El hombre con la armadura negra, que antes se había burlado de Fane, ahora tenía los ojos abiertos de par en par y no podía decir una palabra. Al principio, como no lograba entender los pensamientos de Fane ni sus acciones, él había llegado a la conclusión de que ese tal Pau era simplemente un completo loco.

En ese momento, su compañero le había advertido que no se pusiera a dar demasiadas vueltas sobre lo que pensaba un loco. Si intentaba entender la mente de un loco, al final acabaría volviéndose uno.

El hombre había encontrado lógica en esa idea, así que decidió dejar de lado todas esas dudas y pensamientos confusos. Pero nunca imaginó que las cosas tomarían ese giro. Ese "loco" que él no lograba entender, ¡resultó tener tal poder!

No solo él, sino también los otros compañeros que lo habían aconsejado antes, ahora estaban todos mirando boquiabiertos, con la boca ligeramente abierta y respirando con dificultad, sin poder articular ni una palabra.

Ese resultado los dejó sorprendidos