26. Una fiesta

NICOLE:

Han pasado nueve meses desde que Agustín rompió mi corazón en mil pedazos. No puedo negar que el dolor casi me consume; durante los tres primeros meses, no podía dejar de llorar. Capuchino, mi fiel compañero, fue quien con su ternura me brindó consuelo.

Me reinventé, cambié mis hábitos y conocí mejor a mis compañeros de grupo, con quienes hemos formado una estrecha amistad. Puedo afirmar que son mis primeros amigos en muchos años, fuera del círculo que anteriormente me rodeaba, ese círculo llamado Agustín.

No reniego de todo lo que vivimos, ya que fui muy feliz, pero también comprendo que mi arduo trabajo para alcanzar mis metas y el apoyo a las suyas no me dejaba tiempo para socializar. En Uruguay, no sentía la necesidad de buscar amistades; lo tenía todo. Sus hermanas eran mis amigas, sus padres se convirtieron en los míos, y sus amigos de la infancia también se hicieron mis amigos.

En este país, he experimentado un notable crecimiento personal. He aprendido a g
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