Abuelo Abad

María Isabel

Que me trague la tierra ¿Puedo enterrar mi cabeza en el suelo como una avestruz? No, eso es algo que solo ocurren los dibujos animados.

Que me parta un rayo, no tengo tanta buena suerte, el maldito sol se ríe en mi cara.

Que mi mayor enemigo me mate sin piedad, no creo tener uno.

Que mi madre me devuelva a su vientre, tampoco, a no ser que regrese como zombie.

El abuelo de los Abad acaba de verme ¡Desnuda! Si, así sin nadita y con las nalgas al aire mientras su nieto me golpeaba sin parar, recordando que estaba casi atada por las manos de Burak.

Dios santísimo de todos los cielos y la tierra ¿Merecía una vergüenza como esa? Vamos, siempre soy yo la que termina quedando expuesta y esta vez sí quedé completamente expuesta.

¡No es justo! ¿Cómo ese hombre se atreve a entrar así como sin nada? Debía tocar como otra persona con educación.

¡Carajo! ¡Mierda! ¡Coño!

Esas mismas maldiciones las repetí una y otra vez en mi cabeza cuando al voltear veo a un elegante y distinguido hom
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