Entrada en la noche, Andrés acomodó a Mary en una silla en la esquina de una habitación con poca iluminación. Thomas se encargó de acomodar a la doncella que ya no se debatía para tratar de escapar. Los dos hombres se acomodaron delante de Mary en dos sillas. Thomas encendió un la chimenea y regresó a su asiento. Los dos se tomaron un momento de silencio para ver si ella reaccionaba o decía algo. Al no ver ningún movimiento por parte de ella, Andrés le quitó la capucha y comenzó a hablar -Finalmente, después de tantos años de buscarte, te encontramos zorrita.
-No sabes el trabajo que nos has dado- añadió Thomas.Mary preguntó con voz llorosa -¿Qué quieren de mí? No entiendo por qué me tienen aquí. Nunca me he relacionado con ustedes. Andrés se acomodó en su silJohn White estaba entrevistando aquella mañana a Judith Wilmond. La joven estaba realmente preocupada de que algo malo hubiese sucedido con su mejor amiga. Le daba mucha pena que Mary tuviese que atravesar por situaciones difíciles una y otra vez. En cuanto la encontraran pasarían un día juntas para ayudarla a relajarse. Una amistad era eficiente en cuestiones de destensar las preocupaciones. Mary siempre había estado en los momentos más difíciles para ella y se proponía hacer lo mismo. El detective se acomodo en el sillón frente a la vizcondesa. La observó por unos instantes antes de decir -Muchas gracias por darme la oportunidad de poder hablar con usted milady.-Haría todo lo que esté a mi alcance para ayudar a Mary, señor White- respondió Judith con tristeza.-Necesito hacerle varias preguntas para poder recabar todos los datos suficientes- agregó John sacando su li
Todos en la estancia quedaron en silencio, incluyendo al conde de Wimilton el cual estaba maquinando en su mente cómo salir de aquella situación. Su amigo miraba fijamente al sujeto con su mano derecha escondida en la espalda. Christopher sabía que Evan cargaba también una pistola para casos de éste tipo. No podía dejar que su amigo actuara cuando la vida de su esposa estaba en peligro. Si aquel sujeto se daba cuenta de que Evan le dispararía, de seguro él no dudaría en apretar el gatillo. Su corazón estaba latiendo a mil por hora sin llegar a ninguna salida. Era gracioso como toda su vida iba a terminar de esta forma. Siempre se había alejado de los problemas y las peleas entre caballeros para que no lo inmiscuyeran en ningún embrollo. Miró a Mary a los ojos y le regaló la mejores de su sonrisa. No podía darle a entender que tanto como ella, él también tenía
Sería ingrato decir que Mary Wellesley, duquesa de Wellington, era fría y antipática después de haber pasado tanto sufrimiento en la vida. Sentada en el ventanal de su casa, ubicada en el centro de Londres, en el año 1845, donde la vida era muy complicada, estaba ella pensando, cómo haría, para desenrollar el problema en el cual se había inmiscuido inevitablemente. Sus padres habían muerto dos años atrás en medio de un trágico accidente, dejándola sola y sin ningún apoyo que no fuese ella. Al pasar todas las cuestiones cruciales bajo sus manos, se percató de que hacía tiempo estaban en deudas enormes con lo cual temía, no podía pagar. Esto la había dejado perpleja puesto que estas deudas eran las consecuencias de los juegos y las apuestas sin recompensas de su amado padre, lord Nicholas Wellesley, duque de Wellington. Nunca lo creyó capaz
El beso llegó tan rápido y tan abrumador que Mary no tuvo tiempo ni tan siquiera de resistirse. Su inexperiencia le estaba ganando y no le permitía apartar sus labios de aquel personaje misterioso que había llegado para reclamarla. Su boca era tan dulce y con un sabor a uvas. Su cuerpo empezaba a derretirse por completo y sus pies le empezaban a temblar. Él la besaba con voracidad, con un instinto oculto que la estaba embriagando. Si seguía así terminaría derrumbada en sus brazos y no podía permitir que aquello pasara.De repente, ella se separó aunque su cuerpo estaba pidiendo a gritos que hiciese lo contrario. Los dos se alejaron jadeantes y con los rostros colorados de la adrenalina. Él se le quedó mirando como esperando una reacción por parte de ella. Se arregló su traje y al ver que ella lo único que hacía era recostarse en la silla y respirar, se adelantó
