Capítulo:La esperanza de un sueñoLa noche era un castigo más. Cada minuto, cada segundo que pasaba, la culpa lo hundía más. Álvaro se sentía condenado a ese sufrimiento, como si estuviera pagando por todas sus decisiones erradas. Había cometido un error tras otro y ahora estaba enfrentando las consecuencias de la peor manera: viendo el dolor en los ojos de Aurora, viendo a su hijo y sin poder hacer nada.Se dejó caer en la cama con la ropa aún puesta. No tenía fuerzas para nada. Sus pensamientos lo atormentaban sin tregua."Si solo hubiera confiado en ella… Si tan solo le hubiera dicho quién era desde el principio…"Pero el miedo lo había detenido. El miedo y el maldito patrón que había repetido sin darse cuenta. Su abuelo, don Juan, había hecho lo mismo con su abuela. Nunca le contó la verdad. Y ahora Álvaro estaba pagando el precio por seguir los mismos pasos.Cerró los ojos, esperando que el cansancio lo venciera, pero el dolor seguía ahí. Hasta que, poco a poco, se sintió arrastr
El veredicto: Justicia para AuroraEl aire en la sala del tribunal se volvió insoportablemente tenso cuando el juez ajustó sus lentes y tomó la hoja con el veredicto. Aurora apenas podía respirar. Su corazón latía con fuerza, y en su mente solo había una súplica: que todo terminara. Que la pesadilla se desvaneciera.Todos contenían el aliento. Álvaro, al otro lado de la sala, mantenía la mirada fija en el juez. Había rezado en cada kilómetro del trayecto hasta allí, implorando que, al menos, ella recuperara su vida, su dignidad, su trabajo.El juez finalmente habló:—Tras analizar las pruebas presentadas por la fiscalía y la defensa, y considerando las investigaciones realizadas por los peritos e investigadores, el tribunal ha determinado que no existen fundamentos suficientes para sostener las acusaciones en su contra. Por lo tanto…Aurora cerró los ojos.—Doctora Aurora Saenz usted queda absuelta de todos los cargos.Hubo un segundo de absoluto silencio. Un instante en que el mundo
El aire era denso y pesado cuando Álvaro salió del tribunal. Su mandíbula estaba apretada, su mente hervía de rabia, pero su expresión se mantenía firme. Joseph estaba libre.A su lado, Valentino caminaba con pasos largos y decididos, su mirada oscura clavada en el suelo. Ninguno de los dos hablaba.Fue al llegar al auto cuando Valen rompió el silencio con un golpe seco al techo del vehículo.—¡No lo puedo creer! —gruñó, respirando con dificultad—. ¡Ese tipo es culpable! ¡Lo sabemos! ¡Todos lo saben!Álvaro se apoyó en la puerta del coche y se pasó una mano por el rostro, tratando de contener su propia frustración.—Si la justicia no lo hace, yo sí —dijo finalmente, con voz fría y determinada—. Vamos a revisar todo de nuevo.Los ojos de Valentino brillaron con una mezcla de furia y determinación. No hubo más palabras. Ambos subieron al auto y se dirigieron a la jefatura.No podían perder tiempo.La Búsqueda Entre las SombrasCuando llegaron a la jefatura, fueron directamente al archiv
El sonido de los neumáticos sobre el asfalto mojado era lo único que rompía el silencio de la noche. Joseph miraba su teléfono, revisando el mensaje que acababa de recibir. "Eduardo está con Fátima." Su expresión no cambió, pero sus dedos se cerraron con fuerza alrededor del volante. Sabía que no podía confiar en ese imbécil. —Bien jugado, Eduardo —murmuró para sí mismo. Luego, marcó un número. —¿Dónde están ahora? —Acaban de salir del trabajo de ella al parecer —respondió la voz al otro lado—. Eduardo la convenció. Se fueron juntos. Joseph apoyó el codo en la ventanilla, pensando rápido. Esto podría ser un problema. O una oportunidad. —Siguelos. Pero mantente a distancia. —Entendido. Joseph colgó y sonrió. —Veamos qué planeas hacer con ella. *** Eduardo no tardó en notar al hombre que lo seguía. —Hijo de puta… —murmuró Eduardo Apretó el volante y respiró hondo. Tenía que perderlo. —¿Qué pasa? —preguntó Fátima, mirándolo con preocupación. —Nos están siguiendo.
