Parece que Elliot parece haber encontrado la fórmula para engatusarme sin que pueda resistirme. Eso tiene que ser muy malo, y me quejo de ello, solo que no obtengo ningún efecto.
―Así es, finalmente he convencido a Samantha de que vuelva a trabajar con nosotros, así que apúrate y despide a todas esas cacatúas de allá afuera. Ya tenemos lo que buscábamos ―dice y es como si se mofara exaltándome.
Como si yo fuera alguna clase de… trofeo. Ellos se miran mientras yo los miro a ambos, y vuelvo a lo mismo. Al pensamiento mundano de que me gusta y no esta situación.
―Tienes razón ―responde Ferran―, además, ya me tienen harto. Sobre todo, esa incansable mujer que se cree mejor que todas. ―Se queja sin llegar a reflejar enojo, y ya sé de qué mujer habla.
―¿Cual mujer? ―Eliot pregunta.
―Habla de Claudia Almenara, mi exjefa. ―Me adelanto a la respuesta de Ferran que me sonríe cuando ve que respondo antes que él―. Te dije que estaba… aquí.
―A
Una sensación única en la que me siento en una especie de emparedado entre dos hombres realmente bellos y admirables. Quizás tienen sus secretos y sus vidas ocultas; pero sin duda lo han hecho bien. Las incógnitas siguen allí, aunque para mí parece que eso va a cambiar un poco, y llega el momento de aterrizar y analizar el meollo de la situación. Y pese a lo ha dicho y quizás para chincharme un poco, empieza la hora de asumir mi decisión. Y es que básicamente he dejado el trabajo de mis sueños por emprender otro que al final tal vez termine en toda una locura. Era eso… Mi risa nerviosa se calma, y las suyas también. El silencio empieza a reinar y los semblantes de ambos se tiñen de una inquietante seriedad, y supongo que se debe a que ya está más que claro para ellos que he tomado mi decisión. Desde un principio tenía tantos temores con respecto a cómo sería realmente esto y aunque no puedo dejar totalmente de lado ese temor, increíblemente me siento tranqui
Me tomo mi buen tiempo y salgo del baño luego de tomarme un respiro a solas. Ambos me observan en lo que me dirijo a la silla para tomar asiento. Eliot me detiene con un gesto de su mano cuando voy a quitar las cosas para sentarme. Sale de su silla y viene hasta donde estoy. Ferran también, haciendo real esa imagen que tuve de mi sintiéndome somo un emparedado entre ambos. ―¿Tienes hambre? ―pregunta, y la verdad es que estaba tan ansiosa con todo que me olvidé de comer algo más a parte del café que me tomé al salir. Sin embargo, mi estómago ahora mismo está lleno de las ansiosas y desesperadas maripositas amarillas que revolotean sin parar, pensando en lo que ha pasado, o mejor, ¿cuáles serán sus condiciones ahora, y si todo eso es legal? Su cara no es diferente de la de aquella mañana en que dijo que solo era adulta para follar. ¿Realmente está preocupado por mi alimentación? Siendo así, sería un contraste con todo lo que he presenciado de los dos. Y no podr
Mi mente se embota tratando de recrear la imagen que juntos estamos creando, mientras se deleita con mi clítoris, dándome mordisquitos y rozando mi centro con su lengua. Me estremezco contra Eliot, que solo emite entrecortados y sonoros gruñidos. Intento moverme; no puedo por mis brazos aprisionados alrededor de su cuello; ahora posesiona sus manos en mis senos, tocándome mientras Ferrán abre más mis piernas prosiguiendo con su acción. Me excito, y me caliento al máximo y si no para de hacerlo voy a explotar en solo instantes con los dos. Eliot tampoco me da tregua empujándose más, y no me molesta que me tape la boca, porque me escucharían en todo el edificio con lo que me hacen. Solo emito ahogados jadeos. La succión de Ferrán no para, y mi cuerpo ya no lo resiste. Su lengua lamiéndome parece haber encontrado su diversión allí donde Eliot me tiene embestida. ¡Ah! ―No… puedo... más ―logro articular cuando Eliot me da un respiro y parece haberse corrido.
