Al observar a Fane y luego a sí mismo, Diego instantáneamente se sintió increíblemente débil. Un alquimista que era un guerrero independiente tenía más confianza que él. Mientras se preocupaba por todo y nada, no mostraba ni un ápice del aura que debería tener un discípulo heredero de una secta de octavo rango.

Al darse cuenta de eso, Diego enderezó su postura, infló el pecho y levantó la cabeza. Su confianza resplandecía como si fuera el principal discípulo de la secta de las Ocho Estrellas. Sin embargo, esa autoconfianza no duró mucho.

Una vez que llegaron a la zona de espera, Diego vio a Pablo. La expresión segura de Diego se volvió rígida en su rostro, y las preocupaciones, el dolor y el miedo que había reprimido instantáneamente inundaron su mente.

¿Pablo también era un participante? ¿Iban a ingresar juntos al espacio dimensional para enfrentarse en una batalla de vida o muerte?

Siendo ambos guerreros del Continente Cebra Blanca, Diego conocía a Pablo. En términos de fuerza genera