Pocos minutos después, Lebron salió de la pequeña habitación. Pude ver en su rostro una luz inusual, como si la simple conversación con su hija lo hubiera llenado de una profunda paz que rara vez dejaba entrever.Con un suspiro, sacó su teléfono una vez más y, con un gesto casi reverente, me mostró la pantalla. Allí, en la foto, una niña de piel morena y cabello ondulado, negro como la noche, me miraba con ojos que reflejaban una inocencia pura. Sus pestañas largas y perfectas enmarcaban una mirada que me resultaba inconfundible: eran los ojos de Lebron, casi idénticos, como si el mismo reflejo se replicara en dos almas distintas. —Ella se llama Sabrina—dijo Lebron—Es mi todo. Por ella, soy capaz de hacer cualquier cosa.Las palabras resonaron en el aire, impregnadas de una verdad innegable. Lebron, el hombre que siempre parecía inquebrantable, dejaba entrever un amor tan poderoso que podría derribar cualquier barrera, desafiar cualquier destino.Y en ese momento, comprendí que Sabri
El coche se lanzaba por la carretera como una bestia desencadenada, cada sacudida me hacía sentir que mis costillas estaban a punto de perforar mi pecho. La taquicardia era inminente. A mi lado, Lebron desenfundó su arma con la rapidez de un relámpago, manteniéndola con firmeza mientras dominaba el volante con una mano firme. Detrás de nosotros, el coche rival rugía con igual ferocidad, como un depredador al acecho, buscando el momento preciso para darnos caza. Su plan era evidente: querían atravesarse en nuestro camino, detenernos a cualquier costo.Pero la ira implacable de Lebron no les permitió salirse con la suya. Apretó el acelerador con una furia que hacía temblar el asfalto. Grité, desgarrándome la voz.De repente, la persecución alcanzó un clímax aterrador. La velocidad era tan intensa que el coche empezó a tambalearse como un barco en una tormenta. Un giro brusco, y todo se desmoronó. El auto se levantó del suelo, volando en el aire. Hasta caer al piso y golpearnos. No podí
La puerta se abrió lentamente, y los pasos que había escuchado se detuvieron justo en la entrada. Alex permanecía en silencio, observando a las figuras que habían llegado. Pero antes de que pudiera ver quiénes eran, Alex cerró la puerta de golpe, bloqueando a esos desconocidos en el pasillo. Se giró hacia mí, su expresión había cambiado de satisfacción a algo más oscuro, casi divertido.—Celine —dijo con una voz baja y peligrosa—hay algo que debes saber.No sabía a qué se refería, pero mi instinto me gritaba que nada bueno podía salir de sus labios.—¿Qué quieres decir, Alex? —Mi voz tembló, traicionando mi intento de mantenerme firme.Él se acercó lentamente, inclinándose hacia mí hasta que su rostro quedó a centímetros del mío. Su aliento, cálido y desagradable, rozó mi piel cuando susurró:—Estás embarazada, Celine.Las palabras golpearon mis oídos con una fuerza devastadora. Mi mente se negó a procesar lo que acababa de escuchar. No, eso no podía ser verdad. Lo miré, buscando algú
Pero aún así, no podía simplemente rendirme. Sabía que debía seguir luchando, buscando una salida. Y, más que nunca, necesitaba descubrir quién estaba traicionando a Lebron desde adentro. Si podía desenmascarar a esa persona, tal vez podría girar las tornas a mi favor.—Nunca me uniré a ti, Alex—murmuré, fijando mi mirada en sus ojos—No importa lo que me digas o lo que creas tener en tu poder. Haré todo lo posible para detenerte.Alex soltó una risa baja, como si encontrara divertida mi resistencia.—Veremos, Celine. Veremos —respondió, levantándose de la silla y caminando hacia la puerta—Ahora, descansa. Tienes mucho en qué pensar.Con esas palabras, salió de la habitación, dejando la puerta entreabierta. El eco de sus pasos desapareció en el pasillo, y el silencio volvió a caer sobre la habitación. La oscuridad y el silencio se sintieron más opresivos que nunca, pero mi mente seguía girando, buscando alguna forma de salir de aquí.Solté un suspiro profundo y agotado, cerrando los oj
