Muchos decanos esperarían en el Salón de los decanos, pero después de llegar al Salón de los decanos, solo vio al decano Domínguez. ¿Era necesario poner una mesa en el Salón de los decanos para reunirse a solas?

Fane se sorprendió más cuanto más pensaba en ello, pero no mostró su sorpresa en su rostro. Después de ver al decano Domínguez, lo saludó con mucha cortesía y, siguiendo la sugerencia del decano Domínguez, se sentó en el otro lado de la mesa.

El decano Domínguez invitó a Fane a tomar té:

—Este té es de la mejor calidad espiritual, incluso nosotros, los decanos, solo lo sacamos cuando estamos invitando a alguien.

Tan pronto como Fane escuchó esto, rápidamente siguió diciendo:

—Como decano, debemos mostrar respeto, no es necesario que gaste...

Pero antes de que pudiera terminar estas palabras corteses, el decano Domínguez lo interrumpió al extender la mano:

—Cuando estamos teniendo una reunión privada como esta, no necesitamos palabras vacías. Te he llamado aquí porque tengo a