Capítulo 3

- ¿Qué hace usted aquí?

Preguntó.

  -Un… un hombre me invitó

  - ¿En serio? – preguntó ella sonriendo, yo hice lo mismo - ¡Eso es genial! – exclamó – Ahora ya podré bailar

  - ¿Qué…?

No me dio tiempo de preguntar nada más. Olivia me tomó del brazo y me llevó hacia la pista de baile. Sonaba una movida canción y ambos nos pusimos a bailar, era divertido, o por lo menos Olivia era divertida. Ella sonreía, se veía muy animada, y su sonrisa se me contagiaba.

  - ¿Se está usted divirtiendo? – preguntó Olivia y yo asentí – Me alegro… usualmente estas fiestas son aburridas, pero los señores Kensington se han lucido esta vez

  - ¿Los señores Kensington?

Pregunté.

  - Los anfitriones de la fiesta – me señaló algo detrás de mí – Son ellos

  - Oh… ese es…

Era el hombre que me había topado en el ascensor, junto a una mujer que sonreía ampliamente. Era de esperarse, por la conversación del día anterior, que esa fiesta debía de ser suya ¿Cómo no lo pensé? Entonces ese hombre debía de ser muy importante, pues la estancia estaba concurrida y todos parecían poderosos, me sentía como dentro de una película. Miré al señor Kensington, su imagen debía de haberla visto antes, pues su rostro se me hacía conocido.

  - Me extraña que Kate no venga aún – soltó de pronto Olivia, llevándome hacia una mesa y tomando una pieza de pollo de una fuente – Ella me dijo que me adelantara, espero que sí venga o sus padres se enfadarán

  - Esperemos que eso no suceda…

Fue lo único que se me ocurrió decir y ella sonrió.

  - Me alegra tanto haberlo conocido, ahora ya no me siento perdida, es la primera vez que estoy en una fiesta así

  - ¿En serio?

Pregunté confundido, pues creí que ella y su arrogante amiga eran de las típicas niñas ricas que iban a este tipo de eventos.

  - Sí… normalmente solo vienen los adultos – explicó – Yo apenas tengo dieciocho

  - Oh… eres mayor que yo – bromeé y ella me miró confundida – Yo tengo dieciséis apenas, este año los cumplí

  - ¡Oh! Pensé que eras mayor – exclamó – Kate cumplirá dieciséis el 23 de setiembre

  - Es muy arrogante para su edad

Solté y la chica miró la mesa, mordiéndose un labio.

  - No diría eso si la conociera mejor

  - Disculpe mis palabras, pero no me interesa conocer a alguien que ya me dio una mala impresión

  - Es usted muy prejuicioso

  - Puede ser – la miré, ella se volvió a morder el labio inferior – Pero la forma en la que su amiga denigró a todos los trabajadores de este hotel, al insultarme, no lo voy a olvidar – me crucé de brazos – Esas personas vienen aquí y trabajan como mulas para que todos ustedes tengan una buena estadía, no es justo que desprecien de esa forma su trabajo

  - Michael… - Olivia me miraba con los ojos bien abiertos – Es usted muy maduro para su edad

  - Es curioso que lo diga… - la miré sonriente – Porque la verdad es que soy muy inmaduro

  - Eso lo dudo…

Ambos sonreímos. Olivia era una persona muy agradable ¿Por qué tenía por amiga a alguien tan desagradable como Kate? Era extraño. Por ejemplo: John y yo éramos inmaduros, juguetones, coquetos, nos gustaba hacernos los rudos, ejercitarnos, y demás, éramos similares; Olivia y Kate en cambio parecía agua y aceite, y Kate era el aceite. Supongo que, como dice el dicho, los “Polos opuestos se atraen” y ellas dos debían de ser amigas por esa razón.

  - Oh… ahí estás

Dijo una voz.

  - Señor Kensington

Saludó Olivia, con una venia.

  - Olivia… - la mujer al lado del hombre de mirada seria sonrió – Te vez adorable con tu vestido

  - Gracias…

Olivia se sonrojó y bajó la mirada.

  - Ella es mi esposa, Ginebra

Me presentó a la mujer a su lado.

