CelineNo sé cuántos días han pasado. El tiempo se diluye entre la oscuridad y la luz que se turnan en la ventana. Mis huesos arden de dolor; esta postura forzada me está destruyendo. Estoy agotada, cada fibra de mi ser clama por descanso.—Es hora de la comida—anunció Alex con voz fría, mientras se sentaba frente a mí. En sus manos, trae una bandeja con un sándwich de queso y pollo. Mi estómago se retorció de hambre, los días sin comer pesaban sobre mí como una piedra. Pero no quería comer nada, que viniera de ese maldito.—Sabes, Celine, si no quieres comer, no lo hagas—dijo con una sonrisa torcida—Pero recuerda, la criatura que llevas dentro no puede permitirse el lujo de tu orgullo. ¿Lo estás castigando también?Sus palabras eran una burla cruel, un veneno disfrazado de preocupación. Mi mirada, antes apagada, se encendió con una rabia contenida.—Alex, juro que te arrepentirás de todo lo que me estás haciendo—espeté con voz firme—Cuando Lebron venga, te destrozará.Alex soltó un
Mientras mordía a Alex, el me golpeaba la cabeza, con sus puños, era doloroso, Pero debía seguir, y sin pensarlo dos veces, levante la mano libre y, con todas mis fuerzas, clave mis uñas en el ojo de Alex.El grito que él emitió fue gutural, un sonido lleno de dolor y furia. Instintivamente, detuvo sus golpes, y llevó sus manos hasta su rostro, mientras me maldecía, en ese momento, aproveché el momento que tanto necesitaba. Para escapar.Alex se tambaleó, su mano cubriendo el ojo herido mientras la sangre comenzaba a manchar su rostro. Por mi parte no perdí tiempo. Con una rapidez que ni yo misma sabía que poseía, giré sobre mis talones y corrí hacia la puerta. El aire estaba cargado de tensión, pero todo lo que podía escuchar era el latido de mi propio corazón. Sabía que mi única oportunidad era alcanzar esa puerta antes de que Alex se recuperara. Mis dedos rozaron la perilla, el frío metal envío un escalofrío por toda mi espalda.—Atrápenla!—gritó Alex desde lo lejos.El terror se
Mi corazón se detuvo por un instante, como si el tiempo se congelara. Lentamente, me giré, y allí estaba él. Lebron... Mi Lebron.El alivio me golpeó con tal fuerza que mis rodillas casi cedieron. Lebron, la persona en la que había confiado todas mis esperanzas, estaba aquí. El miedo que había estado devorándome durante días se desvaneció, reemplazado por una oleada de emociones que no pude contener. Mis ojos se llenaron de lágrimas, y antes de darme cuenta, me encontré abrazándolo con toda la fuerza que me quedaba, como si mi vida dependiera de ello.El calor de su cuerpo, el sonido de su respiración regular, todo era tan real, tan reconfortante. Las lágrimas rodaron por mis mejillas, empapando su camisa, mientras me aferraba a él, incapaz de contener el torrente de emociones que se desbordaba dentro de mí. No podía hablar, solo sollozaba incontrolablemente, dejándome llevar por el alivio y el cansancio que finalmente me alcanzaron.Lebron me sostuvo con fuerza, sus brazos envolviénd
Volteamos lentamente hasta encontrarnos con el rostro desencajado de Alex. En sus manos, tenia un arma de color negro que relucía con una amenaza muda. —Así que, finalmente viniste a salvarla —la voz de Alex era un susurro envenenado—. Siempre supe que te gustaban las causas perdidas. Corriste por Celine, pero cuando fue Isabell, ni te inmutaste. ¿Qué tiene ella que no tenga tu preciosa novia?Me aferré con fuerza a los brazos de Lebron, buscando consuelo en su presencia. Él, con los ojos fríos como el acero, se mantenía firme, pero pude sentir la tensión en sus músculos.—Déjanos ir, Alex. Sabes que estás fuera de control —dije, mi voz quebrándose. Era como hablar con un muro, con alguien a quien la razón ya había abandonado hacía tiempo.Alex soltó una carcajada seca, su mirada se oscureció aún más, como si cada palabra que pronunciaba lo consumiera.—¿Fuera de control? Tú no entiendes nada. Yo no estoy loco, ¡es el mundo el que está enfermo! —gritó—. Pero claro, tú no lo verías. E