¿Necesitarlo? ¡Me urge! Me encierro en el baño y lo primero que hago es quitarme los lentes y lavarme la cara para constatar que todo eso fue real, y el no producto de mi ahora calenturienta cabeza. Me doy la vuelta apoyando mis manos en el borde del lavamanos. Miro hacia abajo y veo mi falda rota. Las piernas me tiemblan con el recuerdo a flor de piel porque solo han pasado minutos en los que dejé de ser yo, para convertirme en aquello que juraba nunca sería. ¡Con los dos! La frase se repite en mi cabeza como una lista automatizada de reproducción y siento que me mareo. Lo otro cierto es que también quiero gritar como la loca del meme. Me palmeo las mejillas. Después de lo que ha pasado me encuentro entre reír o chillar. Pero sea lo que sea y mientras regreso a mi vida ordinaria tengo que comportarme como lo que soy. Una adulta profesional y responsable de sus actos. Todo esto solo forma parte de lo que Eliot me habló con anticipaci
―¿Presentación? ―prosigue preguntando hacia Ferran y ya ni protesto. No me escuchan. ―Ya me encargué personalmente y también de escoger a la estilista ―se ufana Ferran, como si yo fuera alguna clase de muñeca para jugar a vestir. ―¡Esperen! ―exclamo. Resoplo por quincuagésima vez y ellos siguen hablando como si yo ahora no existiera. Acaso creen que soy una muñeca Barbie para decidir cómo vestirme o maquillarme. Me gusta como soy. ―Cuidado personal, eso es importante ―Eliot aduce serio y eso me abochorna. Ni que me aseara mal. ―Sam no está mal; pero un poco de arreglo, no le caerá nada mal. Eso debería ofenderme y querer golpear a Ferran. ―De acuerdo. Eliot le sigue la cuerda y de discutir por comida ahora son los mejores para arreglarme la apariencia. ¿Serán gays de verdad? Ay, vaya con mis pensamientos. ―Le haré una cita con Karl, es el experto en eso ―Ferran propone solícito. Mis ojos se abren como platos. ―¡Oigan ya basta! Insisto otra vez acomodándome los lentes.
Quisiera decir que era lo que quería hacer, pero no, él realmente estaba decidido a que me quedara con ellos desde ya en su casa. Ya lo había dicho, solo que no esperaba que fuese tan rápido. ¿Qué le costaba esperar un día al menos? Mi mirada va a mi falda, miro su estado y afortunadamente no tuve que tropezarme con nadie al salir al pasillo. Solo estaba la chica que me hizo el llamado, pero ni me mira, está concentrada en su trabajo y ni se percata de que voy por allí. La salida que tomamos del edificio es la de uso exclusivo de Eliot y Ferran que los lleva directo a sus estacionamientos privados. Privilegios que hoy agradezco, pero es más de ser el dueño de tu propio negocio. Moore, obediente a las órdenes de Eliot me lleva a casa. En el trayecto hacia allá le escribo un mensaje a Marcia. No me responde; y sé que apenas lo vea, lo hará. [Acepté el trabajo con Eliot. Voy a casa a recoger mis cosas]. Una vez llego a casa lo primero qu
Me decido por fin y alzando mi palma le digo a Mar que pronto nos veremos. Subo al auto y apenas Moore cierra la puerta y pone el auto en marcha la ansiedad me empieza a carcomer y toda la zozobra por lo que viene ―bueno o malo―, dan vueltas en mi cabeza y me embotan el cerebro. Es como si aún no pudiera creer que en serio haya aceptado hacer esto, y en el fondo mantengo mis dudas sobre cómo será realmente mi trato con Ferran o como he de incluirle. Eliot dice que no está fuera, pero querrá que incluya esa parte en que está muy cercano a él. De todos modos, aunque lo que dice es cierto ―si no lo fuera, no existían los rumores―, él no se expone mucho a la vida pública. Es más reservado que Eliot, y no debería ser como una sombra, él es muy atractivo y no tiene nada que envidiarle y lo pienso en todo sentido. Recuerdo haberle visto una única vez, y fue en el entierro de mi abuela. Ese día gris no lo habría visto si no le hubiera buscado con la mirada. En ese momento me resulta
Después de esa desastrosa llamada con Noah, no me queda otra que tomar una larga ducha para relajarme, uso gel en todo el cuerpo y me consiento por un rato mientras medito un poco enojada con Eliot porque sucedió lo que me temía. Nada que hacer sobre eso, sin embargo, habría querido ser yo misma quien lo explicara a Noah. De esta forma tan mecánica no hay forma de que entienda mis razones y tiene mucha razón en enojarse; no obstante, lo que dijo me dejó muy preocupada. Aun no me creo que en serio haya despedido a Claudia por mí. No me lo dijo directamente o por lo menos no es lo que yo entendí. Se supone que la agencia lo había determinado, pero de igual forma ese nunca fue mi plan. Nunca fue así; quería ascender, sí; que valoraran… mi trabajo, y pensé que eso era lo que había sucedido. No de la forma que dice Noah, ni de la que insinuara Claudia; sin embargo, parece que es así como todo se ve ahora y me siento bruja al pensar ahora que los motivos de Eliot ―indecent