Este tipo de comentarios gradualmente se convirtió en la corriente principal sobre la tribuna. Si había alguien cuyos sentimientos eran complicados en este momento, ese sería Tomás de la secta Nueve Ciervos. Después de presenciar la victoria de Fane con sus propios ojos, quedó completamente aturdido.

Abrió ligeramente la boca, ¡su respiración se volvió incómoda! No podía creer que todo esto fuera real y, aún menos, quería aceptar que lo fuera. Después de ver cómo la bestia demoníaca era atrapada por una espada en la garganta, la emoción de Tomás lo hizo levantarse de su asiento.

Él se llevó la mano al cuello, ¡como si él mismo fuera la víctima de esa espada en la garganta! Si no fuera por su discípulo que lo obligó a sentarse de nuevo, Tomás podría haber perdido el control de sus propias acciones.

Afortunadamente, la opinión pública que lo rodeaba gradualmente lo tranquilizó. Aunque estas personas eran en su mayoría plebeyos y no figuraban en la escena, había que admitir que en esta oc