CelineNo sé cuántos días han pasado. El tiempo se diluye entre la oscuridad y la luz que se turnan en la ventana. Mis huesos arden de dolor; esta postura forzada me está destruyendo. Estoy agotada, cada fibra de mi ser clama por descanso.—Es hora de la comida—anunció Alex con voz fría, mientras se sentaba frente a mí. En sus manos, trae una bandeja con un sándwich de queso y pollo. Mi estómago se retorció de hambre, los días sin comer pesaban sobre mí como una piedra. Pero no quería comer nada, que viniera de ese maldito.—Sabes, Celine, si no quieres comer, no lo hagas—dijo con una sonrisa torcida—Pero recuerda, la criatura que llevas dentro no puede permitirse el lujo de tu orgullo. ¿Lo estás castigando también?Sus palabras eran una burla cruel, un veneno disfrazado de preocupación. Mi mirada, antes apagada, se encendió con una rabia contenida.—Alex, juro que te arrepentirás de todo lo que me estás haciendo—espeté con voz firme—Cuando Lebron venga, te destrozará.Alex soltó un
Mientras mordía a Alex, el me golpeaba la cabeza, con sus puños, era doloroso, Pero debía seguir, y sin pensarlo dos veces, levante la mano libre y, con todas mis fuerzas, clave mis uñas en el ojo de Alex.El grito que él emitió fue gutural, un sonido lleno de dolor y furia. Instintivamente, detuvo sus golpes, y llevó sus manos hasta su rostro, mientras me maldecía, en ese momento, aproveché el momento que tanto necesitaba. Para escapar.Alex se tambaleó, su mano cubriendo el ojo herido mientras la sangre comenzaba a manchar su rostro. Por mi parte no perdí tiempo. Con una rapidez que ni yo misma sabía que poseía, giré sobre mis talones y corrí hacia la puerta. El aire estaba cargado de tensión, pero todo lo que podía escuchar era el latido de mi propio corazón. Sabía que mi única oportunidad era alcanzar esa puerta antes de que Alex se recuperara. Mis dedos rozaron la perilla, el frío metal envío un escalofrío por toda mi espalda.—Atrápenla!—gritó Alex desde lo lejos.El terror se
Mi corazón se detuvo por un instante, como si el tiempo se congelara. Lentamente, me giré, y allí estaba él. Lebron... Mi Lebron.El alivio me golpeó con tal fuerza que mis rodillas casi cedieron. Lebron, la persona en la que había confiado todas mis esperanzas, estaba aquí. El miedo que había estado devorándome durante días se desvaneció, reemplazado por una oleada de emociones que no pude contener. Mis ojos se llenaron de lágrimas, y antes de darme cuenta, me encontré abrazándolo con toda la fuerza que me quedaba, como si mi vida dependiera de ello.El calor de su cuerpo, el sonido de su respiración regular, todo era tan real, tan reconfortante. Las lágrimas rodaron por mis mejillas, empapando su camisa, mientras me aferraba a él, incapaz de contener el torrente de emociones que se desbordaba dentro de mí. No podía hablar, solo sollozaba incontrolablemente, dejándome llevar por el alivio y el cansancio que finalmente me alcanzaron.Lebron me sostuvo con fuerza, sus brazos envolviénd
Volteamos lentamente hasta encontrarnos con el rostro desencajado de Alex. En sus manos, tenia un arma de color negro que relucía con una amenaza muda. —Así que, finalmente viniste a salvarla —la voz de Alex era un susurro envenenado—. Siempre supe que te gustaban las causas perdidas. Corriste por Celine, pero cuando fue Isabell, ni te inmutaste. ¿Qué tiene ella que no tenga tu preciosa novia?Me aferré con fuerza a los brazos de Lebron, buscando consuelo en su presencia. Él, con los ojos fríos como el acero, se mantenía firme, pero pude sentir la tensión en sus músculos.—Déjanos ir, Alex. Sabes que estás fuera de control —dije, mi voz quebrándose. Era como hablar con un muro, con alguien a quien la razón ya había abandonado hacía tiempo.Alex soltó una carcajada seca, su mirada se oscureció aún más, como si cada palabra que pronunciaba lo consumiera.—¿Fuera de control? Tú no entiendes nada. Yo no estoy loco, ¡es el mundo el que está enfermo! —gritó—. Pero claro, tú no lo verías. E