Bitácora personal
Agente Laura Talbot
4 de agosto
Reaparecí nuevamente en Devon y esperaba encontrarme con mi querida ciudad en términos normales. En cambio, me encontré con la sorpresa de que estaba casi totalmente destruida. Era de noche y los edificios estaban en ruinas, abandonados, en un estado lastimero de deterioro. Había basura por las calles y papeles viejos y arrugados que los removía el viento. A lo lejos se observaban humaredas oscuras e incendios no atendidos por nadie. ¿Qué pasó? ¿Fue mi culpa? ¿alteré el presente al alterar el pasado matando a Gévaudan?
Un vehículo volador futurista llegó hasta mí. Parecía un helicóptero pero era mucho más aerodinámico y me iluminó con brillantes faros que me obligaron a cubrirme el rostro con el dors
Los verdugos removieron mi uniforme dejándome sólo la camiseta blanca y los pantalones, y me encadenaron los brazos a una cruz negra sujetando las muñecas juntas en la biga vertical de la cruz. También me colocaron un collar de perro atado a una cadena. —La poderosa y valiente agente Talbot —dijo la voz de Elizabeth Bathory, una de las vampiras más sádicas y psicópatas que existen… incluso para los estándares vampíricos. Caminó por la cámara con Lucilla detrás, sujeta por medio de una correa al cuello, con la mirada baja y los brazos juntos. —Lo siento por ti, Talbot —dijo Lucilla— siempre me alegré de que moriste antes de que vieras todo esto… Bathory se giró y le dio un sonoro bofetón. —Gracias, señora —respondió Lucilla. —¿Te di autorización de hablar, esclava? —No, señora —respondió Lucilla bajando aún más la mirada. Bathory chasqueó los dedos y Lucilla se puso de rodillas. Luego Bathory hi
—¿En verdad eres tú? —dijo una voz que reconocí, aunque sonaba cansada. Al lugar llegó Fort… veinte años más viejo. Rondaba los sesenta, estaba canoso, con el rostro surcado de arrugas. Vestía casi el mismo uniforme y se sostenía por un bastón. Había perdido el ojo derecho y en su lugar usaba un parche. —Sí, lo soy —dije. Los rebeldes dejaron de apuntarme y me le acerqué. Fort me abrazó y yo correspondí. —Me alegra tanto verte. Nunca pensé… es lo único bueno que ha pasado en veinte años. —Esto es horrible. ¿Cómo sucedió? —Es una larga historia. No vale la pena repetirla. ¿Crees que el vórtice se vuelva a abrir de nuevo? —Sí. Esta vez hacia el pasado, mi presente. —Les diré a mis chicos que te lleven al punto donde aparecerá el vórtice. Drácula no debe saber dónde es exactamente pero estarán patrullando la zona. —Estaré lista. Estuve en el Castillo Drácula y escapé. —¿Viste
Bitácora personalAgente Laura TalbotAsunto personal23 de agostoRecibí su llamada a eso de la medianoche.—L… Laura T… Talbot…Reconocí su voz de inmediato. La niña huérfana cuya familia había sido cómplice de asesinar cuando meses atrás participé junto a los “misioneros” americanos de una purga de hombres lobo. Le había dado mi número si alguna vez requería ayuda.—Sí, querida ¿qué sucede?—Necesito ayuda, ayúdeme por favor…—¡Por supuesto! ¿Dónde estás? Dime dond… —entonces colgó la llamada.La tecnología de la Corporación (que usé sin permiso) me permitió triangular de donde había sido la
Aprecio a Talbot pero he de decir que mi amado Donovan tiene una actitud a veces excesivamente paternalista hacia ella. Insistió en irla a buscar tras dos días en que no se presentó a trabajar en la Corporación reportando que estaba indispuesta. Donovan conocía bien a Talbot y no le fue difícil dilucidar uno de los posibles lugares que podría frecuentar en caso de querer relajarse. Llegamos a un pub de mala muerte situado en la parte sureste de Exeter que era frecuentado por rudos bikers. Nos introdujimos sigilosamente tratando de no llamar mucho la atención y nos sentamos en una mesa del fondo. La clientela casi toda, hombres y mujeres, pertenecían a diversas pandillas de motociclistas y “Motor Clubs” con nombre como Ángeles Negros, Demonios Sobre Ruedas, Cerdos Salvajes y cosas así. Las mujeres eran todas muy atractivas y vestían ropa negra ajustada, minifaldas diminutas o pantalones jeans. Los hombres por su parte usaba
