Constance apareció, trayendo consigo una bandeja llena de comida, cubiertos y una taza de té preparada especialmente para mí. Me sugirió que me sentara, y así lo hice, manteniendo aún mis ojos fijos en Ulrich.
Crucé la frontera entre Denver y lo desconocido, la selva dando paso a campos abiertos y carreteras desiertas. Mis sentidos de loba estaban alerta, cada sonido y olor moldeando mi trayectoria. Seattle se convirtió en mi meta, un refugio distante donde podría comenzar de nuevo, lejos de las sombras del pasado.
SEIS AÑOS DESPUÉS...Hunter movía las fosas nasales con furia, su expresión endurecida. Su enojo y orgullo regresaron rápidamente a la superficie. En un acceso de furia, Hunter me propin&oacu
A luz del amanecer se colaba por las rendijas de la cortina, iluminando la habitación de invitados de la cabaña donde pasé la noche en vela. El futuro de mis hijos sería decidido ese día, irónicamente y cruelmente, en su cumpleaños.
El trayecto hasta la manada fue silencioso. Garm, en su forma de lobo blanco, lideraba el camino, y yo lo seguía, mi corazón latiendo al compás de los pasos que nos llevaban al encuentro de aquellos que, en algún momento, había llamado familia.
Un lobo marrón, robusto e imponente, fue el primero en transformarse en humano. Su expresión furiosa delataba su descontento con la situación. Se adelantó, señalándome con indignación. La brisa fría cortaba la mañana mientras guardaba mi maleta en el maletero del automóvil que uno de los lobos de Hunter me había traído. Era una escena familiar, pero ahora todo parecía diferente.¿Estás seguro de lo que estás haciendo, Hunter?
Suspiré, recordando los eventos turbulentos de los últimos años. "Fui a Seattle, lejos de todo. Intenté construir una vida normal, pero el pasado siempre me alcanzaba. Y ahora estoy aquí, buscando a mis hijos."