Por la mañana todo avanzaba según lo acostumbrado. Como todos los días, Mary estaba sentada en el portal de la mansión con un libro de historias de amor en sus manos. Le gustaba mucho ese libro y se pasaba horas enteras embelesada y sumergida dentro de la historias y sus personajes. Tan entretenida estaba que no se había percatado de que alguien estaba parado frente a ella. Con un tono suave pero seguro despertó a Mary de su libro."Milady , buenos días, no pensé que fuese a desaprovechar mi oferta tan repentinamente" Mary le contestó sin apartar la vista del libro "Creo que los modales en usted no funcionan. Ya va a ser una costumbre que venga sin avisar" Él sonrió y le respondió con sus ojos fijos en ella. "Si, yo soy un total maleducado. Creo que vas a tener que acostumbrarte a eso" Ella dejó el libro en su regazo y le miró con nerviosismo en los ojos "No va a
Mary seguía enfada con lo que había pasado la noche anterior. Todavía no creía que realmente hubiese sucedido semejante cosa. Sentada en la salita de huéspedes, bordaba un tejido que desde hacía un tiempo estaba tratando de terminar. Siempre le había gustado bordar, tejer, confeccionar cosas, eran su pasatiempo, al igual que el jardín. Aquel día era distinto, aquel día ella sentía fastidio y rabia por aquel hombre que desde que había llegado a su vida no traía más que problemas. No sabía cómo iba a reaccionar cuando se encontrara delante de Christopher, ni tan siquiera sabía si tendría el valor de confesarle lo que había sucedido ayer. De todas formas ella trataría de contárselo y pedirle que no la importunaran más con esas relaciones tan banales y desagradables.Christopher entró como todas las mañanas lo hac&ia
Mary se paralizó sin saber qué hacer ante el inesperado contacto de los labios de Christopher sobre los de ella. La comenzó a saborear introduciendo la lengua para explorar su cueva de secretos. Los labios de ella se sentían como seda. Carnosos y sedosos ¡por dios que sensación tan distinta a lo que él había experimentado antes! Es como si se hubiese descubierto un mundo nuevo. Ella se relajó y le rodeó la espalda con sus brazos. Christopher la atrajo más hacia él cuando sintió que ella se había relajado por completo.Después de lo que pareció una eternidad, Mary se separó jadeante y a la vez molesta con ella misma por haberle permitido que la besara "Milord, necesito que no vuelva a hacer eso" Dijo parándose del asiento a toda prisa. "Mary, no hay necesidad de estar tan espantada, fue solo un beso" contestó Christopher le
Christopher estaba en la puerta de la casa de Anna aquella mañana. Iba a pedirle explicaciones por su desquiciada aparición en la mansión de Mary. Tenía que pararle los pies antes de que causara más estragos. Se habían conocido en una obra de teatro en la cual Anna participó como estrella principal de la obra. Desde que la vió, se sintió sumamente atraído por ella. Con su cuerpo esbelto, moreno, de cabellera color caramelo y de facciones firmes pero que le daba un toque de hada encantada que cautivaba a todos los hombres. Era una mujer muy bella y muy sensual, pero no pasaba de ser más que una simple amante para él. "Mary era mucho más atractiva y llamativa que Anna"; pensó para sí. Habían mantenido relaciones desde hacía ya 3 años y ya que estaba con planes de casarse tenía que dejarla por el bien de su futuro y el de Mary. Ya la buscaría despu