Capítulo 4.

Le dirigió una pequeña sonrisa a su padre, en cuanto vio que se estacionaba en la entrada de la escuela a la hora acordada. Habían pasado algunos días en los cuales no se había vuelto a mencionar el tema entre su profesor y él, acerca del pequeño trato que tenían por lo que estaba feliz.

Sus padres de vez en cuando le hacían preguntas sobre cómo había sido su día en la escuela, de cómo las cosas estaban mejorando para ellos en ese país, y sobre todo de cómo veía un cambio en su físico sin importar que tuviese un pequeño defecto en su parte trasera y en sus ojos.

Cristian se volvió un gran amigo para él en la escuela, ya no se sentía tan solo que como estaba en Londres, Inglaterra, con esos niños que lo veían como su fuese el bicho raro de la familia sólo porque el color de sus ojos era diferente al resto de la familia o simplemente le decían que era un chico adoptado, el cual habían recogido en la basura como a los demás miembros de la familia.

Por su parte, él trataba de alejar las malas vibras que habían a su alrededor pensando en cosas buenas que le hiciesen bien a su camino y así no entrar en pánico.

El camino a su casa fue de lo más tranquilo, su padre Noah, le hizo unas cuantas preguntas de cómo fue su día y este simplemente omitió todo lo que pasaba con su profesor después de clases.

No podía decirle que desde hace algunos días, para ser más específicos desde el lunes, su profesor le propuso que se acostara con él a cambio de que no publicara en cualquier lugar las cosas que sabía de su familia.

Llegaron a un residencial en el centro de la ciudad, ese lugar no era el favorito de ninguno para vivir, pero era lo suficientemente cerca del intentando donde estaba su hermano Theo, puesto que este quería llegar a ser igual que su padre Noah, un gran boxeador, en cambio él quería ser conocido como un gran chef, al igual que su padre Matt, que de a poco se dio a conocer en el mundo gastronómico.

Le dio un beso a su padre y también a su hermano que venía en camino, y que sobre todo cada vez más se ponía más inquieto en querer salir para volver el mundo.

Subió las escaleras, no sin antes tomar algo para comer y después fue a su habitación donde dejó caer su mochila. Se degustó comiendo lo que su padre preparó para él, y después fue a después a darse un baño.

Su computadora, la cual estaba sobre su escritorio, sonó indicándole que tenía un video llamada, algo que le extrañó porque todavía no era el día en que alguno de sus abuelos le llamara para darle alguna noticia.

Se puso algo de ropa rápidamente, luego tomó la llamada llevándose una gran sorpresa al ver quién estaba detrás de la pantalla.

— Por lo visto te sorprende el que te haya llamado —ronroneó Damien, del otro lado de la pantalla—. Sólo quería saludarte.

— Es raro él que me esté llamando, profesor —murmuró—. Nunca lo hizo en esta semana.

— Lo sé —se encogió de hombros—. Por lo que estoy viendo estás húmedo y eso significa que te acabas de dar un baño —mordió su labio—. Me perdí de una gran función.

— No entiendo a qué se debe su llamada —cambió de tema—. Tengo clases qué hacer...

— Olvídate de la clase, Liam —lo interrumpió—. Mañana es viernes y tú y yo tenemos un trato el cual debes de cumplir.

— Sé a lo que se refiere, profesor. No se me ha olvidado —mordió su labio.

— Eso es lo que me encanta de ti —ladeó la cabeza hacia un lado—. Eres tan obediente y eso me hace especial, así como un lindo gatito.

— No soy un gato —frunció el ceño.

— La cola que tienes en tu espalda dice lo contrario, Liam —dijo divertido—. Debiste de ser más precavido con tu cola de gato, lindo gatito.

— ¿Solo me llamó para burlarse de mí? —tomó su cola en sus manos y la mantuvo lejos del campo de visión de su profesor.

