver a casa y esperar a nuestros padres que lleguen con tu hijo. Ya dijo el médico que le darán de alta hoy —comenta Aitor y yo asentí. Fui hasta donde estaba Susy y por el vidrio vi a su hermano acariciando su rostro. Ya hace una semana que debía haber despertado y por más que el médico diga que es normal. Me duele verla así, quiero ver sus ojitos, no me importa que me vean con desprecio o enojo, con tal de verlos nuevamente abiertos. —Vendré a verte luego, mi muñeca —susurré para mí. Salí con Aitor y miré una tienda de bebé en el camino. —Aitor, estaciónate quiero ir a esa tienda —él hizo lo que le pedí y ambos bajamos todo era tan bonito que quería llevarme todo para él. Aitor estaba cubierto de ropa de bebé. Ya que solo la iba poniendo encima de él. —Disculpe joven, no quiero verme entrometida ni nada, pero es que solo lleva la ropa en talla pequeña, los bebés crecen muy rápido, no creo que logre ponerse tanta ropa —me comenta la señora que estab
NARRA SUSY La oscuridad estaba consumiéndome lentamente y no sé cuánto tiempo llevaba aquí atrapada. Una luz aparece a lo lejos y caminé hacia ella. Siento un aroma a flores y bambú. Escuché a alguien susurrar mi nombre. Me apresuré a caminar hacia ese lugar y llegué hasta un parque con mucho bambú. —Sūshānnà, lái (Susana, ven) —escuché la voz de una persona mayor, llamándome. La claridad en mis ojos es tan fuerte que me deja algo ciega. Una vez que me acoplé a la luz, pude distinguir a una señora mayor la cual no conocía, pero sí podía observar el enorme parecido que tenía con mi madre. Me quedé un poco sorprendida al pensar que se tratara de mi abuela. Me acerqué a ella con un poco de temor, pues no sabía qué hacía en aquel lugar y mucho menos quien era ella. Me senté tímidamente a su lado y ella me ofreció su mano, la tomé y ella me dio un ligero apretón. —Mi pequeña y adorada nieta, es muy triste para mi poder conocerte en esta circunstancia. Yo soy tu abuela Sunmi y estoy aquí