Apunta y dispara...

Capítulo 4

Natalia

Siento mi cuerpo todo entumecido por las casi cuatro horas de vuelo que estuvimos en el avión, pero aun así al fin habíamos aterrizado en Houston Texas y ahora solamente tocaba tomar un taxi al que darle la dirección que me había dado mi padre. Solamente esperaba que ojalá el taxista supiera llegar a ese rancho porque de verdad me moría por tocar una cama y no despertarme más hasta que saliera el sol del nuevo día.

Mientras íbamos en el taxi podía observar como Sergio miraba todo a su alrededor con bastante atención. Debía admitir que Houston Texas es un lugar bastante bonito y también bastante pintoresco por lo que estoy observando a través del cristal del taxi.

Cuando íbamos en camino hacia el rancho de mi madre, el cual según el taxista ya estaba a pocos minutos, de la nada se escuchó un ruido en la goma trasera del taxi. Lo que obviamente me hizo cerrar los ojos de inmediato porque no podía creer que justo ahora se hubiese pinchado la vendita llanta ¿Es que acaso la naturaleza se ha puesto en mi contra?

– ¿Qué ha pasado? – le pregunto por inercia al taxista, aunque creo conocer la respuesta a eso.

– Al parecer se me pincho la llanta señorita, pero no se preocupe. En un minuto la cambiamos y podemos seguir con el viaje sin ningún problema – dijo el conductor muy amable y yo solamente asentí para recostarme de nuevo en el asiento a esperar.

– ¿Necesita que lo ayude en algo? – pregunta Sergio desde su asiento y el conductor solamente negó con la cabeza. Al parecer mi mayordomo jamás perderá la costumbre de preguntarle a las personas si necesitan ayuda o si necesitan alguno de sus servicios.

– ¿Sergio por qué mejor no te quedas quieto aquí conmigo? Recuerda que no estás en la mansión y que no tienes que estar todo el tiempo preguntando si necesitamos algo.

– Lo siento, señorita, lo tendré en cuenta. Para mí que ya es una costumbre hacerlo, son muchos años ejerciendo el mismo trabajo y me es imposible hacer otra cosa que preguntar si puedo ser útil en algo.

– Lo entiendo, pero tranquilo que no pasa nada, tu siempre eres muy útil – le digo dedicándole una sonrisa y después de eso una idea pasó por mi mente – Sergio desde ahora en adelante quiero que dejes de decirme señorita y me digas solamente Natalia. Mi padre me dijo que las personas de estos lugares no están acostumbrados a tanta formalidad, así que quiero que dejes de hacerlo.

– Bueno, no sé qué decirle. Esto es algo completamente nuevo porque desde que usted cumplió los diez años le vengo diciendo señorita, pero si usted se sentirá más cómoda mientras yo la llamo por su nombre. Pues entonces está bien, siempre que pueda le diré Natalia.

Nuestra conversación se ve interrumpida por un golpe repentino contra el cristal del taxi y en ese momento vemos como alguien tiene sometido al chofer y este trata de empujar a esa persona. Sin embargo, desgraciadamente se le hace imposible seguir haciéndolo debido a que le están apuntando con un arma justo en su cabeza.

De un momento a otro la puerta del auto se abre abruptamente y aunque Sergio intentó protegerme con su cuerpo, ambos fuimos bajados del taxi mientras nos apuntaban a la cabeza. Al parecer el tipo que tenía sometido al taxista no era el único aquí, ya que otros dos estaban justo junto a nosotros. Solamente que uno de ellos tenía cautiva a una jovencita, la cual lloraba desconsoladamente y no quiero ni imaginarme lo que le han hecho.

– Pero miren nada más qué chulada de vieja nos ha traído la suerte – dice el tipo que le estaba apuntando al taxista en cuanto me vio bajar del taxi.

– Al parecer hoy es nuestro día de suerte hermanos, miren que hembra tan buena tenemos aquí ¿De dónde saliste preciosa? ¿No me digas que eres de esas que le gustan los viejitos?– pregunta el que nos apuntaba a Sergio y a mí, pero sin duda su manera de mirarme me dio mucho asco.