— No —dijo, y desapareció de la pantalla por unos minutos—. Mañana irás a la escuela como cualquier otro día —le mostró una bolsa—. Como el parto de tu padre está cerca, y con eso quiero decir que te quedarás solo en casa, usarás algunas cosas para mí cuando estemos solos — dijo, serio—. Habrán unas series de reglas las cuales debes de cumplir en el tiempo estimado, y si no las cumples habrá serios castigos los cuales no te gustarán para nada, pero que a mí me encantarán hacértelos de vez en cuando.

— ¿Y si no quiero ninguno de esos castigos?

— Una persona de tu familia caerá —dijo, como si nada—. Tienes que hacer lo que te diga en el momento que sea sin decir una sola palabra.

— ¿Siempre tiene que amenazarme? Le dije que me acostaría con usted las veces que quisiese, no tiene que recordarme esas cosas — murmuró, desviando la mirada.

— Es por si se te olvida —sonrió—. Nos vemos mañana en la escuela —después de eso la pantalla se puso negra.

Liam se quedó mirando la pantalla durante unos segundos, hasta que sacudió la cabeza alejando los pensamientos que tenía en la cabeza, no había necesidad de pensar en cosas que después le traerían consecuencias.

Sólo debía de pensar en sus padres y en su hermano Theo y en su hermano que venía en camino.

*****

Liam entrecerró los ojos en dirección hacia donde estaba Cristian, quien caminaba de forma extraña desde el martes y ese día su caminar se había excedido en la rareza. No podía ser su cola, porque desde que lo conoció el lunes, esta parecía no estorbarle mucho a la hora de caminar o de hacer ejercicios en educación física.

— ¿Por qué estás caminando de esa forma? —preguntó Liam, cuando el chico se sentó detrás de él—. No caminabas tan mal ayer en educación física.

— Fue Nick —susurró—. Lo mismo de siempre, uso la misma mierda que siempre usa cuando quiere tener sexo conmigo.

— ¿El video?

— Sip —puso los ojos en blanco—. No sé cómo pude pensar que alguien como él puede cambiar.

— Todos pueden cambiar con algo de amor —se encogió de hombros—. No pierdas las esperanzas con Nick, quizás es que está algo confundido.

— No está confundido cada vez que mete su polla dentro de mi ano o en mi boca —se cruzó de brazos—. Veremos quién ríe de último cuando esto se acaba.

— Dudo mucho que hagas algo —se burló Liam—. Se te ve que lo quieres mucho.

— Lo quiero tanto, que prefiero verlo trescientos metros cerca del mar —se acercó—, pero en la Antártida —eso logró que ambos chicos rieran por esa estupidez.

Liam se llevó una mano a la boca y puso la vista al frente cuando todas las miradas se posaron en él, al igual que la del profesor que estaba entrando con su típico maletín en una de sus manos.

— Buenos días, chicos —dijo Damien, colocando su maletín sobre el escritorio.

— Buenos días profesor —dijeron todos, al mismo tiempo.

— Por lo visto están muy entretenidos, por las risas que escuché cuando entre —le dio una mirada a Liam y a Cristian—. Espero que hayan hecho parte de las materias que tienen pendiente conmigo.

Rodó los ojos cuando escuchó el murmullo de los estudiantes sobre todo lo que avanzaron en la semana, diciendo que era poco tiempo el que tenían para hacer todas las clases.

Se dispuso a hacer algunos ejercicios en la pizarra para mantenerlos en silencio por lo que resta del día, sin la necesidad de tener que amenazarlos  para que hagan algo. Su mirada siempre estuvo sobre la pequeño Liam y en la de su amigo para confirmar que solo era un simple amigo y nada más que eso.

De vez en cuando ponía ejercicios demás en la pizarra, para mantenerlos callados y ocupados de sus asuntos, pero sobre todo de los planes que tenían ese fin de semana.

Era bueno bajarles los humos a algunos estudiantes, para que se mantuvieran con los pies bajo la tierra, y que no pensaran en nada más que no fuese en las tareas que tenían atrasadas por no prestar la debida atención en clases.

