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CAPÍTULO 4: SE VA A CASAR

Marcello Corttonni, llegó a su casa, entró dando un portazo, con lágrimas amenazando con caer de sus ojos y la vista nublada se dirigió a las escaleras, en busca del refugio que le ofrecía su habitación. Solo alcanzó a colocar un pie sobre el primer escalón, cuándo la profunda voz de su hermano, le hizo detenerse.

-¡Oye, oye!- la voz de Roscius, llegó hasta él- ¿ qué sucede, Marcello?- se sujetó con fuerza al pasamano de la escalera. Sintió que sus piernas no le sostendrían por más tiempo y con un agudo gemido se desplomó sobre las escaleras, permitiendo que sus contenidas lágrimas cayeran de sus ojos.

-¡No puede ser!. . . ¡Dios mío, no puede ser!- su cuerpo se convulsionaba por los fuertes sollozos.

Roscius lo vio caer al suelo y corrió junto a él, al llegar se arrodillo junto a su hermano, lo tomó de los hombros y le obligó a girarse hacía él. Sintió que su corazón se encogía de pena, su hermano se veía realmente mal.

-¡Marcello!, hermano, ¿qué sucede? – Marcello lo miró con ojos que no dejaban de demostrar a través de las lágrimas el inmenso dolor que sentía su alma. sin pensarlo se arrojó contra su hermano, quién lo rodeó- Marcello. . .

-¡Se va a casar!. . . se va a casar  Roscius, tiene prometido.

-¿Quién?- le preguntó desconcertado.

-Chiara Lorretti. . .Chiara, se casa y no es conmigo, hermano- poco le importaba que lo vieran llorar. El dolor que atenazaba su alma, minimizaba toda vergüenza que pudiese sentir en aquel momento- No me ama, nunca me amó, es una mentirosa Roscius, he vivido todos esto años esperándola, pensando que volvería a tenerla entre mis brazos, que algún día volvería para ser mía nuevamente. . . pero. . . no. . .¡Maledizione!- gimió con dolor- tiene un prometido, se va a casar, es feliz con otro, no me ama Roscius, le importó poco mi promesa, mis juramentos no fueron nada para ella.

Roscius le escuchó en silencio, permitiéndole desahogarse de todo lo que sentía, él no era precisamente el más adecuado para dar consejos de amor, pero era el único hermano a la vista. Observó que Marcello secaba sus lágrimas y realmente sintió mucha pena por él. Su hermano amaba a Chiara profundamente, no era nada bueno sentir que todas tus ilusiones eran rotas al mismo tiempo.

-¡Levántate, hermano!- le dijo con voz serena- vamos a tu habitación, allí hablaremos con más calma.




Chiara entró a su habitación sintiendo que el dolor más grande que había sentido nunca, se había apoderado de ella. Se arrojó a la cama, abrazando la almohada y permitiendo que fuese ella quién ahogara sus sollozos.

¿Podía el corazón literalmente partirse de dolor?

No sabía la respuesta. Pero lo cierto es que estaba sintiendo exactamente eso, como si su corazón se estuviese partiendo.

Pero después de algunos minutos, su dolor dio paso a la ira. ¿cómo era posible que ese hombre fuese tan descarado?, ¡mira que presentarse en su casa para exigir hablar con ella!, ¡eso si era ser cara dura!

Sus palabras golpeaban con fuerza en su cabeza.

<<Espero que te haga el amor con la misma intensidad con que yo lo hacía, espero que adore tu cuerpo y lo llene de besos y amor, como yo lo hacía. Espero que al sentirlo contra ti, recuerdes cuantas veces gritaste mi nombre mientras yo reclamaba las profundidades de tu ser. Espero que cuando duermas a su lado recuerdes que existe un hombre al que le dañaste la vida, espero que cuando te toque sientas nostalgia al saber que mi amor no se compara al suyo>>

¡Diablos!, sus palabras realmente le habían dolido. Pensó que había superado su amor y el dolor que le supuso amarlo, pero se engañaba a sí misma. No le había olvidado, nada más verlo había querido arrojarse a sus brazos  y  besarle con desesperación, verlo nuevamente le había golpeado con tanta fuerza, que casi le había impedido respirar.

¿Cómo viviría sin él, ahora que le había visto?

¿Qué se supone que haría cuando llegara Jakob?

¡No sabía si podría con todo aquello!

Lo peor de todo es que Marcello, tenía razón su amor era una sombra que le impedía disfrutar del amor que le ofrecía Josef. Aunque intentara negarlo millones de veces. Ella, seguía amando a Marcello Corttonni, su único y verdadero amor, aunque fuese un desgraciado mentiroso que había jugado con ella y faltado vilmente a la palabra que le había dado, porque poco le importó el amor que ella le tenía.

Debía dejar las debilidades, no podía permitirse flaquear ante el amor que aún sentía. Nunca, nunca sería la señora Corttonni, porque en seis meses sería la señora .





Marcello, se encontraba sobre las sábanas sintiéndose el hombre más miserable de todos.

¿Cómo era posible que Chiara lo hubiese engañado de esa manera?, él estaba muriendo de amor por tenerla lejos, la angustia y el desasosiego se habían vuelto sus mejores amigos desde que ella se fuera, lo único en lo que pensaba siempre era en el momento en que ella volviera a Italia, verla, besarla y comenzar a planear su boda. Ahora resultaba ser que planearía un boda pero con otro. Eso realmente lo estaba matando.

Su amor fue como nada para ella, los momentos vividos fueron fácil de desechar. Que duro era todo aquello. Había sido un tonto por entregar sin reservas su corazón. Era un idiota por amar con locura a una mujer que no le correspondía.

Un llamado a la puerta lo sobresaltó. Se limpió las lágrimas pero supo que era totalmente inútil, sus ojos estarían muy hinchados y posiblemente se le habrían hecho bolsas bajo los ojos de tanto llorar.

-Adelante- su voz enronquecida lo enfado.

La puerta se abrió dando paso a una sonriente Collette.

-He sabido que uno de mis príncipes me necesita- caminó hasta la cama, se acostó junto a él y lo abrazó por la cintura.

-No voy a poder con esto, Collette.

-Claro que podrás superarlo, cariño. Eres un hombre fuerte.

-No tengo fuerzas- lloró- no tengo nada Collette, ella lo era todo.

-Estamos para apoyarte, cariño- él se arrastró en la cama, hasta apoyar sus cabeza en el regazo de su hermana y sus largos brazos se sujetaron con fuerza a las femeninas piernas.

-La amo Collette. . . la amo demasiado- sollozó.

-Lo sé príncipe, dicen que el amor duele. . . quizás, que te duela tanto sea una buena señal. Eso quiere decir que tu amor es inmenso.

-De nada sirve, Piccola, de nada sirve cuando ella no me ama. Pero te juro que voy a olvidarla. Aunque este amor me consuma. Aunque me sienta morir, voy a superarla, Chiara Lorretti no acabará conmigo- sollozó nuevamente abrazándose a su hermana y rogándole a Dios que le diera fuerza de voluntad para cumplir con lo que se proponía.

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