Él giró bruscamente la cabeza y miró a Quilliam con una expresión rígida:

—¿Es verdad lo que dijo el hermano mayor tercero? Tus palabras en aquel entonces no eran para mi bien, ¡sino para obtener esas buenas tareas y beneficios para ti mismo!

Estas preguntas una tras otra hicieron que el rostro de Quilliam se pusiera morado. Rápidamente intentó defenderse, pero una vez más fue interrumpido por Tiburcio.

—Por eso dije que aunque tengas talento y te conviertas en aprendiz de la Liga de Alquimistas de La Provincia Media, sigues siendo de la Casa de Alquimia Tiziano.

—Con tanta astucia y métodos despreciables, ¡si hicieras algo así en la Liga de Alquimistas de la Provincia Media, no estarías avergonzando a nuestra Casa de Alquimia Tiziano!

Al finalizar estas últimas palabras, Tiburcio fijó su mirada en el mayordomo segundo, quien se quedó perplejo al escucharlas, como si hubiera reaccionado de repente. Se giró hacia Quilliam.

Quilliam se asustó y se puso rígido, sintiendo un latido en el