8. Ebriedad

—Después de todo el inglés resultó más que bien, ¿si o qué?

La voz susurrante de Marco le distrajo un segundo de lo que el ingeniero enseñaba en el pizarrón. Las fórmulas se fundían formando un mosaico casi ininteligible de números que sin embargo, los estudiantes de algún modo debían de entender.

Afuera, el ruido de los buses Translatinos pasando y algunos autos de “adefesiosos” que aceleraban en la avenida Maldonado se dejaba escuchar. Era la última hora de clase de un día lunes, por lo que a Emilio y Marco les esperaba una larga semana por delante.

—Y entonces mija. —Respondió en el mismo volumen, procurando tomar los últimos apuntes del ejercicio de la pizarra—. Vos andas contento vacilando.

—Y vos contento con tu pelada.

Emilio no pudo evitar sonreír ante el recuerdo de ella, su

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