  - Un gusto señora

  - Es un joven encantador – la mujer sonrió – ¿Es el chico del que me hablaste?

  - Sí… - el hombre me miró – Ahora… muchacho ¿Podrías venir con nosotros?

  - Claro…

Contesté con nerviosismo. Seguí a la pareja hacia un lugar un poco apartado, donde un grupo de personas estaban sentadas, bebiendo, comiendo y riendo. Me sentí nervioso, esos debían de ser hombres de negocios, esos debían ser millonarios, esos debían de ser los accionistas de los que hablaban el señor Kensington y el otro señor.

Las palabras de John volvieron a mi mente ¿Podría encajar? El traje era lo único que tenía, era verdad, sin él ese hombre jamás se hubiera tomado la molestia de escucharme, de eso debía de estar seguro ¿Podría intentarlo sin ser descubierto?

  - Señores miembros de “Big-Bang Asociados” – empezó a decir el hombre. Con que de ahí lo conocía. Big Bang era la empresa más grande de Inglaterra – Les he traído a una propuesta de inversión

  - ¿Cuál?

Preguntó un anciano de prominente bigote.

  - África

Contestó el señor Kensington.

  - ¿África?

  - Hemos dejado de lado ese continente pues no veíamos oportunidad de negocio con un pueblo tan… - el señor Kensington puso cara de desagrado y luego sonrió – Pero, este joven, quien es una mente muy brillante – me palmeó el hombro y de pronto sentí que este pesaba – Les explicará la gran oportunidad de explotación de recursos naturales que ahí se encuentra – me empujó delante del gentío – Les presento a Michael

  - Eh… - todos me miraban con una ceja alzada ¡¿Era en serio?! ¿Este hombre de verdad iba a nombrarme vocero? ¿A mí? ¿Un chico de dieciséis años? No tenía ni la más mínima idea sobre negocios ¿Cómo podría hacer algo si quiera con estos hombres? – Pues… - respiré hondo – El valor del diamante en los últimos años se ha alzado debido a la constante demanda y poca oferta del producto. No hay muchos yacimientos de diamantes en el mundo, por lo que el valor de esta piedra es muy alto. “YC Inc.”. Controla un yacimiento en la India, y “Woollim S.A” controla China… - miré a todos los presentes – Sin embargo estas dos solo se han centrado en sus hallazgos en Asia y en América, pues YC también ha encontrado minas de diamantes en Canadá – agregué al recordarlo – Pero ninguna de estas dos grandes empresas…

  - Que son nuestros mayores competidores…

Agregó el señor Kensington.

  - Ha mirado hacia África – completé – Incluso en Australia hay minas de diamantes, pero los hay en mayor cantidad en el sur y centro del continente… - miré a todos lados – Hubiera traído un mapa topográfico pero… apenas tengo dieciséis y no lo pensé – los hombres rieron y yo sonreí – Mi propuesta es que… teniendo esto a su favor, manden a una delegación a buscar las minas en los países que después les señalaré, hagan una concesión minera, y extraigan el producto… - miré a todos – Eso… eso es… eso es todo

Los hombres de negocios se miraron entre sí y entonces aplaudieron. Sonreí ¿Lo había logrado? ¿Había logrado engañar a hombres de negocios con lo que leí una vez en un libro y en periódicos? ¿Así de fácil era?

Los hombres me estrecharon la mano y empezaron a hacer venias delante de mí, eso me hizo sentir poderoso, importante. Los hombres se pusieron a hablar entre ellos y me dejaron de lado. Sentí una mano en mi hombro y me giré, era el señor Kensington con su esposa sonriente; él hizo una venia y yo correspondí con otra, un hombre de negocios importante estaba tratándome como su igual, era una sensación maravillosa.

  - Esta noche has logrado que algunos de mis accionistas no se separen – dijo – Buen trabajo… - sacó algo de su billetera y comenzó a escribir – Por tu servicio…

Y entonces me entregó el cheque. Me quedé pasmado al ver el número ¡¿Tanto dinero en un papel?! Con eso podría cambiar los baños del “Hotel Shining”. Miré al señor Kensington boquiabierto y luego volví a mirar mi cheque… ¿Era enserio? Acaba de ganar dinero mintiendo ¿Cómo era posible?

