Bueno, estamos en tu oficina, no voy a armar un alboroto porque mi esposo me estrecha entre sus brazos.Así que era por eso. –dijo con una pizca de decepción en la voz. Ella odió sentir eso en él. Cada vez se volvía más débil en cuanto a León.Un beso y hablamos ¿ok? –dijo intentando salvar la situación.¿En serio? ¿Vas a negociar con besos? –preguntó sorprendido.Tú empezaste…- ni bien terminó él ya la besaba, esperaba que lo hiciera con premura, pero lo hizo con una ternura tal que a ella por poco se le saltan las lágrimas. Se encontró pasando sus brazos por su cuello y pegándose a él.Gabriela… -susurró él.Mmm… -y volvió a besarla, esta vez subiendo un poco la intensidad logrando arrancarle pequeños gemidos. A regañadientes se separó de ella.Tengo una reunión en cinco minutos. –dijo visiblemente agitado.¿Qué?Con el embajador de Terkel. –era un país vecino de acuerdo a lo que sabía. – renegociaremos los contratos de uso de suelo. – en sus pocas clases sabía que Terkel solía rent
Minutos después León se había despedido de Troyanos e impaciente había ido nuevamente al encuentro de Gabriela. Lo hubiera hecho nada más llegar, pero ante todo se debía a su posición y había recibido a otros invitados que se hospedarían en palacio y platicado un poco más con Stefano, aunque habían viajado juntos a Durban y durante el vuelo habían hablando largo y tendido de lo que implicaba la vida al lado de mujeres nada convencionales. Lo cierto es que después de un trago, Stefano había dicho que llamaría a Jaquie y él había aprovechado a ir a ver a su respectiva esposa. La encontró mirando por una de las ventanas mientras en la mano sostenía una taza de probablemente café, deseó que no se la aventara.Tu bienvenida fue todo menos cálida. –le dijo una de las cosas que no podía dejar de pensar.Digamos que me enfrió ver a Troyanos. –le dijo sin mirarle aún.Si hubiéramos ido a la boda creo que las dos se nos hubieran escapado en nuestras narices.No, claro que no. –dijo sin dignarse
Entonces –prosiguió ella. – no la presionaste y luego cambiaste de técnica por qué ella escaparía de ti.Bueno, lo hizo.La acusaste de una tontería.Fui un idiota. –admitió y Gabriela sonrió. -Oh, me he ganado una sonrisa de la princesa.Solo porque dijiste una verdad.Pese a lo que soy, ya sabes… rico, guapo, encantador y todo eso. –bromeó y ella puso los ojos en blanco. – sabía que eso no la tentaría en lo más mínimo. Aun insiste en realizar arriesgados trabajos cuando podría limitarse a no hacerlo. Solo Maddie es quien la detiene. El caso es que la perdí y recuperarla solo hablando no iba llevar a nada, aunque, lo intenté.Quizás no demasiado.Jaquie y tú, son de esas mujeres que no perdonan tan fácil si es que lo hacen cuando han sido profundamente heridas. Añadiría a la lista a mi prima Allyson, es por eso que Máximo su esposo también tomó medidas no convencionales, pero bueno, esa historia también la conoces. Y también se piensan demasiado todo ese rollo de dejar la libertad en
La luz de la mañana se filtraba apenas por las rendijas de los ventanales, aún no había entrado Salma a abrir las cortinas y eso le extrañó, pero lo agradeció así que mientras pensaba en ello con los ojos aun cerrados Gabriela se estiró en la cama, había dormido excelentemente bien. Tanto, que se atrevería a afirmar que su descanso de esa noche era el primero que disfrutaba así desde su llegada. Se puso de lado y buscó la almohada para toparse con un cuerpo largo, musculoso y caliente. Se quedó paralizada y abrió los ojos justo para encontrarse otro par mirándola con la intensidad del oro fundido, no veía casi nada más, pero si podía ver esos ojos destellar en la oscuridad.¿Qué haces tú aquí…?-empezó a decir ella mientras automáticamente retrocedía confundida. Pero la mano de él la detuvo por la cintura. La sintió deliciosamente pesada y ardiente.Amanecí aquí. –le dijo él con voz suave y ronca.Pero… ah, sí. Te emborrachaste ¿lo recuerdas? –le preguntó mientras intentaba quitar su m
