BRANDON
Hace años que no dormía en el suelo, pero no recuerdo que fuera tan cómodo. Isabel. Si, es por ella, estar con mi esposa le da un toque mágico a lo más mundano y trivial, ella lo hace especial. Me descubro la cara con la intención de abrazarla, pero mi mano solo encuentra las cobijas vacías. Cierro los ojos con fuerza, encandilado, debe ser medio día, la luz entra de lleno por las ventanas sin cortinas. Sin un solo mueble, el tendedero en el suelo es como una isla en medio del mar, la habitación parece inmensa.
Esto seguro que por la noche debe ser una vista espectacular, pero ahora… ¡por Dios! Jamás había considerado importantes las cortinas. Dejo correr el agua hasta que sale limpia para lavarme la cara, no hay toallas, lo sé, debí pensar en eso antes, tampoco hay jabón ni pasta de dientes, hoy será un
BRANDON Ahora sé que no hay mejor manera de inaugurar una casa que una guerra de pintura. Y no hay mejor manera de terminar una guerra de pintura, que ella riendo entre mis brazos. A pesar de que fui cuidadoso con su rostro y su cabello, hay algunas manchitas que la hacen ver adorable. La ropa es otra cosa… A excepción de la habitación que pinto, no hay rincón de la casa que se haya salvado de nuestro juego. - Iba a pedirte que pintaras toda la casa – es realmente una artista, lo que hizo en esa habitación, con un poco de pintura, es increíble – pero me encanta como se ve ahora – contemplo nuestro “desastre”, es perfecto. Se da la vuelta y la abrazo por la espalda, jamás imagine que llegaría a sentir esta felicidad - ¿De verdad te gusta? - Si, aunque lo que hiciste en la habitación es fantástico - ¿De verdad? - ¡Si! – no sé cómo puede dudar su talento, es increíble – lo que toca
ISABEL- ¿Has pensado nombres? – lo miro confusa, quizá dijo algo que no escuche por estar metida en mis pensamientos – de bebé – aclara, vamos pasando por el departamento de bebés. Caigo en cuenta que nunca lo había pensado, Alonso tenía todo eso resuelto y antes de él, yo jamás había pensado en tener hijos, claro que desde pequeña me veía con mi propia familia, pero siempre fue algo lejano, algo que simplemente pasaría con el tiempo- Mmm, creo que Jorge – al pronunciarlo, sé que sería el nombre perfecto para mi hijo, un pequeño homenaje a mi padre- ¿Y para niña?- Delia – jamás conocí a mi madre, así que Delia como mi abuela seria lo mejor- Me gustan – dice – además, ninguno de mis hermanos y sobrinos h
ISABELComo ayer, nos recibe la obscuridad del pasillo. Avanzamos con la luz del celular, de su celular, entre tantas cosas, no tengo idea de donde quedo mi cargador, a penas entrar, dejo las bolsas sobre la barra y me sobo los dedos. Me guio por la luz que se cuela por las ventanas hasta la habitación principal y me tiro en la cobija que quedó tendida.Me duelen los pies. Después de ir por los muebles, fuimos al autoservicio y recorrimos pasillo por pasillo, es increíble la cantidad de cosas que se necesitan al mudarte, de no haberlas visto, jamás se me hubiera pasado por la cabeza que se necesitan, hasta que las necesitáramos y, aun así, de muchísimas más que ni siquiera sabía que existían. Brandon, paciente, me explicó para que sirve cada una y la importancia de tenerlas.Un carrito lleno de latas, otro de jabones y detergentes. Cuando vivimos en Pari
ISABEL Me despierta el aire helado que entra por el ventanal. Me quede dormida antes de que Brandon regresará, pero estoy segura que no será un problema acostarme y seguir de largo hasta mañana. La vista es realmente increíble, las nubes de tormenta se aglomeran relampagueando, corro el cristal y me froto los brazos. Mi esposo esta acostado boca abajo, con un pantalón de mezclilla y sin camisa, una punzada de remordimiento, ayer me presto su pijama porque no tenía idea de donde quedaron las mías y por la mañana, llene ambas de pintura… aun en la oscuridad, puedo distinguir su espalda definida. Me dejo llevar hasta él y me inclino a su lado, estiro el brazo con la intención de comprobar si es tan firme y musculosa como se ve, pero entonces, la luz de un rayo inunda la habitación, mostrando las manchas oscuras en su piel. Me llevo la mano a la boca sofocando un grito, los moretones son enormes, debe de ser horriblemente doloroso… El piso frio