  - Señor…

  - Espero que en el futuro te vuelvas un socio de “Big-Bang” y no mi enemigo

  - Por supuesto que no señor…

Asentí sonriente.

  - Muchas gracias Michael – dijo él, sonriendo – Ahora disfrute de la velada

  - Puede volver con Olivia – dijo la señora, señalando la mesa donde había estado antes – Mi hija ya está allá

  - Sí

Acepté, comenzando a caminar hacia Olivia, quien conversaba animadamente con una chica con un vestido blanco. Olivia me miró y entonces sonrió, agitando su mano y señalándome la silla a su lado. Su acompañante se giró y entonces vi su rostro…

  - ¿Otra vez usted? – preguntó - ¿Qué hace usted aquí?

  - Fui invitado por el anfitrión de la fiesta

Contesté, sentándome y mirándola, ahora podía darme el lujo de ser arrogante.

  - No me hagas reír – dijo ella, mirándome de forma altanera – Mi papá no pudo haberte invitado

  - Tu… - miré hacia atrás, donde los Kim seguían conversando – ¿Tu papá es Charles Kensington?

  - Sí – contestó ella, mirándome con la nariz ligeramente alzada – Y vuelvo a decir que es imposible que mi papá lo haya invitado a usted, pues era una fiesta para los accionistas y sus familias – me miró de forma inquisitiva – Y déjeme decirle que conozco a cada uno, y usted no es familia de ninguno

- Pues no… - la miré fijamente, sintiendo de nuevo la quemazón en mi interior, como si la mirada felina de la chica me quemara la piel – Pero soy el chico que está a punto de hacer ganar mucho dinero a tu papá

  - ¿Qué…?

  - ¡Kate, querida! – la señora Kensington apareció de pronto - ¡Oh, que bella te ves hoy día!

  - Mamá…

Kate miró a su madre con seriedad y luego me miró.

  - Michael… - dijo la señora Kensington - ¿Se está divirtiendo?

  - Sí señora, gracias

Contesté, mirando a Kate, quien frunció el entrecejo, eso me causó gracia.

  - Me alegro – dijo la señora Kensington – Mi esposo está muy agradecido con usted

  - Mamá… - Kate miró a su madre - ¿Es verdad lo que este joven está diciendo?

  - ¿Sobre qué?

  - Sobre los negocios de mi padre

  - Este chico es brillante, deberías de aprender algo de él, no te haría daño

  - Mamá…

Kate miró a su madre con desprecio y entonces miró la mesa.

  - Bueno… no los interrumpo más – la señora Kensington volvió a sonreír – Los dejo

  - Creo que me debes otra disculpa

Dije, cuando la señora Kensington se fue. Kate me miró con los ojos bien abiertos y luego frunció el entrecejo. Se me acercó lentamente, acercando su rostro al mío. Me empecé a sentir nervioso por la cercanía, tragué saliva e intenté alejarme de ella. Kate seguía acercándose a mí, su perfume empezó a impregnarse en mi nariz; la miré a los ojos y ella detuvo su avancé, sonriéndome de forma extraña, como si fuera un depredador y yo un ciervo… o un roedor.

  - Escúcheme bien… - dijo con lentitud, haciendo que su frio aliento roce mi rostro – Jamás me voy a disculpar con usted, aunque eso signifique quedar como la persona con menos educación que usted haya conocido – la miré fijamente, ella seguía con su sonrisa petulante – Pero yo sé que usted oculta algo, pues aunque luzca finas telas, sigue viéndose como un perro callejero

  - Kate…

Intervino Olivia, mirándonos de hito en hito.

  - Se equivoca

Dije, intentando sonar convincente, mirándola con seriedad, tensando la mandíbula y apretando los puños.

  - ¿En serio…? – la chica se separó de mí – Pues entonces usted debe de amar ese traje, lo usó ayer también

Miré mis vestimentas. Era cierto pero… ¿Qué podía hacer? Solo tenía este traje, no llevaba nada más, pues este lo había encontrado. Miré a Kate, con su sonrisa petulante, me negaba a dejarla ganar en esto.

