Capítulo 11

Abro mis ojos y los arrugo al instante, las cortinas están descorridas y la habitación está inundada de luz revelando lo grande que es. Mis ojos se resienten por tanta claridad. Me recuerdo que me quedé con las lentillas puestas, y es algo que no se debería de hacer para evitar molestias o riesgos de infección. Mi cuerpo parece haber sido demolido prácticamente por la falta de actividad, pero en medio de todo se siente un ambiente cálido e increíble, y más increíble aún, haberme levantado en la cama de un hombre con el que simplemente había soñado alguna vez. Miro a mi alrededor y no hay nadie. Eliot no está por ningún lado. Me siento y me arropo con la sabana, aspiro su olor y huele a hombre, a sexo, a él. Me sacudo, ¿desde cuando empecé a pensar de esa manera tan cero yo?

«Desde que te revolcaste con el hombre de tus sueños imposibles». 

¡Diantres!

Puede ser, pienso incapaz de deducir lo contrario, y no creo estar equivocada. Advierto que mis ojos sigu

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