Estas palabras casi fueron gritadas por Quilliam, lo que demostró cuán emocionado estaba. Mientras las decía, su lengua se enredaba, evidenciando su exaltación. El mayordomo segundo frunció el ceño y su rostro se volvió rígido al instante.

Quilliam lo miró con duda, preguntándose por qué el mayordomo segundo lo estaba observando con una mirada tan extraña, como si el logro que acababa de alcanzar no fuera suficiente para impresionarlo.

Quilliam se sentía cada vez más extrañado. Era consciente de su destacado talento y excelencia. No había pasado mucho tiempo desde que comenzó a estudiar los manuales alquímicos, ¡y ya había logrado un resultado tan impresionante! Incluso en la Casa de Alquimia Tiziano, podría llevarles a otros cinco o seis años alcanzar algo similar.

Entonces, ¿por qué el mayordomo segundo no mostraba ni una pizca de alegría y lo miraba con esos ojos extraños? Quilliam frunció los labios y dirigió inmediatamente su mirada hacia su amigo íntimo, Yones.

Al observar deten