Y Alexander se esforzó por cumplir su promesa a su esposa.Sus expertas manos recorrieron la espalda de Samantha haciendo que ella recibiera descargas de fuego por todo su cuerpo, besó su cuello con ardor, algo que disfrutaba ella con placer, besó sus labios y sus lenguas exploraron sus bocas tibias llenas de deseo por experimentar más de aquel amor que sentían.Alexander ardía en fuego por la pasión que sentía por amar a su mujer, se posesionó de sus pechos que estaban rebosantes de alimento para Chloé, pero no le importó, al contrario esto enardeció más su deseo de poseer el cuerpo de Samantha.Ella arqueaba su cuerpo pidiendo más y más caricias ardientes a su marido, pero de repente un temor atravesó la mente de Samantha, quedar embarazada de nuevo; ésto hizo que usara sus manos para detener a su esposo en su afán por seguir con las caricias al cuerpo de ella.— ¿Qué sucede?— dijo Alexander con voz que denotaba confusión—¿Te sientes mal?— Es que no quiero embarazarme de nuevo, ¿t
Estuvo hablando con su suegra un buen rato, aprendiendo a conocer a su esposo desde la óptica de su madre, necesitaban hacer ajustes en sus personalidades si deseaban tener éxito en aquel negocio que se llamaba matrimonio.Quizás este era uno de los negocios más complicados por qué ambas partes debían estar siempre en armonía y más si había hijos, Samantha se sentía más optimista después de haber hablado con su suegra, quien se había quedado a almorzar, había pasado una mañana bastante diferente, eso la había ayudado a reflexionar en cuanto a cómo debía manejar su relación desde ese día en adelante; decidió llamar a su esposo después de quedarse sola en casa.No sabía en qué ciudad estaba su marido, pues él no se había dignado a informarle, pero ella iba a obviar ese detalle y sería lo más cariñosa posible para buscar un acercamiento.Esa mañana estaban bastante apurados por terminar con las reuniones de negocios, Alex después de llamar a Samantha se dió cuenta que con esa actitud sol
— Significa Alexander que te vi con esa chica, que dices que es tu asistente y no me siento segura de tu amor, por eso lo mejor es seguir mi camino — dijo ella sollozando nuevamente.— ¿A qué te refieres amor? ¿Qué fue lo que viste? Yo solo tengo una mujer y esa eres tú, cariño — dijo él tratando de comprender el conflicto de Samantha.— Yo fui hasta el aeropuerto a recibirte y te vi, bajar con ella tan feliz sonriendo y después se fue contigo en tu coche — dijo Samantha devastada por la tristeza que sentía— eso no lo puedo soportar Alex, no soy fuerte para verte desfilar con otra mujer y ahora haré lo que mejor se hacer, huir y estar sola, así es como me siento mejor.—¿ Y yo Samantha? ¿Acaso no te importa lo que yo tenga que decir al respecto? Me juzgaste y condenaste tan solo por ver una imagen— dijo él — ni siquiera tienes idea de lo que está sucediendo con esa chica, que por cierto si es mi asistente.— Si me importas, pero yo tengo demasiadas dudas y no me siento bien en una rel
Samantha se acomodó en el pecho de su amado esposo, y dijo:— ¡También te amo mucho, mucho! Soy realmente una tonta por haber dudado de tí — dijo ella avergonzada.— Ya olvida ese tema y concentrémonos en nosotros y nuestros pequeños, que por cierto me tomé el día libre para pasarlo con ustedes — dijo él.— ¿En serio amorcito?— dijo Samantha con ternura besándolo sobre los labios.— Así es mi amor, no quiero que existan sombras de dudas entre nosotros, vamos a ver a mis hijos y salimos por allí a comer algo — dijo Alexander.¿Cuánto tiempo le tomó a Samantha adaptar su vida al trabajo y a la vida familiar? No fue cuestión de un día, mucha determinación y auto control, planificación de los días, todo esto trajo como resultado que ella después de tener cinco años de casada se sentía la mujer más segura y realizada en el mundo.Ahora estaba encargada del departamento de finanzas, como toda una ejecutiva de las empresas, sus hijos ya asistían al colegio y estaba en casa todo lo más perfec
