—Vas a tomar tus cosas y vas a irte lo más lejos que puedas, no temas, no estarás solo, no podría permitirlo. Vas a correr y correr, lo más rápido que puedas, sin mirar atrás ni nada, solo con la vista en el frente y preocupándote por estar lejos de aquí.Las grandes manos del chico que tenía en frente se encontraban sobre sus hombros con algo de fuerza. Sus orbes verdes estaban clavados en los suyos fijamente, como si aquello fuera a lograr que le pusiera más atención a lo que le decía.—Corre, no te detengas por nada ni por nadie.—Daniel, ¿por qué tienes ese olor?El rubio frunció el ceño en cuanto entró a la casa y se acercó al Alfa con mirada interrogante y ligeramente extrañada.—¿Qué olor?El castaño no entendía a qué se refería el más pequeño por lo que solo se encogió de hombros como si no entendiera nada.—¿Acaso me has estado engañando?—¿Qué? Claro que no, Alex, ¿de qué demonios estás hablando? Tonto.—Tienes un muy fuerte olor a Omega, Daniel.El moreno se dejó caer de es
Doce horas.Doce horas exactas habían pasado desde la última vez que habían visto a Ethan, doce horas habían estado buscándolo por todo el bosque y los alrededores de la casa de Alex y Daniel. Doce horas que habían parecido días, semanas y meses. Doce horas eternas.El rizado se encontraba sentado en una de las sillas de la cocina, su cabeza estaba en cualquier lado menos en lo que sucedía a su alrededor. Por su mente estaban pasando muchas situaciones y emociones distintas que le impedían poder centrarse en una sola cosa. Primero Isaac besándolo, ahora Ethan desaparecido hacía doce horas, le había prometido a su Omega no demorar y ya había pasado tanto tiempo, todo aquello era una locura y el día aún no terminaba, debía decirle a Connor, al parecer no tenía opción alguna más que hacerle saber lo que se encontraba sucediendo.—Es peor que no lo sepa, Harold, si Connor no es conocedor de esto podría matarte por no hacérselo saber.—Voy a pensarlo, debo saber cómo decírselo también, va
Uno, dos, tres.Cuatro, cinco, seis.Siete, ocho, nueve.Diez... Mierda, diez... ¿Once?—Despierta de una maldita vez.Pestañeó un poco sintiendo cómo de repente la fría y dura realidad lo golpeaba de frente, haciéndole ver que acababa de dormirse y nada de lo que había soñado realmente había sucedido.—Vamos, debes levantarte, ¿crees que estás en hotel? Bueno, no lo estás, despierta.Sus débiles y delgados brazos intentaron ayudarlo a pararse del suelo pero perdió la fuerza cayendo de nuevo y golpeándose con fuerza en el rostro, sintiendo el sabor metálico de su propia sangre comenzar a esparcirse por su cavidad bucal. Le daba asco, tenía ganas de vomitar.—Dios, eres un maldito inútil, ni levantarte puedes.Apretó los ojos con fuerza sintiendo su cuerpo temblar y cerró sus manos en puños. Sus ojos se abrieron de par en par y después apoyó sus manos a sus costados para comenzar a impulsarse con la poca fuerza que tenía.¿Que no puedo levantarme? Mira cómo lo hago.—Maldito idiota.Un
El sol calentaba la tierra de una manera casi sorprendente, aquella mañana hacía más calor que cualquier otro día. La temperatura estaba insoportable y tan solo eran las nueve de la mañana.La Omega ya se encontraba en la sala de parto, habían pasado más de ocho horas y aún el Alfa que se encontraba fuera esperando no sabía nada al respecto sobre su hijo, pero se encontraba nervioso, muy nervioso.—Señor, ya puede entrar, puede pasar a ver a su hijo.El castaño sonrió al oír aquello y se adentró en el lugar, pudo ver a la rubia Omega en la camilla con un pequeño bebé entre sus manos, lo observaba con amor, le hablaba y le hacía cariño.—No puedo creerlo, ¿ese es el pequeño Connor?—Sí, Arthur, este es Connor, tu hijo.El hombre sonrió y tomó al bebé entre sus brazos sin poder parar de mirarlo, estaba más que orgulloso de lo que acababa de engendrar, Connor era un bebé hermoso y era más que obvio que se trataba de un futuro Alfa. Connor era un Morris y un Alfa, estaba más que orgulloso