De vuelta a casa, el ambiente en el auto era sofocante, cargado con una tensión que apenas podía soportar. Lebron no dijo una sola palabra; su mirada estaba fija en la carretera, como si se aferrara a ella para no enfrentarme. Ese silencio me desgarraba. Necesitaba que me dijera algo, cualquier cosa. ¿No pensaba preguntarme cómo había estado estos días sin él? ¿O cómo estaba nuestro bebé?El peso de su indiferencia era insoportable, así que rompí el silencio con la voz temblorosa:—¿Qué harás ahora que estoy embarazada?Lebron apretó la mandíbula antes de soltar una respuesta que me heló el alma.—Celine, no sé qué pensar… solo déjame, ¿sí?Sus palabras eran como cuchillos, cada una cortando un poco más profundo. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero aún así murmuré.—Lebron, no fue mi intención quedar embarazada…El golpe de su respuesta fue fulminante.—Celine, cierra la boca. Te vuelves cansona.—¿Cómo que cierre la boca?. Acaso no ves la gravedad del asunto—me siento agobiada, co
—Nadie se mueve, ¡todos al piso!—gritó un hombre con voz rasposa, mientras sostenía una metralleta en sus manos. En ese preciso instante, salieron dos más desde el parque, como si nos hubieran estado acechando desde un principio.—¿Qué vamos a hacer, Lebron? —susurré, mi voz apenas en un hilo, mientras apretaba sus manos con desesperación.Lebron cerró los ojos, y en ese gesto supe que se había rendido. Podía sentir cómo su esperanza se desvanecía, y entonces, soltó mis manos. Fue como si el mundo se derrumbara en ese momento; la conexión que me mantenía firme se había roto.—Todo estará bien —dijo con voz quebrada, aunque ninguno de los dos lo creía.—¡Amarren a estos desgraciados y súbanlos al auto!—ordenó el hombre de la metralleta. Fue en ese momento que supe que estábamos perdidos. A mí me arrastraron sin piedad hacia un coche, donde un conductor con la mirada fría y vacía me esperaba. A mi lado, un joven de expresión cínica se acomodó, mientras a Lebron lo subían en otro vehícul
Mi instinto de supervivencia gritaba en mi interior: ¡Escóndete!. Sin perder tiempo, me deslicé rápidamente detrás de unas hojas, apenas conteniendo el aliento. Desde allí, con los ojos fijos y el corazón acelerado, vi cómo llevaban a Lebron. Lo reconocí al instante, su figura abatida, con la cabeza baja, y el peso de la tristeza reflejado en su postura. Uno de los hombres le apuntaba con un arma en la cabeza. Mi corazón se hizo trizas, el dolor de la impotencia me desgarraba por dentro. No podía hacer nada.No obstante, sin dudar, decidí seguir el auto. Por suerte, avanzaba despacio, como si los hombres estuvieran buscándome, o tal vez no... ¿Qué los hacía ir tan lentamente?. No lo sabía, pero sus movimientos me daban la oportunidad perfecta para mantenerme a su ritmo, hasta que llegamos al lugar donde mi pesadilla comenzó: la casa donde Alex me había retenido la última vez.—¡Baja, maldito!—rugió uno de los hombres, mientras le apuntaba a la cabeza a Lebron.El sonido tembloroso de
Veía cómo arrastraban a Lebron como a un perro, hacia lo que parecía ser su último día. Las palabras de Alex resonaban en mi mente: "Lo voy a matar". No podía permitirlo.Con el arma en mis manos temblorosas, no sabía si el temblor venía de la rabia o del miedo. Lo único que me detenía de salir como una loca desquiciada y disparar era la certeza de que si lo hacía, moriría. Respiré hondo y esperé pacientemente, aunque cada segundo dolía como una eternidad.De repente, las puertas se cerraron de golpe. Los hombres de Alex salieron dispersos, buscándome. Limpié con prisa los mechones de cabello empapados de sudor que se metían en mi boca, cerré los ojos y conté hasta cinco. Al terminar, salí sigilosamente e intenté abrir el portal, pero estaba cerrado. Tenía que encontrar otra entrada. Rodeé la casa hasta llegar a unas rejas que me conectaban directamente con la escena: Lebron y Alex. Alex abofeteaba a Lebron una y otra vez, pero él no emitía ni un solo quejido. Solo lo miraba con un od