Estarían de ocho a diez días en Paris, partirían esa misma noche, descansarían un día y la cumbre empezaría al siguiente. Ella se llevaría a Salma y Jazmín y León a Amir y otros dos ayudantes más y claro, toda una comitiva de guardaespaldas. Italia no quedaba muy lejos pensó de pronto ilusionada, quizás podría ver a su familia. No albergó demasiadas expectativas, pero intentaría que sucediera. Mientras observaba a las doncellas hacer su equipaje y el de León cayó en la cuenta que obviamente compartirían habitación en el hotel donde se hospedarían, no podía irse ella a otra, no, sino quería armar un escandalo. La prensa se daría un festín al tener a tantas personalidades juntas. Ella no les daría material que pusiera en mal a Durban. Su suegro insistía en que León gobernara, y ella era del mismo parecer que su esposo, la idea no le agradaba en lo absoluto. Mientras tanto, tenia mas problemas con los que lidiar aparte de representar al país, tenia que lidiar con su esposo y lo que le ha
Podía estar molesta con él, pero no tenía por qué enterarse todo el mundo, así que alisó su vestido, se vio en el espejo y trató de fijarse en el rostro tranquilidad y el semblante de una mujer recién casada feliz y envidiada. Resopló nada femenina y agradeció que Salma estuviera ocupada en el otro extremo de la habitación. Princesa sin desearlo, pero ahora se debía a esa posición. Abrió la puerta y buscó en una de las mesas su bolso de noche.¿Nos vamos? –preguntó mientras introducía su teléfono, al no obtener respuesta buscó al causante de sus conflictos con la mirada. Él la observaba casi sin parpadear, con la admiración y el deseo brillando a partes iguales en su rostro.Eres demasiado. –dijo simplemente.Demasiado ¿Qué? ¿testaruda? ¿necia? –replicó ella.Demasiado para mí. –esta vez ella fue la que parpadeó.El vestido se irá y el maquillaje también al final de la noche. –le recordó.No es que ahora no te veas bella, pero sin todo eso lo eres aún más.Todo lo que digas no va camb
Amo tu vestido. –dijo Gabriela a Yara que era así como se llamaba la esposa del embajador. El traje tradicional era de suave color menta con plata y destacaba la tez morena de la chica, resaltaba sobre todo sus hermosos ojos marrones.Oh, ¿en serio? –dijo viéndose en el espejo con una sonrisa.Tienes que decirme donde los hacen, quiero uno. –interrumpió Nadia en ese momento entrando y charlando alegremente. Gabriela presentó a las dos y se entretuvieron unos momentos. Yara se retiró poco después puesto que su esposo tenía que subir ya a su habitación para informar a su respectivo soberano. – Tu primo está cerca de ti, ¿lo has visto?Sí, espero pronto hablar con él. -dijo emocionada. Quedo de verse con Nadia el día siguiente para desayunar. Retocó sus labios y pensó que bien habría podido hacer una llamada desde el baño a Jazmín preguntando sobre el protocolo a seguir. Salió del baño y caminó a través de copias de esculturas renacentistas famosas, que estratégicamente ocultaban la entr
Todos se mueren por ponerte las manos encima ¿acaso no lo sabes? –le dijo lanzando los pantalones a un lado y quedándose en bóxer, ella volvió a tragar saliva. El maldito era una condenada obra de arte. Casi lo odió por eso tanto como lo amaba, era imposible olvidar algo así, quedaba grabado en la retina. A los ochenta años, esa imagen que tenia enfrente seguiría excitándola. Tenia que hacer algo, tenía que moverse o se le lanzaría y era él quien tenia que dar el primer paso. Se puso sobre sus rodillas y terminó de deshacerse la trenza, su cabello estaba mas ondulado aun y cayó libre sobre su espalda, estaba sumamente largo ahora, casi le cubría toda la espalda.Es mi primo. –repitió ella. Intentó poner un pie en el suelo y se vio echada nuevamente sobre el colchón pero esta vez con él encima. Nuevamente aprisionó sus manos y las puso sobre su cabeza. Con la mano libre le quitó las bragas. -¡Oye! –medio gritó ella para ocultar un gemido de placer.Él entonces la besó de manera implaca