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Capítulo cuatro

Narra Idally:

Los días han pasado volando y sin darme cuenta hemos llegado al día indicado, hoy es la fiesta, todos los vampiros están invitados, los más importantes de todo el mundo.

—¿Estas lista cariño?—cuestiono mi madre con una sonrisa mientras entraba a la habitación.

Sonreí forzadamente—Si madre, ya estoy lista—me acerque a ella y la abrace—Esto es por Jordán, por el reino.

Ella asintió—Ya lo sabes cariño, por el reino se hace posible hasta lo que tú crees imposible.

Si, esa es la frase que juras desde pequeña cuando naces para gobernar el reino.

Exacto—reí—por el reino, por ustedes, por Jordán haré lo que sea, no importa nada.

Si estuvieras aquí sería tan feliz Axel, daría lo que fuera por mirarte.

Lo se cariño—admitió—tú eres única pequeña.

¿Han llegado los invitados?—cuestione en voz baja.

Claro, aunque algunos aún faltan—aclaro—No olvides sonreír.

Reí ante su recordatorio—Jamás lo olvidaría, después de todo, acepte esto.

Mi madre salió de la habitación, termine de arreglarme después de algunos minutos, salí por la puerta y comencé a bajar escaleras.

Todos estaban reunidos en la sala, unos venían sangre, otros conversaban, me miraron mientras bajaba por las escaleras, sus miradas me hacían sentir nerviosa.

Al terminar de bajar las escaleras un aroma exquisito llego a mis fosas nasales tanto como un aroma ya conocido, mi mundo inmediatamente se detuvo.

Ese aroma le conocía muy bien... Era suyo. Era de él... Axel.

No sabía qué hacer, no sabía hacía que aroma dirigirme, ni cómo era posible que sintiese el aroma de Axel, si él ya no estaba vivo.

Camine a paso lento siguiendo el aroma que tan bien conocía, camine a través de varias personas hasta llegar al comedor, ahí estaba él.

Él se encontraba parado sosteniendo la mano de una joven, mi corazón se detuvo.

¿En verdad era Axel?

¿Quién era ella?

¿Por qué estaba con ella?

Tenía muchas preguntas en la mente, la primera tenía respuesta, él, si era Axel y las demás preguntas, no.

Me acerque a ambos con una sonrisa fingida.

—Buenas noches—hable sonriendo—Buenas—murmuro el joven con una sonrisa.

Ella no se dignó a hablar, yo quería saber si era él, entonces le pregunte—¿Cuáles son sus nombres?

Ella es Clarisa—señalo a su acompañante—yo soy Axel y ¿usted cómo se llama?

Es él, tengo frente a mí al hombre que he amado.

—Soy Idally ¿no me recuerdas?—no pude evitar preguntarle

El me miro dudoso, ella le miro desconcertada, como si supiera algo que ni el, ni yo supiéramos e inmediatamente respondió—Él no te conoce—alterada

El negó con la cabeza—No creo—murmuro confundido

Si nos conocemos—yo estaba segura que era Axel—Como pudiste olvidarme, no recuerdas lo que me dijiste.

—No sé de qué hablas—negó, la mujer se apegó a él y hablo—Lo estas confundiendo, él es mi novio, jamás ha estado por aquí.

¿Novio? ¿Qué demonios esta pasado?

No entiendo.

Él debería recordarme.

Estaba a punto de decirle que él y yo éramos pareja, que tenía un hijo pero en ese momento otro problema apareció, un joven llego, me tomo de la mano y me obligo a caminar lejos de ellos, no sin antes decir.

—Disculpen, no volverá a molestarlos—murmuro para luego sacarme de ahí.

No pude verle el rostro sino hasta cuando ya nos encontrábamos en el pateo de la casa, en ese momento su aroma llego a mis fosas nasales. Era el, él era el vampiro destinado a mí, el vampiro que me amaría por la eternidad.

—¿Cómo pudiste confundirme hermosa? creo que después de todo aun eres novata—expreso riendo

No lo confundí con nadie, yo iba por Axel, por él, está vivo, no debería perder mi tiempo aquí, debería estar ahí, haciéndole entrar en razón, intentado saber porque no me reconoce.

Él dijo que yo siempre seria su destino aun asi el volviera a la vida, que estábamos destinados desde un inicio.

le mire—No te confundí—negué con la cabeza—Le conozco a él.

El no parece conocerte—hablo riendo.

No es gracioso, no debería reírse, aquel hombre es mi esposo, el padre de mi hijo y esta con vida y con otra mujer que dice ser su novia.

Usted no sabe nada—dije enfada—no tengo tiempo para perder con usted, debo hablar con él.

Me dispuse a pasar de él, dejarle ahí para hablar con Axel, para hacerle recordar, pero el tipo tomo de mi brazo.

—No puedes irte, te encontré, eres mía—reprocho—¿Sabes por cuanto tiempo te he buscado?

¿y tú sabes por cuánto tiempo le he extrañado? ¿por cuánto tiempo anhelé que volviese, que el volviese a la vida? ¿por cuánto tiempo le he llorado?

No tengo porque estar escuchando sus palabras, el amor de mi vida esta con vida de nuevo, lo peor, parece no saber de mí, debo estar ahí, él debe recordarme, debe verlo a él, a su hijo.

No, no lo sé—grite—No me interesa, debo volver—dije histérica.

Dame una razón para dejarte ir—pidió enojado—¿Quién es él? ¿Por qué debes hablar con él?

No la hay—me solté de su agarre bruscamente—El, lo es todo para mí, es simple de comprender.

Corrí como pude hacia la casa pero al llegar, no estaba el, se habían ido, mi corazón dejo de latir, lágrimas bajaron por mis mejías y mi madre me miraba horrorizada.

—¿Qué sucedió cariño?—me pregunto dulcemente, los invitados no notaron nada.

Él estaba aquí—me forcé a hablar con el nudo en la garganta—Axel, le vi, volvió a la vida.

¿Dónde está?—mi madre se interesó inmediatamente en el tema.

Estaba con otra mujer, el parece no recordarme—murmuré, en ese momento aquel hombre apareció junto a nosotras.

y como si nada se metió en la plática que teníamos nosotras.

No sé quién haya sido él—murmuro llamando la atención de ambas—Pero no es lindo ver a mi pareja llorar por un tipo que no soy yo.

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