  - Usted tiene una muy buena memoria – dije – Lástima que no puedo decir lo mismo con sus modales – la chica frunció de nuevo el entrecejo – Si me disculpa… Olivia

  - ¿Sí…?

La nombrada me miró con temor.

  - ¿Me concede esta pieza de baile?

  - Sí…

Contestó ella y yo la tomé de la mano, guiándola hacia la pista de baile. Un vals resonaba por la estancia, atrayendo a muchas parejas a la pista. Sujeté a Olivia de la cintura y ella colocó una mano en mi hombro y juntos comenzamos a dar vueltas al ritmo de la música. Olivia constantemente miraba hacia su amiga, yo de nuevo me cuestionaba como alguien tan bonita como Kate podía ser tan desagradable.

  - Aish…

Solté, apretando los ojos y dejando escapar el aire de mis pulmones.

  - Ella no es así todo el tiempo… - empezó a decir Olivia – Eso debería de saberlo

  - Puede ser – dije, dando más vueltas con Olivia – Pero la Kate que estoy viendo es una persona que no es de mi agrado, tal vez la Kate que usted conoce sea más agradable

  - A eso voy – la mirada de Olivia era triste – Conozco a Katherine desde que nació, hemos crecido juntas, yo conozco a la verdadera Katherine Kensington y ella… ella es la persona más linda que uno puede conocer

Volví a mirar hacia la mesa, ahora Kate miraba a todos lados y se veía… triste. Miré a Olivia y no podía creer lo que miraba ¿Era posible que una persona que solo me daba muestras de desprecio sea en realidad agradable? Era imposible, no podía ser cierto, las personas eran de una sola forma, no podían ser dos en un solo cuerpo. Pero Olivia tenía algo a su favor, y era que ella conocía a Kate de hace mucho tiempo, y si decía que mi percepción de Kate era errada ¿Entonces era verdad?

  - Hasta que no vea lo contrario… - miré a Olivia – Mi opinión sobre ella será la misma

  - Es una lástima…

Me encogí de hombros y la música terminó. Olivia y yo nos quedamos en medio de la pista, ella mirándome de forma triste, pero de seguro no por mí, sino por su amiga, por tener a su amiga en tan mal concepto, pero ella no podría hacer nada para que deje de pensar así de Kate.

La música volvió a empezar, ahora era un rock. Le sonreí a Olivia y volví a tomarla de las manos, empezando así el movido baile. Ella sonreía de nuevo, no había nada que la música no pudiera solucionar.

De esta forma la velada terminó, con Olivia y yo agotados por tanto baile. Ella se fue a sentar, sus pies la mataban y solo quería estar sentada, yo  fui por unas bebidas para ella y para mí. Caminé hacia la mesa y vi como Kate era regañada por su madre, algo sobre ser huraña y no saber comportarse. Kate solo miraba con desinterés hacia las personas, sin inmutarse por los regaños de su madre.

  - Escúchame cuando te hablo Katherine Kensington – volvió a decir su madre – Que sea la última vez que te veo rechazando un baile de esa forma tan… escandalosa

  - ¿Y si no es mi deseo bailar? – preguntó ella de pronto, mirando fijamente a su madre - ¿Y si estoy muy cansada o aburrida como para bailar?

  - Pues te aguantas y como una señorita aceptas, no puedes volver a quedar como la antipática de las reuniones

  - ¿Y si no me importa serlo?

  - Aish… esta niña… - su madre la miró de forma severa – Tu padre se esfuerza mucho en hacer estas reuniones donde tú también deberías de ser una protagonista, pero lo único que haces es avergonzar a tu familia con tu actitud

  - De acuerdo… - terminó aceptando ella, mirando el suelo – No lo volveré a hacer, cumpliré con mi rol de hija

  - Esa es mi niña… - Ginebra abrazó a Kate y esta entonces me miró, su expresión era vacía – Ahora ve con Olivia, quien debe de estar cansada por bailar tanto con Michael

  - Sí…

Contestó Kate, sin quitar la mirada de mí. Me sentía incómodo ¿Eso era a lo que Olivia se refería? ¿Las personas podían tener más de una sola personalidad? Yo era alegre y coqueto, así era siempre, John era travieso e infantil, Olivia era alegre y risueña… y Kate… Lo que acaba de ver me había dejado confundió ¿Podía haber más de una Kate?