El frío azotaba sus músculos, sentía la helada ventisca correr y meterse entre sus ropas logrando hacerlo temblar. Miraba a su alrededor asegurándose de que no hubiera nadie cerca o de que lo hubieran notado ahí, no podía cometer ese error, no podía meter la pata de aquella forma, debía tener cuidado.—Veo que aún no has aprendido nada, Connor.Dando un ligero respingo al oír la voz detrás de él se giró para poder encontrarse con aquella persona que despreciaba tanto. Se paró de su lugar y lo observó con suma seriedad en su rostro.—¿Qué haces aquí, Ansel?—Bueno, te encuentras merodeando en la que ahora es mí mansión, ¿qué más piensas que podría estar haciendo aquí?El chico de cabello negro se cruzó de brazos y sonrió de lado al ver la reacción del castaño. Se acercó a él y se colocó de cuclillas al lado de C.M para acariciarlo de manera áspera.—Veo que este pequeño lobo continúa siendo inútil, es una lástima porque tiene un gran potencial, o bueno, tenía.—No lo toques.—¿Qué suce
—Corre, Ethan, corre. Vamos, rápido, antes de que te atrapen.El ambiente se sentía pesado, estaba débil y algo adolorido, aún tenía ganas de continuar durmiendo pero su cuerpo ya no podía continuar haciéndolo. Se encontraba cansado y enfermo, pero estaba seguro de que no había contraído ninguna enfermedad de ningún tipo.—Veo que de nuevo estás así, Ethan, débil y cansado, no te preocupes, pronto pasará.La voz del Alfa se oyó lejana a él. No podía verlo bien, solo sentía su presencia y sabía que estaba ahí, nada más. Se encontraba demasiado mal como para poder abrir bien los ojos y ver con nitidez.—¿Qué... me haz hecho?—Bueno, cuando te encuentres mejor vas a saberlo.Una sonrisa de lado se esbozó en el rostro del chico que se encontraba al lado de Ethan. Lo observaba con cuidado y detalle, buscando algo que no hubiera notado de él y de su rostro.Esos últimos días no había hecho más que observar al moreno fijamente y grabarse cada parte de él en su memoria, como si no fuera a ver
—Un paso más, fuera del área de las doce razas y dejarás de ser un híbrido.—¿Qué?—¿Acaso Connor no te lo dijo?—No, nunca lo mencionó.Ethan se abrazó a sí mismo con algo de fuerza y se mordió el labio inferior mientras miraba hacia el horizonte con algo de temor. No quería irse de ahí para no volver nunca, no quería dejar de ser un híbrido, quería estar junto a Connor todo el tiempo que pudiera y fuera necesario.—Bueno, ¿vas a irte?—No puedo, Gideon. Sé que solo cumples con tu trabajo, pero no puedo irme, lo siento.—Ve tras Connor.El Alfa dijo aquello tan repentiHaroldente que el moreno quedó sorprendido ante sus palabras. Alzó una ceja confundido y se giró para mirarlo.—No debería estar diciéndote esto pero creo que mereces saberlo. Connor planea ir mañana a la mansión, mañana hará algo así como una fiesta y un festín para darle la bienvenida a Ansel como el nuevo jefe, Connor planea aparecer por allá en ese momento e impedir que le hagan su ceremonia de iniciación. Debes ir
—Eres hijo de Arthur Morris, él es tu padre.—¿Mí padre? Yo no tengo padre, ni madre.—Eres hijo de Arthur Morris y Gina Jones, Ansel.—No, a mi me encontraron fuera de la mansión, a mí me acogieron los dueños de la casa. No tengo padre ni madre, ellos me dijeron que me dejaron aquí porque no me querían.El pequeño se abrazó a sí mismo mientras observaba a la persona que se encontraba en frente de él. Tragó saliva y sintió sus ojitos comenzar a llenarse lágrimas que no tardaron en caer.—Claro que Arthur no te quería, Ansel, Arthur te mandó traer aquí, Arthur encerró a tu madre lejos e impidió que ella cuidara de ti. Arthur sabía que tú eras su primogénito y por eso es que te envió lejos, porque quería que tu hermano menor, Connor Morris, fuera el jefe de la Bron Ganje. Pero el verdadero jefe eres tú.—Pero yo no quiero ser el jefe de eso. Yo quiero irme de aquí, solo quiero alejarme de estas personas.El pequeño de cabello negro sintió un puchero tirar de sus labios.—Pero debes recl