– Ustedes no se metan con ella y mucho menos tienen derecho a hablarle de esa manera tan despectiva – dijo Sergio parándose justo delante de mí, ya que aquel tipo intentó tocarme el cabello.

– Vaya, vaya con el viejo. Se ve que tiene su carácter. A ver si sigues con las mismas espuelas cuando te hagamos un hueco en la cabeza y nos llevemos a esa hembra con nosotros para hacer con ella lo que nos plazca – dijo ahora el otro tipo asqueroso que sostenía a la jovencita.

– ¡A ver, ya estuvo bueno! – exclamó el tipo que estaba apuntando al taxista – Saquémosles toda la feria posible que traigan estos dos citadinos y vayámonos de una buena vez. Ya tenemos a la presa que necesitábamos y con ella lograremos nuestro objetivo, tal vez más adelante podamos venir a por esta hembra si se nos apetece.

– Por favor déjenme ir, yo no les he hecho nada – dijo la joven desesperada, quien en un intento de soltarse casi le dan un golpe con un arma justo en su rostro.

– Ni se les ocurra ponerle un solo dedo encima a esa niña, no sean cobardes y suéltenla. Si lo que quieren es dinero yo puedo darles todo lo que traigo en mi maleta. Eso incluidas mis joyas que cuestan una fortuna – digo desesperada para ganar algo de tiempo, aunque en realidad no tengo nada de eso y se ve que la ambición a estos hombres les mueve el piso porque de inmediato pusieron toda su atención en mis palabras.

– ¿Cuánto dinero traes en la maleta? – me pregunta el que le apunta al taxista.

– Traigo mucho y mis joyas todas son de oro con diamantes. Sin embargo, si las quieren, deben soltar de inmediato a la niña y con ese dinero podrán irse de aquí. Nadie nunca los encontrará y esto será como si nunca hubiese pasado.

– Pues ya tronaste pistolita. Saca todo lo que tengas en la maleta que para luego es tarde. Quiero todas esas joyas en este instante y entonces la soltare – dijo el que apuntaba a la niña.

De los tres tipos que estaban a nuestro alrededor, el hombre que tenía a la joven fue el que picó mejor el anzuelo y en cuanto se acercó hacia mí para tomar mi maleta que ya había sido bajada del taxi. En un movimiento rápido le arrebaté la escopeta que traía en la mano y es que como nadie se esperó esa acción de mi parte, sin pestañear siquiera le quite el seguro al arma para luego dirigirla hacia ellos.

– Ahora sí infelices, si se mueven siquiera cinco centímetros les vuelo la cabeza de un solo balazo a cualquiera. Así que tú vas a soltar a las chicas y con tus hermanitos se marcharán de inmediato.

– Estás loca, yo no voy a hacer lo que una vieja como tú me ordene. Así que baja la escopeta muñequita si no quieres que esto se ponga color de hormiga. Dudo mucho que una mujer como tú sepa usar ese tipo de juguetes.

– ¿Ah sí? ¿Crees que una mujer como yo no sabe disparar un alma? ¿Pues entonces qué te parece si lo averiguamos? – pregunto para luego jalar el gatillo y a la primera obtuve un buen tiro directo a su pierna. Uno que obviamente lo hizo chillar de dolor y enseguida la chica corrió hacia mi lado al verse libre.

De un momento a otro los tipos aquellos empezaron a dispararnos con intenciones de matarnos y todos corrieron a esconderse detrás del taxi. No obstante, como si algo se hubiese apoderado de mí, en vez de esconderme seguí disparando hasta darle a otro en el hombro sin temor alguno. Nunca en mi vida pensé que yo haría algo como esto, pero tal vez fue la adrenalina que se me metió en el cuerpo de un momento a otro haciéndome parecer una perfecta matona.

Aquellos tipos sin poder evitarlo se escaparon en una vieja camioneta que estaba escondida entre los árboles y en cuanto todos estuvimos seguros pude respirar con tranquilidad mientras bajaba aquella escopeta con mis manos todas temblorosas.

Todos me miraban como si yo me hubiese vuelto loca o como si hubiese hecho el milagro más grande del siglo. Sin embargo, yo solo salí de mi trance en el momento en el que la joven que ayudé se lanzó sobre mí para abrazarme y al sentirla temblando contra mi cuerpo únicamente me dediqué a abrasarla para que se sintiera segura.