  - Al fin vuelves

Dijo Olivia, sonriéndome y tomando su vaso de jugo.

  - Sí…

Miré a Kate, ella solo seguía pasando su dedo sobre el mantel.

   - Aish… me duele mucho los pies

Dijo Olivia, poniendo cara de dolor.

  - ¿Cómo no te van a doler? – habló Kate, mirando a su amiga con el entrecejo fruncido – Has estado bailando como una loca toda la noche con este perro, me daba vergüenza verte

  - Ey… más respeto, ella es tu mayor

Le pedí.

  - Michael, descuida, está bien

  - No… - negué con la cabeza – Olivia es tu amiga – miré a Kate, sintiéndome muy enojado – Merece algo de respeto

  - Está bien… en serio

Intentaba decir Olivia, pero poco caso le hacía.

  - No sé como una chica tan caprichosa y desagradable como usted puede tener una amiga tan linda como Olivia – Kate solo me fulminaba con esos ojos felinos que poseía – Pero ella merece respeto, más del que usted merece

  - ¿Eso cree? – preguntó Kate, aún fulminándome con la mirada – Pues entonces… - miró a Olivia y sonrió – Felicidades Olivia, parece que encontraste un “Romance de verano”

  - Kate…

  - Invítenme a la boda, tal vez te regale una casita de perro – cerré los puños – Una dúplex mejor, para ambos…

  - ¡Basta! – grité – No te permito que le hables así a Olivia , ella no merece que te refieras a ella de esa forma

  - ¿Con qué derecho la defiendes? – preguntó Kate, alzando un poco la voz – Usted no la conoce

  - Tal vez no la conozco – miré a Olivia, ella miraba fijamente la mesa – Pero sé de respeto y de amistad – la chica arrogante relajó la mirada – Y usted no tiene ni lo uno ni lo otro para ella en estos momentos

  - ¡Basta! – gritó Olivia y los dos nos quedamos viéndola - Por favor… basta…

  - Olivia… - Kate se acercó a Olivia y la tomó de las manos – Lo lamento…

  - No hay problema Kate…

  - Sí lo hay, este Perro tiene razón – dijo Kate y me sorprendió que me diera la razón – No soy buena amiga

  - Eres la mejor amiga que tengo, no eres mala

  - Si lo soy

  - No… - Olivia le sonrió a Kate – Eres mi hermanita y así de malcriada te quiero…

  - Owww…

Kate sonrió y entonces se dieron un abrazo. Olivia de nuevo sonreía, pero lo que más sorprendía era que Kate también lo hacía. No había visto a esa chica sonreír en ningún momento en los dos días que llevaba conociéndola, y debía de admitir que tenía una linda sonrisa.

¿Este era otro de sus lados? ¿Es que podía haber más de dos personas dentro de uno? ¿Quién era entonces realmente Katherine Kensington? Miré a las dos amigas y luego miré a otro lado, todo era confuso para mí, pero no debía de meterme, al fin y al cabo, ambas eran dos extrañas para mí y no debía de importarme lo que les pasara. Me levanté de la mesa y me dispuse a salir del gran salón, pero entonces una voz me llamó:

  - Michael… - el señor Kensington apareció de pronto, sonriéndome – Mañana lo invito a usted a un almuerzo con los socios y sus familias, traiga usted también a la suya

  - Eh…

  - Espero verlo ahí, no me decepcione

  - Pero…

  - No acepto un “No” por respuesta – de pronto se puso serio – Usted irá – dijo, haciéndome sentir nervioso – A la una, al lado de la piscina – me miró fijamente – No me haga ir a la 615 a buscarlo, así que sea puntual

  - Sí…

Acepté, tragando saliva.

  - Que tenga buenas noches

Dijo, de nuevo sonriente, dejándome solo ¿En qué me estaba metiendo? Eso estaba mal, no debía de haber pasado de esta noche. Palpé mi bolsillo, el cheque estaba ahí, como palpitando. El dinero para el “Hotel Shining” valía la pena las mentiras que decía.

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