Inesperado

—Amor soy yo—Dijo riéndose un poco —No te asustes, fui solamente a dejar mis utensilios que tenía arriba.

No puede contener las lágrimas, lo miré como nunca, feliz de que fuere él, lo abracé y me acurruqué en su pecho hasta recuperar mis sentidos.

Él me lleno de mimos, de caricias, de besos... el consuelo fue cambiando muy lentamente hasta mutar a la pasión. Los besos se fueron haciendo intensos, los mimos más osados, los abrazos más íntimos, sus manos dibujaron mi cuerpo y las mías descubrieron su sexo erecto, su boca encendió mi lengua, sin mediar más palabras, con miradas compinches, escondidos en la negrura de un cielo sin estrellas, sin luna, hicimos el amor en pleno patio, con ojos quizás de algún vecino curioso que vio el espectáculo detrás de su persiana, sin interrumpir, controlando cada movimiento, cada sonido

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