– Muchas gracias, señorita. Gracias por salvarme. Si no hubiese sido por usted esos tipos me hubiesen llevado con ellos y quién sabe qué cosas horribles me hubiesen hecho – me dice ella una vez saca su cabeza de mi pecho y yo solamente le dedico una sonrisa mientras limpio sus lágrimas con mis manos.

– No tienes nada que agradecerme pequeña, de hecho, creo que hasta yo estoy sorprendida por lo que acabo de hacer. Jamás en mi vida había hecho algo parecido y mucho menos había disparado un arma.

– Pues ni se notó señorita y si me deja decirlo es usted una mujer muy valiente – dijo el taxista recontándose en el auto para dejar pasar el susto – Sin duda esos tipos se llevaron una buena lección porque no esperaron a que usted tuviera tan buena puntería aun cuando no había disparado un arma en su vida.

– Pues yo sí que estoy sorprendido Natalia – me dice Sergio palmando mi hombro – Si su padre la hubiese visto hacer eso seguro se muere de un infarto por su imprudencia, pero sin duda esa imprudencia fue la que nos salvó todos incluyendo a esta joven.

– Mi nombre es Paloma del Olmo y vivo cerca de aquí en uno de los ranchos de la región. Esos tipos que me tenían son los hermanos Bravo y ellos están siendo buscados por las autoridades de Houston. Se les acusa por robo de ganado y asaltos en la carretera como el que intentaron hacer ahora. Estaba saliendo de la escuela cuando me atraparon y aunque quise gritar no pude hacerlo por miedo a que me dispararan, además de los delitos que ya he mencionado también se les acusa de asesinato.

– Pues ya lo tienes de que temer Paloma. Yo soy Natalia Alcázar y es un gusto conocerte.

– El gusto es mío, pero qué hace una mujer de ciudad como tú en un lugar como este ¿Acaso está de visita?

– ¿Tanto se me nota que no soy de por aquí?

– Pues la verdad es que sí y más por como vistes con ese hermoso vestido y los tacones altos.

– Pues la verdad estoy aquí porque voy a vivir una temporada en el rancho que era de mi madre, así que justo antes de que esos tipos nos emboscaran en el camino nos dirigíamos a La Indomable.

– ¿Tú eres la dueña de La Indomable? – me pregunta ella sorprendida y la miro extrañada.

– Sí, yo soy la dueña de ese lugar ¿Conoces dónde queda?

– Pues por supuesto que conozco dónde queda y llámalo destino o simple casualidad, pero tu rancho queda justo al lado del mío – dijo ella toda feliz.

– ¿Es en serio? – pregunto sorprendida – Vaya, sí que es casualidad.

– Pues siendo así señoritas, en cuanto arreglemos el problema de la llanta pinchada podremos ir todos hasta allá. La dejaré justo en la entrada de ambos ranchos para que no ocurra otro incidente – dijo el taxista amablemente.

Luego de cambiar la llanta que se pinchó, obviamente no de manera natural, sino debido a unos clavos que seguro aquellos hermanos pusieron en el camino. El taxista nos dejó justo en la entrada de ambos ranchos y era sorprendente el hecho de que uno quedara al lado del otro. Solamente eran divididos por una valla larga, desde la cual se podía ver la entrada de mi hacienda a unos metros de distancia. Sin embargo, justo cuando estábamos bajando del taxi y pago la corrida, aunque el taxista no quería cobrarnos por lo sucedido, me doy cuenta de que aún llevaba la escopeta en la mano. Escopeta que utilice para disparar a esas personas y no me había dado cuenta de que tal vez esto me traiga problemas.

– Paloma, espera – le digo justo en la entrada de su rancho.

– ¿Qué pasa Natalia? Entremos juntas. Quiero que mis padres te conozcan y sepan que me salvaste de esos desgraciados. Lo menos qué puedo hacer por ti es darte la bienvenida con algo de cenar por todo lo que hiciste por mí.

– No tranquila, eso no es lo que me preocupa en estos momentos, más bien me preocupa el hecho de que le dispare a dos personas que ni siquiera había visto en la vida. Quisiera saber en qué tipo de problemas me puedo meter con las autoridades de este lugar por dispararle a alguien y más con un arma que ni siquiera es mía.

