En ese momento, Quilliam se volvió loco. Ahora se dio cuenta de por qué esas personas lo miraban de manera tan sutil, con compasión mezclada en la mirada.

A pesar de que había condensado trescientas runas de energía de píldoras, recordaba claramente cuán emocionado se había sentido después de completar los estándares establecidos por el mayordomo segundo. Ahora, toda esa emoción había sido como un cubo de agua fría, derramándose desde la cabeza hasta los pies.

Quilliam temblaba ligeramente las manos:

—¡No lo creo! ¡No vi nada! Todo es falso, todo esto es falso. ¿Cómo puede él condensar trescientas runas de energía de píldoras si ni siquiera ha visto el manual de alquimia? Todo esto es una ilusión, ¡me están engañando!

Gritó desgarradoramente, agitando las manos frenéticamente y mostrando los dientes. Parecía que todo esto era un sueño, y su objetivo era liberarse de esa ilusión.

No podía creer que esto fuera real, y no quería creerlo. A pesar de haber demostrado con su propio poder qu