Denver, Colorado, se extendía ante mí como una ciudad de posibilidades desconocidas. El latir de la vida humana, los sonidos, los olores, eran abrumadores después de la tranquilidad de la manada.Era mi
El consultorio médico en Denver aún resonaba con la sorprendente noticia de los trillizos mientras el Dr. Ben Wilson llenaba una receta para mí. Observando su caligrafía, intenté asimilar el hecho de que pronto sería responsable de tres pequeñas vidas. Ben me entregó el papel y, con una sonrisa amable, expresó su deseo de verme con frecuencia, considerando el embarazo gemelar.
La vida en Denver con Constance se convirtió en un período intenso de aprendizaje para mí. Día tras día, ella se dedicaba a enseñarme todo lo que podía sobre el mundo humano. La lectura y la escritura se convirtieron en aliadas constantes, al igual que las nociones básicas sobre cómo funcionaba la sociedad humana.
La cocina estaba llena con el aroma del café recién preparado, pero la atmósfera ligera fue rápidamente reemplazada por la tensión cuando Constance apareció, su mirada expresando preocupación. Seguí revolviendo la cuchara en la olla de avena, observándola acercarse.
Al abrir la puerta, me encontré con Ulrich. Sus ojos color cobre me miraron, penetrantes como siempre. Su sonrisa era desafiante, como si supiera algo que aún no había descubierto. Ulrich, el beta de la manada, el brazo derecho del Alfa Alastair. Alto y musculoso en su forma humana, una figura intimidante que llevaba las marcas de las batallas lupinas.
Constance apareció, trayendo consigo una bandeja llena de comida, cubiertos y una taza de té preparada especialmente para mí. Me sugirió que me sentara, y así lo hice, manteniendo aún mis ojos fijos en Ulrich.
Crucé la frontera entre Denver y lo desconocido, la selva dando paso a campos abiertos y carreteras desiertas. Mis sentidos de loba estaban alerta, cada sonido y olor moldeando mi trayectoria. Seattle se convirtió en mi meta, un refugio distante donde podría comenzar de nuevo, lejos de las sombras del pasado.
SEIS AÑOS DESPUÉS...Hunter movía las fosas nasales con furia, su expresión endurecida. Su enojo y orgullo regresaron rápidamente a la superficie. En un acceso de furia, Hunter me propin&oacu