– Tú no te preocupes por eso que no te va a pasar nada. Mi tío es el comandante de la policía de Houston y en cuanto le cuente todo lo que pasó él no te hará nada. Uno de los motivos por los cuales me querían esos tipos, era por el hecho de que mi tío es quien los está buscando para hacerlos pagar.

– Bueno está bien, pero de igual manera me gustaría hablar con tu tío. Sé que prácticamente todo fue en defensa propia, pero no quiero problemas y menos estando acabada de llegar a este lugar.

– Tu tranquila, no pasará nada. Si te sentirás más tranquila hablando con mi tío, te aseguro que en cuanto este llegue a la casa le contaré todo y de seguro mi familia estará eternamente agradecida contigo. Demás está decir que desde hoy las puertas de Los Cascabeles están abiertas para ti.

¿Los cascabeles? ¿Por qué escogieron ese nombre para un rancho? No lo entiendo, será algo típico por aquí tener nombres poco usuales para sus ranchos. Sin embargo, al entrar me esperaba un rancho más antiguo o más rústico por decirlo de alguna manera, pero el rancho de Paloma era bastante moderno. Además, a lo lejos se podía ver un gran campo con algunos caballos pastando y alguna que otra vaca que seguramente también se estaba alimentando.

Cuando por fin estuvimos en la entrada de su casa, antes de ingresar sentimos un jaleo terrible que venían desde alguna parte y Paloma obviamente me miró de inmediato. Aquella niña me había hecho correr tras de ella sin entender nada y cuando llegamos a lo que obviamente es un establo, me he quedado sorprendida al ver a un majestuoso caballo negro hermoso como la noche.

No había que ser un experto para saber que el ejemplar delante de mí era uno pura sangre, que obviamente llamó mi atención como ninguno. Eso sin contar que cuando sus ojos oscuros como la noche conectaron con los míos, una sensación de pertenencia se hizo presente dentro de mí. Era como si ese caballo me estuviese hablando a través de su mirada, pero cuando escuché a ese hombre decir que mataría a ese majestuoso animal. Como si algo se me metía otra vez dentro del cuerpo volví a cargar la escopeta y me paré justo detrás de él apuntándole a la cabeza. Al parecer mi vena asesina hoy estaba de buen humor porque no he dejado de apuntarle a cualquiera que se me cruce en el camino sin temor alguno.

– Tú que le tocas un solo pelo a ese caballo y yo que te disparo en la cabeza de la misma manera que se lo hagas a él.

En el momento en el que dije eso mi voz salió más autoritaria que de costumbre y cuando me detengo justo frente a ese hombre, sin duda delante a mí tenía a otro ejemplar pura sangre. Uno al que jamás olvidaría debido a lo impresionante que era su buen parecido, pero por muy impresionante que sea no le quita el hecho de que estaba a punto de matar a ese animal indefenso.

– ¿Y tú quién diablos eres? – es lo primero que sale de la boca de ese patán, pero que ni crea que me dejaré intimidar por el tono de su voz.

– Eso a ti no te importa, pero quiero saber cuánto pides por el caballo que quieres matar – le digo de inmediato y este me ve como si me hubiese vuelto loca.

– No quiero nada por ese maldito caballo, solamente quiero acabar con su existencia porque por su culpa uno de mis hermanos está gravemente herido en el hospital.

– Pues entonces regálame el caballo si no lo quieres vender, yo me quedo con él. Lamento lo que sea que le haya pasado a uno de sus hermanos, pero el animal no tiene por qué pagar con su vida – le digo de inmediato y todos a mi alrededor se me quedan observando incluido Sergio. Quien no esperaba que yo hiciera esto.

– Mira no sé quién sea usted y tampoco me importa, pero usted está completamente loca. Ese caballo es un demonio y no pienso dejarlo seguir respirando para que le haga daño a más personas.

– Pues entonces tendrá que pasar por encima de mí porque como le dije. No pienso permitir que le haga daño al caballo ¿Cómo la vez? Haber si tienes tantas agallas como para pasar por encima de mí.

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