BRANDONMe estiro con la certeza de haber descansado. Dormir con el pantalón de mezclilla fue la peor idea del mundo, pero tampoco es que tuviera de donde elegir, no traje mucha ropa, ni muchas cosas en realidad. Hasta mañana van a traer lo que compramos, así que debo encontrar una lavandería hoy, no es que me moleste lavar a mano, pero no hay lavadero. Ni cuarto de lavado, así que ahora que lo pienso, no sé dónde meteremos la lavadora y secadora…-Isabel – me sorprendo al verla, está sentada contra la ventana, con cuaderno y lápiz en las manos.-Buenos días – parece que no soy el único sorprendido, se levanta de golpe cerrando lo que sea que estaba haciendo en la libreta-¿Estas bien? – tiene las mejillas rojas, quizá tiene fiebre- Si, claro ¿y tú? – guarda las cosas en la
ALONSO - Buenas tardes hermanita – saluda Cynthia. La cara de Isabel es un poema al verme ¿Cómo puede ser tan cínica? ¿tan descarada? Después de cambiarme por ese imbécil, actúa como si yo fuera el malo, el que la cambio por su hermana, cuando ella estaba en Paris revolcándose con ese perro - ¿Qué hacen aquí? – es tan patética. Mi esposa la mira de arriba abajo, mi ex, nerviosa, se alisa la ropa arrugada - Un día y ya se te olvidaron tus modales – regaña pasando a su lado para entrar– espera a que la abuela se entere de esto - ¿La abuela está bien? ¿Qué paso? – va detrás de Cynthia, dejándome aquí parado - Como siempre – responde restándole importancia, entro tras ellas y cierro de un portazo, Isabel brinca, ambas voltean a verme - Lo siento – digo de dientes para afuera, lo hice con toda la intención. Mi esposa entra como si fuera su casa, inspeccionando cada rincón del departamento a su paso,
ISABELLa tarde parece eterna. A pesar de su desagrado por la pizza, Cynthia acepta quedarse a comer, es tan extraño verla aquí, sentada en cajas de cartón, como nosotros. Yo me limito a quedarme con Brandon, como sanguijuela que se niega a soltar a su presa, como fantasma, de alguna manera toma el protagonismo y se vuelve el mejor anfitrión del mundo, yo ni siquiera puedo hablar, ni comer. Siento la mirada de Alonso y solo quiero desaparecer. Inconscientemente me hago bolita, acurrucándome al costado de mi esposo, que me abraza con naturalidad. Me mira, me sonríe, me besa, transmitiéndome un poco de paz, que, para mí mala suerte, solo dura un momento, basta levantar la mirada para que se rompa el encanto y reinicie el ciclo, me acurruco me abraza, me besa levándome al cielo y caigo en el infierno al ver a mi ex…- Isabel, Isabel – repite y volteo a mirar
ISABELTenía prisa por volver a casa, dormir y olvidarme de todo. En cambio, al entrar a la habitación me golpean los recuerdos y quiero salir corriendo. Así que lo hago, salgo de la habitación y voy hasta la que será la sala. En un intento por no pensar, comienzo a abrir cajas y más cajas.- Creí que irías directo a la cama – brinco asustado al escucharlo. Es lo más tonto, lo sé, estoy aquí, en casa, sola con él, lejos de Alonso- No sé qué me pondré mañana – saco ropa y zapatos sin decidirme a que usar en mi primer día de clases- Estoy seguro que te veras genial, con lo que elijas – me dejo llevar por el impulso y lo abrazo, él me envuelve con naturalidad me invade un sentimiento que no sé cómo explicar- Gracias – tomo aire para contener las l&