Que notas

El celular vibraba, una, dos, tres veces.

Los mensajes intercambiados por la joven pareja iban desde un lugar al otro, desde la Argelia hasta Carapungo, convirtiendo la lejura en la cercanía; convirtiendo la comunicación, mediante las maravillas tecnológicas, entre un hombre y una mujer que de otro modo no podrían haber hablado,en algo posible. Hace cincuenta años, el único modo hubiera sido con cartas y misivas, con mensajes que llegarían después de un mes; en la era de la tecnología, esa era relación se volvía posible.

¿No te parece que ya deberíamos de “mimir”?

El mensaje de Julieta hizo sonreír a Emilio, que se apresuró a contestar.

La noche es joven, amada mía. Avísame cuando estés acostada y entonces… nuestro sábado.

"Nuestro sábado". Tras enviar la respuesta, Emilio se acomodó en el sillón viejo y desgastado que le servía como cama, mirando las luces nocturnas que se filtraban por la ventana y se perdían en el cielo. La cobija añeja que cubría su cuerpo apenas servía para palea
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