Aurora sintió un nudo en la garganta, y con la voz temblorosa, miró al doctor.—Es Juana —dijo con suavidad, como si al pronunciarlo todo se volviera real.Álvaro la estrechó aún más contra su pecho, dejando que el nombre de su hija quedara grabado en su alma. El camino del perdón aún era incierto, pero en ese momento, lo único que importaba era que Juana tenía a sus padres. Y que, de alguna manera, eso era el inicio de algo nuevo.Valen caminaba de un lado a otro en el pasillo, cruzado de brazos, con la ansiedad marcada en cada paso.—Este amigo mío se está tomando su tiempo —murmuró, sin poder quedarse quieto.Clara, con una paciencia que solo ella podía tener con él, le rodeó los hombros y apoyó la cabeza en su brazo.—Álvaro tiene mucho por hacer —susurró—. Déjalo respirar, darle su espacio. Sé que Aurora tiene un gran corazón… y que ya dio un paso importante al dejarlo estar ahí.Valen resopló, pero asintió.—No lo sé, Clara. No lo sé… —admitió, con la voz cargada de emociones—.
Aurora quedó dormida y Clara aprovecho para ir a tomar un café y a buscar a Álvaro para que quede con ella . En ese momento que nadie se imagina ,Joseph había conseguido uir de la sala donde lo estaban revisando. .Había golpeado al médico y al guardia que lo estaba custodiando .Se estaba haciendo que estaba muy dolorido para poder ir al mismo hospital que llevaron a Aurora. Se cambió de ropa ya era el maestro del camuflaje. Está vez ni Álvaro y ni Aurora pensaban que ese tipo se metería en la habitación para hacerle daño a Aurora. El regreso de la sombra La jefatura de policía estaba en completo movimiento. El jefe Funes tenía todo listo para armar un caso sólido contra Joseph, quien había sido trasladado al mismo hospital donde Aurora estaba internada. Sin embargo, en un descuido imperdonable, el hombre logró escapar. Nadie supo si fue por incompetencia o corrupción dentro de la fuerza, pero lo cierto era que Joseph estaba libre, y tenía una sola cosa en mente: venganza No huyó. No
El hospital se había convertido en un hervidero de murmullos. EI incidente con Joseph no solo había dejado secuelas emocionales en Aurora y Álvaro, sino que había desatado una tormenta legal. Álvaro no sabía exactamente cómo había ocurrido.Todo había sido un caos. Solo recordaba el forcejeo, el instinto de proteger a Aurora, el cuchillo en la mano de Joseph, la adrenalina recorriéndole el cuerpo... Y luego, la sangre. Cuando los oficiales se Ilevaron a Joseph, lo notaron malherido. Un corte profundo en el abdomen, posiblemente por su propia arma, o quizás por el imnacto contra el suelo en la pelea pero eso no importaba. que importaba era que ahora Joseph lo estaba acusando de "Intento de homicidio." Era absurdo. Él solo había defendido su vida y la de Aurora. Sin embargo, el protocolo se activó de inmediato.Un sumario interno, una investigación formal. Aunque no estaba preso, la noticia corrió como pólvora. Y con ella, las críticas. -¡Esto es una burla!-gritaban en la entrada de
La Espera y el PerdónEl hospital tenía un sonido particular en las noches. Ese zumbido constante de monitores y pasos en los pasillos, murmullos lejanos y el leve chasquido de las persianas cuando el viento se colaba por alguna ventana mal cerrada. Aurora estaba recostada, con la mirada perdida en el techo, sintiendo el peso de los últimos días en cada rincón de su cuerpo.Juana seguía allí, aferrándose a la vida dentro de ella, y Aurora sabía que cada día era un regalo. Un regalo que no podía ensuciar con rencor.—¿Todavía despierta? —preguntó Álvaro, apoyándose suavemente en la baranda de la cama.—No puedo dormir —susurró ella, girando apenas el rostro para mirarlo.Álvaro sonrió con esa ternura que rara vez mostraba frente a los demás. Con ella era diferente.—¿Te molesta que me quede? —preguntó, aunque ya sabía la respuesta.Aurora negó con la cabeza y movió un poco la mano sobre la sábana. Un gesto sutil, una invitación silenciosa. Álvaro la tomó con la suya, entrelazando sus d
