CAPÍTULO 36

Cuando Amelia llegó a casa, con lágrimas en los ojos les hizo saber a las criadas que esa casa había quedado patas arriba desde la muerte de Carlos. De repente, la paz, el amor que la familia sentía el uno por el otro desapareció. Era como si todos tuvieran que estar observando cada movimiento del otro. La señora Muriel había estado deprimida, siempre lloraba y gritaba, siempre decía que quería a Carlos de regreso y a Marcos y Amelia, no había nada que pudieran hacer porque ellos habían sido los causantes de lo malo que ahora rodeaba ese lugar.

Cuando llegó Amelia, las criadas le dieron muy malas noticias. Alicia se había ido. Había decidido dejar a Marcos y Amelia para que destruyeran las vidas de los demás porque Alicia nunca iba a perdonarlos por lo que le habían hecho. Carlos era todo lo que Alicia tenía. No lo entendieron, ¿verdad?

—Señora, ¡Amelia! —Una de las criadas la llamó.

Amelia miró a la mujer. —¿Dónde está Alicia? ¿Cómo está ella? —Preguntó ya que cuando la dejó, Alicia
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