Samantha había escogido un traje blanco tipo taller para su reaparición en las empresas, de falda ceñida realzaba su tristeza con un pañuelo de seda gris perla Tado artísticamente en su cuello.El aire de dama sofisticada no pasó desapercibido para todos los que se encontraban esa mañana allí, al entrar en la oficina que era de Alexander, sintió un vacío en su estómago y corazón que le oprimió por unos instantes, pero respiró profundo y se repuso de su dolor con estoicismo.Ella sabía que aquella transición no iba a ser fácil, pero también tenía el temple necesario para enfrentarlo, apenas entró el vicepresidente general tocó para hablar con ella.— ¡Buenos días señora O'Sullivan!— dijo él ejecutivo — es una grata sorpresa verla está mañana por acá.— ¡Buenos días señor Wayne!— dijo ella con una tenue sonrisa — la vida continúa, Alexander no le hubiera gustado una mujer arrinconada y temerosa, porque todo este tiempo me preparo para ésto.— Me alegra mucho ver qué se siente con ánimo
Claro que la vida continúa para cada una de las personas que tuvieron que ver con Alexander O'Sullivan, en especial para su amada esposa que aún no había cumplido los treinta años y ya era una hermosa viuda y además una poderosa CEO.Eran muchos los que pretendían estar en la vida de aquella mujer extraordinaria, pero ella se tomaba las cosas con calma, tenía dos hijos y a ellos se debía principalmente, quería ser un buen ejemplo y si le tocaba volver a enamorarse quería estar consciente de que fuera un apoyo para sus pequeños y no causarles contrariedad.Estaban creciendo muy rápido, ya habían pasado desde aquel terrible día cinco años, Samuel estaba en los doce años, un adolescente muy maduro e inteligente, ese día la sorprendió con estás palabras.— Mamá, ya hace mucho que papá falleció, ¿no piensas rehacer tu vida? Eres muy joven aún, me gustaría tener un papá para conversar de vez en cuando y no extrañar tanto a mi padre ausente— le dijo Samuel.— Me imagino que si hijo, pero no
Alexander O'Sullivan era un hombre de veinticinco años, tenía siete años viviendo en Inglaterra y le gustaba la vida independiente. Aunque era heredero de una fortuna multimillonaria, le gustaba la vida sencilla, sus padres estaban en Nueva York, donde estaba la parte central de las empresas generadoras de dinero para la familia. Hasta ahora había salido con algunas chicas, pero no se había enamorado, no era muy dado a las fiestas y salidas nocturnas, le gustaba leer y escuchar música. Era de cabello claro, ojos azules, muy guapo, corpulento y de cuerpo muy formado, amaba hacer ejercicios y la vida al aire libre, montar a caballo, sentirse libre. Siempre decía, que cuando se casara era porque estaría enamorado, no concebía la vida en pareja sin amor. Esa mañana recibió una llamada de su padre, necesitaba conversar urgente con él. —¡Hola hijo! Es primordial que vengas a casa, necesito tener una conversación contigo — dijo su padre. — ¡Hola Papá! Estaba pensando en ti, quiero re
— ¡Voy a cerrar todas tus puertas, morirás como un indigente, nadie te dará trabajo— había dicho Alvin— lo juro! — Gracias papá, también te quiero— le había respondido Alex— ¡Ya veremos cuánto poder tienes! — ¡Te juro que vas a arrepentirte de esta afrenta, Alexander! — había gritado su padre. — ¡Ya callate Alvin! ¡No te das cuenta que no lograrás nada por esa vía!— había gritó su madre— te dije que Alex no es fácil de manejar, es idéntico a ti, elevado a la mil.Esas habían sido las últimas palabras que había escuchado de su padre cuando salió de la casa de ellos. La discusión había seguido en casa mientras Alexander O' Sullivan salía a enfrentar su destino sin la ayuda de su poderoso padre. — Déjame en paz Evie, ve y convencelo de que se quede y acepte, porque le irá muy mal en la vida— dijo Alvin, enojado.— ¿Convencerlo? — dijo ella— ya salió de casa Alvin, se llevó todas sus cosas, por lo menos debiste esperar a que tuviera una semana con nosotros, e ir poco convenciendo a