Toro.El nuevo cargamento de armas había llegado al almacén de Chuck. Tenía nuevo proveedor, y la mercancía parecía ser de primera calidad. Estaba tentado a probarla personalmente, pero en aquellos días tenía demasiadas cosas en las que pensar.Por una parte, estaba mamá, que dilapidaba la pasta a una velocidad que apenas me daba tiempo a mandarsela. Me estaba arruinando por su culpa, pero ... supongo que mi padre la tenía muy mal acostumbrada, además, aún intentaba llenar el vacío que Paloma dejó. Ese que no se llenaría jamás.Por otra parte, Mcland que tenía la mitad del bar, lo que me estaba causando demasiados prejuicios. Tenía que encontrar un nuevo lugar dónde esconder mis armas. Y eso me dejaba de lleno con el tercer problema en el que pensaba... El FBI que medía mis pasos en busca de cualquier error con el que acusarme para meterme en chirona.Con todo lo que tenía encima... no tenía tiempo para pensar en mujeres, pero... lo hacía. Pensaba en Victoria Evans con frecuencia.Dej
Victoria.Pasar la navidad junto a papá fue raro, pero me sentí en casa por primera vez en mucho tiempo, verle comer dulces típicos e ilusionarse con el árbol de navidad que compramos.Reía a carcajadas mientras cocinaba mi famoso pudín de manzana, con papá chupándome los dedos después de haberme pringado las manos con el mejunje. Era cómo un niño, mamá debió habérselo pasado pipa con él.Lo cierto, es que había mejorado, creo que quería demostrarme que de verdad podía cambiar. Lo estaba dando todo para que volviese a confiar en él, y me lo cre&
Toro.No quería pensar en Victoria, en cómo me trató con esa lejanía en el bar de su padre, la noche anterior. Tenía cosas más importantes en las que cómo en el viaje repentino de mamá a Estados Unidos y en la negativa de papá con que me reuniese con él en la cárcel. Parecía que ambos habían seguido adelante con sus vidas, yo era el único anclado en el pasado, velando por los intereses de ambos, sin centrarme en vivir por mí mismo, reuniendo dinero para seguir manteniéndolo a salvo en ese lugar. Comprar a funcionarios de prisiones para que un preso llevase una buena vida, no es cualquier cosa. Pero... se me daba bien, había aprendido del mejor: mi abuelo (del que ya os
Victoria.No debería estar pensando en hacer algo tan atroz, entregar mi cuerpo a un capullo para salvar a mi familia de un destino en el que mi propio padre se había metido él solito... ¿por qué demonios era tan idiota? ¿por qué no podía largarme y dejar que otros arreglasen sus propios errores? ¿por qué tenía que sentirme atraída por las desgracias ajenas e intentar salvar la situación? Yo no era una heroína, aunque lo parecía.Llevaba una falda oscura de flores rojas y una camiseta negra de tirantas, medias claras y unas plataformas, porque andar con tacones siempre se me ha dado de pena. El cabello lo llevaba aleonado, y un
Jasper.Su olor, su caliente olor me volvía loco... ¡Joder! Escucharla gemir de forma descontrolada, importándole bien poco que nos escuchasen en el exterior, a pesar de ser imposible, la música estaba muy alta, y la forma majestuosa en la que su cuerpo temblaba con cada uno de mis toques... Me fascinaba.Su respiración rozaba lo imposible, mientras yo levantaba la cabeza para observarla, había sido el mejor orgasmo de su vida, de eso estaba seguro.Tiró del cinturón de mi pantalón, esa mujer atrevida que me había reventado la camisa tan sólo unos minutos antes, y empezó a desabrocharlo, ten&ia
Victoria.Me había vuelto completamente loca, no había más...¡Dios! ¿Qué era lo que estaba haciendo allí, en su casa, escapando de la razón, teniendo sexo con él en su ducha, mientras el agua caía sobre nosotros?Escapar del club queriendo alargar la noche lo más posible, en aquella locura que empezó entre ambos en el cuarto de baño de mujeres del local.¿Qué era esa sensación que crecía y se expandía por cada recóndito lugar de mi cuerpo? Jamás me había sentido así, en toda mi vida, y no quería renunciar a algo que me hacía sentir tan viva.Gemía su nombre en bucle, mientras él me tiraba del pelo y yo me movía sobre él, sentada en el borde de la bañera, recorriendo con mis dedos cada tinta marcada en su piel. Me gustaba demasiado el color negro en su tez morena, sus abdominales bien marcados... todo él me volvía loca.El éxtasis nos sobrecogió a ambos y nos quedamos en silencio, reconociéndonos el uno al otro, con una tonta sonrisa en el rostro, recorriendo el cuerpo del otro con lo
Jasper.Soy un hombre de corazonadas, y suelo acertar la mayoría de las veces, es algo que heredé de mi abuelo, era medio brujo. Por eso di la vuelta a la manzana y para cuando me acercaba de nuevo al bar lo vi, a uno de los hombres de Mcland, secuestrando a Victoria.Ni siquiera puedo describiros lo que sentí cuando vi aquello, pero ... una parte de mí sintió como si la que estuviese siendo secuestrada fuese mi hermana pequeña, como si aún estuviese atrapado en el pasado, reviviendo mis demonios una y otra vez.Yo no era un héroe, no quería ser el salvador de nadie, así que... ¿por qué demoni
Victoria.Que un hombre te desnude borracho de placer antes de tener sexo es una cosa normal, pero que te vista con la misma calma, entre besos, queriendo prolongar aquella locura un poco más, era algo que nunca antes había experimentado. Su sonrisa me llenaba el alma, lo bien que me sentía con la delicadeza que ponía en volver a vestirme.- Se supone que nos hemos quitado las ganas... - comencé entre besos, con él sonriendo en mi boca – una sola noche es lo que prometí...- Es imposible que me baste con una sola noche – contestó él – podemos pasarlo bien hasta que estés completamente a sa