Un Nuevo AmanecerEl hospital tenía un aire más liviano esa tarde. Aurora descansaba tranquila, su recuperación iba por buen camino, y los riesgos para Juana habían disminuido. Todo estaba encaminado, y por primera vez en semanas, Álvaro sentía que podía respirar sin esa presión en el pecho.Después de la caída de Joseph Torres y la condena de los demás implicados, la justicia finalmente estaba del lado correcto. El geriátrico había sido clausurado, pero no quedaría en el olvido.Un familiar lejano de los Torres había tomado la decisión de reformarlo y convertirlo en lo que siempre debió ser ,un verdadero hogar para ancianos.Las instalaciones eran excelentes y no se podian desperdiciar en otra cosa . Había que darle vida al lugar .—Escuché que el nuevo dueño quiere cambiarle el nombre —comentó David, apoyado contra la pared mientras observaba a Álvaro con interés.—Sí —asintió Álvaro—. Quiere llamarlo "Ana y Juan", en honor a los que buscaron la verdad.David intercambió una mirada
Volviendo a Casa y preparando la llagada de Juana Aurora se despertó con la tenue luz del amanecer filtrándose por las cortinas de su habitación. Era su primer día en casa después del hospital, y lo primero que sintió fue el calor del cuerpo de Álvaro a su lado. No la tocaba, pero su presencia era un escudo invisible que la protegía.Abrió los ojos con lentitud y se giró hacia él. Álvaro la observaba en silencio, con esa mirada que solo él tenía para ella.—¿Hace cuánto estás despierto? —susurró Aurora, con voz ronca por el sueño.—Desde que empezaste a respirar más tranquilo.Ella arqueó una ceja con diversión.—¿Me estabas vigilando?—Me aseguraba de que estabas bien —corrigió él, deslizando una mano por su mejilla con una ternura infinita—. Porque no pienso perderte nunca más.Aurora suspiró, cerrando los ojos ante la calidez de su toque.—No me vas a perder, Álvaro.Él tragó duro, como si aún no pudiera creerlo.—Aurora… —tomó aire profundamente y su voz se quebró un poco—. Te fa
El nacimiento de JuanaAurora despertó con una extraña sensación en el bajo vientre. No era dolor, pero tampoco era algo común. Era como una presión leve, como si su cuerpo le estuviera avisando que algo estaba por suceder.Se acomodó en la cama, tratando de ignorarlo, pero unos minutos después sintió una punzada más intensa que la hizo tomar aire bruscamente. Sabía que las contracciones podían durar horas antes de volverse regulares, así que decidió no alarmarse.Con calma, se sentó en la cama y acarició su vientre.—Juana, ¿quieres salir ya?Sintió un leve movimiento dentro de ella, como si su hija respondiera. Sonrió, pero otra contracción le tensó el cuerpo.Definitivamente, algo estaba comenzando.Se levantó despacio y caminó hacia la cocina, tratando de distraerse. El apartamento estaba en completo silencio, pero en su interior, todo era un torbellino.Puso agua a calentar para prepararse una infusión, pero cuando estiró el brazo para alcanzar la taza, sintió un chasquido intern
Los días pasaron, y finalmente llegó el momento en que Aurora y Juana pudieron regresar a casa. El hospital había sido un refugio de cuidados y vigilancia, pero no había nada como el calor del hogar para comenzar esta nueva etapa en sus vidas. Álvaro se aseguró de que todo estuviera listo, que no faltara nada para la comodidad de ambas. Cuando el médico le dio el alta a Aurora, Álvaro sintió un alivio inmenso. Sabía que su pareja porque eso eran y muy pronto le pediría que fuera su esposa, su Aurora estaba bien y que su hija estaba sana. No obstante, una sensación de responsabilidad absoluta se instaló en su pecho. Ahora le tocaba a él ser el protector, el cuidador, el padre que siempre quiso ser. Con extrema delicadeza, ayudó a Aurora a ponerse de pie. Había sido un proceso largo, un parto que dejó huellas en ambos, pero ahora estaban listos para irse. Aurora, con Juana en brazos, miró a Álvaro con una sonrisa cansada, pero llena de amor. —Nos vamos a casa —susurró ella, emocionad