—Espérame a que acabe de recoger mis cosas por lo menos. —Julieta no le miró, guardando un cuaderno en el que había anotado sus notas. Él ya la conocía, con esa fingida indiferencia que generaba expectación, por lo que le esperó y solo pudo sonreírle cuando cruzaban miradas. Estaba feliz, definitivamente feliz, y nada podría cambiar aquello. Por fin, ella se levantó y caminó mientras él la seguía.
Bajaron las gradas, rápidos, y dudando un instante, Emilio se decidió a tomarle la mano. Ella no lo rechazó. Buena señal. Sus dedos se entrecruzaron, estableciendo su vínculo, y sus corazones, después de haber caminado durante algunos pasos, se sincronizaron en una sola melodía.
Al llegar al patio principal, buscaron una grada donde sentarse, alejada de los demás. La cantidad de estudiantes no era la suficiente para provocar demasiado ruido, por lo que pudieron sentarse con tranquilidad, mirándose el uno al otro durante largo rato.
— ¿Así que llamadas en la
Los días del invierno transcurrieron veloces, entre el frío y la constante de que llovería ese día pero que el anterior. La gente de Quito se refugió en sus casas cuando el temporal así lo ameritaba, reparó canaletas dañadas, lidió con granizo y con lluvia torrencial, con ríos de agua que no se terminaban de ir porque los sifones estaban tapadas de b****a que ellos mismo arrojaron. Los padres advirtieron en vano a sus hijos que no jugaron en el agua y luego les pusieron mentol en el pecho cuando estos enfermaron, los trabajadores salían a sus jornadas cubiertos con ponchos gruesos y el viento de las noches provocó estremecimientos en más de uno. En los barrios altos de la ciudad, donde la vida era más simple y a la vez más compleja, las personas miraban como la neblina llegaba en las tardes. De vez en cuando el sol aparecía en el cielo, asomando como un chiquillo travieso, dorado y eterno, indiferente incluso del frío que azotaba a Quito. No era cruel, no era malvado, solo e
—Es que ustedes así son, mija, —Jorge intervino—, se enamoran y luego las manes les hacen tonteras y hasta eso están. Luego vuelven tristes buscando a los panas. —Vos buscas a los penes. —Héctor se rio en su cara después de mirar su expresión. Joel, Kevin y Emilio se carcajearon. —Chucha don Héctor, no me falte el respeto. Uno le da la entrada y usted se carga —a pesar de la queja, el tono del chico era jocoso. —Los dos son par de maricones —Joel no podía quedarse sin intervenir. —Chucha ya habló la mamá —Kevin replicó en lugar de los aludidos. Antes de reírse, Emilio intervino. —¿La mamá? ¿Por qué la mamá? —Porqué es la mamá. — ¿La mamá de quién pues chucha? —La mamá de los carevergas. Sin poder evitarlo, Emilio se rio a carcajadas, acompañado de Héctor y Jorge, quiénes gozaban de lo lindo a costa de Joel, quién en su lugar se puteaba con Kevin. No podían hacer más que reírse y si bien su vocabu
Un día más de sus improvisadas vacaciones, con su novia lejos, sus amigos chuchaqui y una dejadez preocupante, Emilio miraba el techo de su habitación, como un idiota. Releyó los mensajes que envió a su novia, suspiró y sonrió mientras se entristecía, en una ironía que solo podía ser causada por el amor naciente en su pecho. ¿Cuántos días habían transcurrido desde la última vez que vio a Julieta? Demasiados, por supuesto, y la soledad ya le cobraba factura. Ni siquiera se había cambiado de pijama. Ese día se encontraba solo en casa, debido a que su madre y hermanas salieron al centro de salud, por lo que el silencio era su fiel compañero y los pálidos rayos de sol le tocaban el rostro sin provocar calidez. La computadora mostraba una pantalla negra y si bien Emilio quiso acercarse, prenderla y distraerse viendo vídeos, estaba muy lejos. Los minutos pasaron y a punto estuvo de quedarse dormido cuando su celular vibró de repente, arrancándole un susto. E