Poniendo clases de más en la pizarra, logró que los estudiantes no tuviesen mucho tiempo para hacer sus actividades  en la cafetería. A la hora de la salida observó como Liam se despedía de su amigo con un ademan de manos, por fin podía estar solo con el chico sin la necesidad de que alguno de sus estudiantes interrumpiera su forma de hablar.

Cerró la puerta con seguro y le hizo una seña al chico para que se pusiera de pie delante frente al escritorio. Lo tomó de la cintura sentándolo sobre el escritorio, metiéndose entre sus piernas para tener su rostro cerca del suyo.

— Eres tan obediente, gatito —sonrió de lado—. Espero que siempre seas así de obediente—, pero debemos de hacer algo para que esto esté completo.

Liam lo miró sin entender a que se estaba refiriendo, hasta que Damien hizo que se recostara sobre el escritorio sin importar que hubiese algunos papeles sobre este. El chico se alarmó cuando las manos de su profesor se posaron en el botón del pantalón.

— Quita tus manos —dijo serio—. No me hagas repetirlo —el chico negó, asustado y Damien gruñó—. Liam, te daré un castigo, y créeme que no será bueno para ti.

— No quiero que me quite la ropa —susurró—. Por favor, no lo haga aquí. Puede entrar alguien al aula…

— Nadie entrará al salón de clases, Liam. Todo está cerrado  y las únicas personas que estamos aquí somos nosotros y el director de la escuela —el chico alejó sus manos poco a poco, colocándolas sobre su abdomen.

Damien le sonrió al chico, dándole un beso en sus manos para quitarle un poco de la tensión del cuerpo. El chico prácticamente estaba temblando bajo sus manos, y más aún cuando quitó sus zapatazos al igual que su pantalón, seguido de la polera de la escuela, dejándolo en ropa interior y también con su cola libre de la presión del uniforme o del pantalón.

Desenredó la cola del chico de una de sus piernas, sintiendo la suavidad que tenía.  Tomó las manos del chico e hizo que se sentara, indicándole una vez más que hiciese lo que le pedía.

No tuvo que decir mucho para que el chico comenzara a quitar el saco que tenía puesto al igual que la camisa dejando su torso desnudo, casi suelta una carcajada, al ver al chico posar sus manos en su abdomen marcado gracias a las horas en el gimnasio que poseía en su casa.

— Vamos, termina de quitarme la ropa —palmeó su pierna—. No tenemos mucho tiempo, después podrás tocar todo lo que quieras con mucho tiempo de sobra, gatito.

El chico asintió rápidamente, ahora que Damien no estaba utilizando la fuerza con él o estaba amenazándolo con las cosas que sabía de su familia. Y Damien tampoco podía dejar pasar que el chico estaba siendo cooperativo en ese momento, algo que no podía dejar pasar por nada del mundo, y más aún cuando vio que la ropa interior del chico había comenzado a humedecerse. 

El chico se había excitado con sólo un par de toques en su cuerpo. Quitó la ropa interior del chico al igual que la suya, volviéndolo a recostar sobre el escritorio y dando una breve mirada a cualquier lugar del salón de clases, por suerte estaban solos en ese lugar.

Se acercó un poco más, tomando una de las piernas del chico y llevándolas sobre su hombro para tener más acceso a la entrada que votaba lubricante natural. De forma suave dirigió uno de sus dedos a la entrada del chico seguido de otro, los cuales entraban y salían con facilidad gracias al lubricante. 

Abrió uno de los cajones de su escritorio y tomó uno de los condones que tenía en ese lugar bajo llave, se lo colocó el condón por toda su longitud, luego le dio un beso al chico en su pierna guiñándole un ojo y después de eso comenzó a entrar en él de forma suave escuchando los quejidos que comenzó a dejar salir y viendo las expresiones que se mostraban en su rostro.

Con un poco de delicadeza el chico haría lo que pedía o quisiera, ¿No?

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