POV. NARRADOR.— ¿Dónde estás? — No te pienso decir.— Sabes que puedo encontrarte con solo chasquear mis dedos.— Quiero ver que intentes eso.— No necesito intentarlo, solo necesito ordenarlo.— Padre — dijo la hermosa y exótica mujer de labios gruesos, ojos verdes como el jade, piel tersa y llena de pecas —, ya no soy una niña, no me puedes mantener encerrada en ese castillo que construiste para mí.— No construí ese castillo para tí, lo construí para mantenerte alejada de las personas a las que puedes hacer daño.— ¿Tan mala crees que soy? — la mujer río.— Estás enferma, tu mente está enferma.La chica llevaba un gran vaso de papel lleno de café caliente, las palabras de su padre la alteraron al punto de apretar con fuerza y que el contenido se derramará sobre su mano.Pero ella estaba inmobil, parecía que no hubiese caído nada sobre su mano.— Ya no me puedes atrapar, vine por lo que es mío.— Él no es tuyo.— ¡POR QUÉ ESA ZORRA ME LO QUITO! — Varias personas voltearon a mirarla
POV. LUCÍA.Bajé del auto, empujando suavemente la carriola en la que descansaba mi pequeño hijo Theo, apenas deunos cuantos meses. El sol matutino brillaba sobre los jardines del orfanato de SummerHill, un lugar conocido por su compromiso con los niños menos favorecidos. Estaba demasiado emocionada por continuar el trabajo filantrópico de Sebastián, un proyecto personal que había comenzado justo cuando descubrí la verdadera persona que mi esposa es. Mientras caminaba hacia la entrada del edificio, me encontré con Carmen, quién traía en otra carrilla a su pequeña hija, que tenía tal vez unos meses menos que Theo. —¡Lucía! Me alegra tanto que hayas venido —dijo Carmen con una sonrisa, mientras saludaba al pequeño Theo con ternura.—No podía faltar. Estos proyectos son muy importantes para mí —respondí inclinándome para besar a su pequeña en la frente antes de girarme de nuevo hacia Carmen—. Estoy tan contenta de que podamos hacer una diferencia aquí.Mientras entraban en el edificio, u
POV. SEBASTIÁN.— ¿Ya se durmió? — Loren traía entre las manos una taza de té y apenas si me sonrío.— No está bien, esto… La desestabilizó.— Gracias por quedarte.— Siempre Seb. Lucía es como mi hermana y es lo minimo que puedo hacer por ella. — Gracias.— ¿Hablaste con Oli y Elijah?— Sí, acabo de colgar, están abajo esperando por ti.— De acuerdo, entonces me voy.Loren me dio la espalda y la vi marcharse, suspire y respire pesadamente.Estaba cansado, creí que los problemas que seguirián en mi vida serían caídas de los niños, sus berrinches, rebeldía en la adolescencia, tal vez alguna que otra pelea.Pero las fotos que Bryan me enseñó, y que esa m*****a loca llegará a mi familia, eran un golpe que no esperaba.Cuidadosa, meticulosa, perfeccionista, estricta, no dejaba nada al azar, cada cosa que hacía era perfecta o no se hacía. Y como lo fue en el trabajo supongo que será en esta pelea.Me acerqué a la cama y me desnude sin dejar de mirar a Lucía, la angustia en sus ojos, sus lá
POV. SAMANTHA. — Tengo que ir a trabajar. — Eres mi mujer, no necesitas trabajar — las palabras de Bryan eran tentadoras, muy tentadoras, pero por más de que mi cuerpo pedía a gritos otro orgasmo, decidí levantar mi trasero de la cama.Amaba profundamente a Bryan y aunque habían pasado meses desde su llegada y uno exactamente desde que esa misteriosa mujer había secuestrado al pequeño Theo, la verdad es que no podía dormirme sobre la vida de ensueño que estaba viviendo, porque me había jurado a mí misma no volver a confiar tan ciegamente. Dos hombres habían llegado a mi vida a pintarla de colores, a llenarla de flores, a rodearme con atenciones y a hacerle creer que yo era el centro de la vida de ellos, para que luego al final simplemente decidieran irse por qué habían otras prioridades. Tal vez eso era lo más doloroso para mí, que ellos siempre fueron mi prioridad y yo nunca fui la suya. Así que por esa razón simplemente yo no podía soltarme y confiar del todo en la presencia de