La Carta de JuanEl apartamento donde Aurora y Álvaro habían vivido tanto tiempo ya no era el mismo.El juicio, la presión de la investigación y las complicaciones en su embarazo la habían obligado a mudarse temporalmente, alejándose de la turbulencia. Ahora vivía bajo estrictos cuidados, rodeada de personas que la protegían.David Montero, su abogado, se había convertido en un guardián incondicional. Su asistente, el joven Andrés, que siempre lo llamaba “la pequeña criatura” con ternura, como si protegiera un tesoro frágil.Soledad, quien también había estado a su lado, finalmente regresó a su pueblo después de 15 días. Ya no podía seguir dejando su tienda cerrada.Pero Aurora no estaba sola. David y Andrés la cuidaban con esmero. Clara estaba al pie del cañón ,más ahora que Valen está ayudando a Álvaro con el caso .Una tarde Aurora recibió una visita inesperada.El timbre sonó.Aurora, estaba sentada en el sillón con su vientre redondo de seis meses, miró hacia la puerta con expresi
Acecho en la SombraAurora se había enterado que Joseph escapó de la policia ,algo que la tenía con los nervios de punta. Habían apresado al abogado Martínez y a unos de sus cómplices . Ya el juicio estaba en proceso y ahora toda la polícia y la justicia va en busca del desgraciado de Joseph Torres. Llevaba semanas escondido ,sin ser visto,pero,Aurora llevaba días en constante alerta. Sabía que alguien la vigilaba,después del juicio habia estado en reposo por un malestar en su embarazo y no le permitian levantarse de la cama. Pero la sensación de ser observada la perseguía como una sombra imposible de ignorar. No eran simples paranoias. Sabía que Joseph Torres estaba en algún lugar, esperando el momento perfecto para atacar . Ella lo sabia y todos lo sabían .También sabía que Álvaro no permitiría que les pase nada . Su instinto, afinado por años de experiencia, le decía que la amenaza era real. No tenía pruebas aun que era ese desgraciado, solo ese escalofrío en la nuca, esos ojos
Al Ilegar, los médicos la tomaron de inmediato. Álvaro quedó en el pasillo, atrapado en la espera, en la impotencia. Valentino y Clara llegaron poco después. Lo abrazaron, le dijeron que tuviera fe. Que Aurora era fuerte. Que su bebé también lo sería. Las horas se hicieron eternas. Cuando por fin lo Ilamaron, le dijeron que la habían estabilizado. Le administraron un tratamiento y ahora harían una ecografía para asegurarse de que todo estuviera bien. -¿Quieres entrar?-preguntó la enfermera. Álvaro sintió el o oprimido. Respiró hondo .Álvaro dijo que sí, pero dudó. No sabía si Aurora realmente quería que estuviera ahí. No quería invadir su espacio, no después de todo lo que había pasado.Pero entonces el médico volvió con una respuesta inesperada.—Ella pidió que llamáramos al padre del bebé. Quiere que estés presente.Álvaro sintió que el aire regresaba a sus pulmones. Entró con cautela y la encontró recostada, los ojos pesados por el tranquilizante, pero con la misma fuerza de sie
Aurora sintió un nudo en la garganta, y con la voz temblorosa, miró al doctor.—Es Juana —dijo con suavidad, como si al pronunciarlo todo se volviera real.Álvaro la estrechó aún más contra su pecho, dejando que el nombre de su hija quedara grabado en su alma. El camino del perdón aún era incierto, pero en ese momento, lo único que importaba era que Juana tenía a sus padres. Y que, de alguna manera, eso era el inicio de algo nuevo.Valen caminaba de un lado a otro en el pasillo, cruzado de brazos, con la ansiedad marcada en cada paso.—Este amigo mío se está tomando su tiempo —murmuró, sin poder quedarse quieto.Clara, con una paciencia que solo ella podía tener con él, le rodeó los hombros y apoyó la cabeza en su brazo.—Álvaro tiene mucho por hacer —susurró—. Déjalo respirar, darle su espacio. Sé que Aurora tiene un gran corazón… y que ya dio un paso importante al dejarlo estar ahí.Valen resopló, pero asintió.—No lo sé, Clara. No lo sé… —admitió, con la voz cargada de emociones—.