De esas diez criaturas del alma púrpura, nueve estaban en el nivel intermedio del reino innato y una en el tardío. Sus largos colmillos y feroces ojos de bestia estaban fijos en el cuello de Fane.

Después de presenciar esta escena, Fane suspiró de alivio. Pensó que todas las criaturas del alma púrpura se precipitarían hacia él al mismo tiempo, pero resultó que llegaron en grupos separados, lo que hacía las cosas más manejables.

Avanzó un paso, agarró la empuñadura con ambas manos y lanzó un grito mientras cortaba con su espada hacia las diez criaturas del alma púrpura. Un rayo de espada se materializó en el aire a una velocidad visible para el ojo humano y se abalanzó sobre las diez criaturas del alma púrpura.

La negra hoja de la espada se desvaneció en el aire, convirtiéndose en una hoja etérea que, a simple vista, medía un metro de ancho. Aunque no emitía una fuerte fluctuación de energía, llevaba consigo un aura indomable. Los diez espíritus púrpuras no temían a la muerte, sus ojos