Bitácora personalDoctora Abigail ValdemarLugar: Cementerio General de DevonMisión: Eliminación de críptidos hostiles a la vida humana24 de agostoLos gules siempre han sido una plaga en los cementerios de toda Europa, o quizás de todo el mundo, pero realmente pululan en los cementerios británicos. Los gules viven bajo tierra y se alimentan de cadáveres y carroña. Dicen que son los depredadores naturales de los zombis, aunque nunca lo he comprobado y puede ser un mito. Normalmente no les interesan los humanos vivos, sin embargo, desde el cierre del cementerio que detuvo nuevos entierros y con ello su fuente de alimento, distintos indigentes de la zona y uno que otro transeúnte tanto local como turista habían desaparecido y nuestras investigaciones hacían suponer que los gules hab&
1 de setiembre—¿Ya está en el edificio? Excelente —terminó de decir mi amado Donovan colgando su celular. —Adriana ya fue llevada al Edificio Lovecraft. Al menos Talbot mantuvo suficiente nivel de responsabilidad antes de perderse como para no llevarse a Adriana con ella.Buscábamos a Talbot a lo largo de toda la ciudad pero en ninguno de los pubs que Talbot frecuentaba y que Donovan conocía bien, vimos rastro de ella. Hasta que me di cuenta de algo obvio que se nos pasó:—Amor mío —le dije— si Talbot es adolescente en estos momentos difícilmente querría o podría ir a un pub. No sólo porque no le permitirían el ingreso sino porque probablemente prefiera frecuentar sitios de adolescentes.Al día siguiente patrullamos un centro comercial. Ingresamos al estacionamiento en una de nuestras camion
Bitácora personal Doctora Abigail ValdemarDevon, Inglaterra3 de setiembreHabíamos rastreado el presunto refugio de Gévaudan según los informes brindados por la joven de la calle llamada Adriana Méndez y que a su vez derivaban de lo que ella había escuchado decir a otros integrantes de la ya medrada comunidad licantrópica británica.A orillas de un club de moteros bastante agresivos y localizado en el medio de la foresta donde sus actividades ilegales podían ser fácilmente ocultadas, llegó Anne Perrault. En efecto parecía salida de otra época no sólo por su anacrónica vestimenta sino también por la forma de su cara y un poco el acento en su forma de hablar. Llegó con una preadolescente Laura Talbot (ya reducida a los 11 años) maniatada y amordazada y la t
7 de setiembreMe recuerdo a mí misma apretando el cuello de Talbot mientras estaba sobre su cuerpo desnudo sentada a horcajadas y sumida en un frenesí imparable producto de una incontenible cólera. El rostro de Talbot se estaba comenzando a poner azul y su lengua emergía de su boca mientras intentaba zafarse de mi mortal apretón allí sobre la cama de su apartamento. Donovan intentaba detenerme con todas sus fuerzas y finalmente dijo: ¡Maldita sea, Lucilla! ¡Suéltala! ¡No me obligues a matarte!Entonces la solté y me separé. Talbot comenzó a arquear y toser tratando de recuperar el aire y contrarrestar el sentimiento de asfixia.Los había encontrado allí, en el apartamento de Talbot después de que Donovan la llevara a su casa tras el hechizo y me percaté de su inusual tardanza. No puedo salir de día así que