Porqué en la noche, negra, larga, Sigo pensando en ti, Porqué en el día, brillante, corto, vívido, Sigo y sigo pensando en ti. Será por tu sonrisa linda, O por esos profundos ojazos, Tal vez tu risa, bálsamo para mis oídos, O por como hablas conmigo, en esos ratos largos. Y así sigo pensando en ti, En cada rincón tu recuerdo está presente, Cada espacio, lleno de tu presencia femenina, Y enamorada, soñando, febril toda mi mente. Y en estos pensamientos, una única conclusión, Querer, desear, tú alma y tu ser, Para juntos caminar, de la mano solos tú y yo, Por esa senda, ese camino, que todos llaman noviazgo, Y yo solo le digo amor…
Porqué al verte me río, Por esa viva y fugaz risa cristalina, Porque sonríes cuando te miró, Y haces que también sonría. Gracias por pelear conmigo, Por también hacerme enojar, Porque después me dejas buscarte, Mientras cada día te sueño más y más. Gracias por los infinitos suspiros, Por esos largos momentos compartidos, Porque aunque sean efímeros minutos, Sé que los pase, feliz de la vida, solo contigo. Gracias mi vida por el amor y por todo, Por los besos cálidos, por este infinito cariño, Gracias porque al estar a mi lado, Te aseguro que me siento… mucho más vivo.
No sé cómo comenzar, no sé qué decir, Ni si llorar, ni si reír, No sé cuánto cariño llevo dentro, Tampoco describir todo lo que siento. Pero no quiero hablar de mis dudas… Quiero escribir sobre mis certezas, No quiero que sientas miedo, Quiero me ames, con todas tus fuerzas. Sé que pasamos por mucho antes, Que vivimos, desvivimos, volvimos a vivir, Sé que la vida movió los hilos, Para poder estar, hoy junto a ti. Sé que ahora el presente es lo que importa, Sé que el futuro lo podemos construir, Sé que sentimos muchas cosas, Sé que te quiero, te amo, te adoro, hasta el fin. Sé que estamos juntos. Que tu nombre y el mío, riman con amor, Sé que contigo camino de la mano, que soy feliz, Sé… que me robaste el corazón.
Mientras se encontraba recordando lo sucedido ese día, Emilio miró un punto de la nada. Por supuesto que no quería beber ya, y siempre después de que lo hacía las preguntas del por qué le llenaban la cabeza. La primera vez que lo hizo era apenas un adolescente, con diecisiete años bebió una lata de cerveza que fue suficiente para marearle y hacerle mirar el mundo de forma distinta, extraña. Una manera de apagar el cerebro. Emilio desde siempre pensaba sobre el mundo, sobre él, sobre todo lo que le rodeaba y sobre lo que podía hacer o dejar de hacer. Desde siempre era así, por ello cuando descubrió el licor y se dio cuenta de que le servía para apagar su mente y desconectar las ideas, hubo un tiempo en el que cada semana se embriagaba profusamente. Ahora, bebía no más de una vez al mes y no quería hacerlo más. El ejemplo de alcoholismo que le brindaba su padre y muchos hombres de su entorno era más que suficiente para evitar a toda costa recaer en la misma maldita adic
Te amo, en esta madrugada lo declaro, y mientras te pienso dormida sueño con acompañarte, quiero beber una vez más de tus labios dulce néctar, encontrar en tus brazos buen consuelo, de parte y parte. Te amo, te lo repetiré con devoto fervor mil veces, para que en tu delicada memoria se grabe a fuego, para que cada vez, a cada instante mientras me piensas, sepas que hasta el final, contra todo y por todo, contigo me quedo. Te amo porque te grabaste a hierro y trago en mi alma, y de un millón de lágrimas novecientas noventa y nueve mil fueron para ti, porque fue lo mejor el tiempo que vivimos de besos, letras y sueños contigo, porque siempre te amaré, aunque en un instante como un idiota, yo te perdí.