Lucía caminaba lentamente por el pasillo del hospital, en shock. Sus pasos resonaban en el frío suelo de mármol, cada uno más pesado que el anterior. La noticia que había recibido hacía apenas unos minutos seguía repitiéndose en su mente, como un eco interminable. Sentía un nudo en la garganta y sus manos temblaban ligeramente. Estaba asustada y poco convencida de lo que le acababan de decir, como si su mente se rehusara a aceptar la realidad que ahora enfrentaba. Miraba a su alrededor, buscando alguna señal que le indicara que todo era un mal sueño del que pronto despertaría, pero los rostros serios y las miradas preocupadas de los médicos y enfermeras sólo confirmaban lo inevitable.— Está embarazada — fue lo que le dijo el doctor con una sonrisa en la cara que ella no supo interpretar.— ¿Qué? —preguntó incrédula —. No, eso es imposible, yo no puedo estar... ¿embarazada?El doctor asintió con firmeza, sin perder la sonrisa.— Los análisis no mienten, Lucía. Todos los signos están a
Lucía estaba perpleja mirando a Sebastián mientras que se alejaba de ella de la manera más tranquila.¿Cómo sabía que estaba embarazada? ¿No había nada oculto entre el cielo y la tierra para ese hombre? Lucía se quedó allí, luchando por procesar lo que acababa de suceder. La intrusión de Sebastián en su vida en un momento tan vulnerable solo añadía más sombras a su ya complicado panorama. Pero una cosa era segura: debía descubrir la verdad.Sebastián caminó hasta la oficina del director, se sentó cómodamente en la silla principal y esperó a que el calvo y anciano hombre entrara.— Señor Waldorf — dijo casi con miedo el director del hospital.— Vengo a recompensarlo.— Yo... Por favor, si lo que hice por usted se llega a saber, mi vida profesional estará destrozada.— ¿Lo que yo le hice hacer? ¿O será más bien lo que usted hace por dinero? Ambos sabemos que no soy el primero en venir a ofrecerle dinero por una que otra jugada sucia — dijo con arrogancia y una sonrisa —. No seamos hip
Lucía tenía una herida que no sanaba, una rabia que no se apagaba, durante sus 4 años de matrimonio había sido fiel, leal, respetuosa y Sebastián no le había dado nada. Mucho la señalaron a pesar de ser la mujer honorable y respetada, rápidamente Lucía pasó de ser una dama casada de alta sociedad a ser la culpable absoluta de su divorcio y sobre todo de dejar a un hombre tan increíble y casi perfecto como parecía ser Sebastián, eso solo porque la mayoría no lo conocía de verdad. Y aunque así era la sociedad sin importar el nivel social, la mujer siempre sería tachada sin importar las circunstancias, a Lucía poco a nada le importaron los rumores y chismes que se generaron en torno a su divorcio, ella simplemente levantó su cabeza y se recordó que era mucho más que solo una mujer divorciada. Que si ella quería, se podía adueñar del mundo. Ella no podía dejar de recordar aquel día en el que sintió la humillación más grande de su vida, cuando por primera vez vio con sus propios ojos la
— ¿De qué se trata esto? — Dan aparcó su auto frente al edificio en el que vivía Lucía.— ¿Quieres entrar? — le respondió ella, omitiendo la pregunta de su acompañante. Dan tenía la firme intención de aclarar su situación con Lucía, pero no podía negar que su corazón estaba demasiado dolorido y herido.Nunca pudo ver a Lucía con los ojos de una simple amistad. Desde que eran unos niños, la admiro, no solo por su belleza que la diferenciaba muy por encima de las chicas de su edad o las más maduras si no también por su actitud, por su rebeldía y por su carácter fuerte.— Gracias — Dan recibió la taza caliente con el café.Dejó que el olor lo invadiera y se sintió complacido por la atención de Lucía, sin embargo la pesadez en su pecho y la decepción no desaparecieron.— Debiste… Tú pudiste decirme que tu y Sebastián, seguían… — ¿No confías en mí? — La pregunta de Lucía lo tomó por sorpresa. — Lucía, estás embarazada y tu ex esposo dijo delante de muchas personas que era suyo.— Ni si