Tiró de mi hacia arriba y me besó con impaciencia mientras me hacía sentarme en su regazo, una de sus manos me sostenía por la espalda baja para no caer (pues estábamos al borde del colchón) y la otra se deshacía con prisa de mi camisa.
- Sé que siempre te he gustado - dijo ahora con voz firme, como si no hubiera estado borracho - Y se que deseas que lo que dijo Carlos sea verdad, lo deseas tanto como deseas hacer el amor conmigo
Sentí mis mejillas arder con semejante confesión, él lo sabía todo desde hace quién sabe cuánto tiempo y aún así había fingido no darle importancia, él no estaba ebrio y aún así me había dejado estar hasta aquí, me sentí apenado, Confundido, y mas que nada, excitado. Porque si, si quería hacer el amor con él, y ahora que sabía que él estaba consciente era m&
(Secuela del capítilo anterior)Habían pasado un par de meses desde la noche en qué Fernando y yo nos acostamos tan caliente y románticamente en mi departamento.Los siguientes acontecimientos fueron curiosos, incómodos y románticos por igual: comenzamos a salir en plan "menos amigos y más pareja", para ver si podía salir algo fructífero de aquello.Fernando me trataba lindo, me invitaba a comer, salíamos a tomar, a jugar billar, por él me comenzó a gustar más el ambiente de fiesta y me hice más sociable de alguna manera.Lo único que no me gustaba de todo aquello es que sentía que se apenaba de que nos vieran juntos, como si se avergonzara de gustar de mi o de ser bisexual. Ese era un tema que habíamos disc
- Si dudas de cuánto me encantas, solo mira como me pones con un beso. - tomó mi mano y la llevó a su miembro que de nuevo comenzaba a despertar. - Está vez no dejaremos esto a medias. - me empujó sobre la banca y se subió en mi, volvió a besarme de nuevo, sus manos me estimulaban por encima de la ropa y con su cadera se estimulaba el solo frotándose contra mi abdomen.- Quiero cogerte, no, quiero, quiero hacerte el amor, aquí y ahora - susurró comenzando a perder la compostura. - ¿Me dejarás? - mi respuesta fue llevar mi mano a su pene y apretarlo suavemente.- Ah~Era muy extraño escuchar gemir a Fernando, y sin embargo cuando lo hacía sonaba delicioso.
Evan era un chico de mi aula de los más populares.Era tan malditamente guapo y perfecto que cuando lo conocí creí que era irreal, y desde aquel primer instante me enamoré perdidamente de él.Evan era capitán del equipo de fútbol americano, y por tal cosa tenía un cuerpo que me parecía lo más semejante a las esculturas a la mitología griega. Tenía una espalda ancha, pero sin exagerar, cintura más estrecha, unos brazos que seguramente eran el doble de los míos, piernas atléticas, manos varoniles y para rematar un rostro cautivador.Dos orbes verdes esmeralda resaltaban en su rostro de facciones marcadas, encima había un par de cejas pobladas y gruesas, la piel era lechosa y salpicada de pequeños puntitos cafés... El cabello pelirrojo natural contorneaba h
Los siguientes días no fueron distintos, era bastante incómodo porque no mediábamos palabra además de lo esencial sobre el trabajo; incluso le ofrecía hacer el trabajo yo solo para que él no perdiera su práctica, pero se negó. Ésta era mi oportunidad para acercarme al hombre de mis sueños, al amor de mi vida, y lo había arruinado en un instante con mi estúpido comentario.- Tus ojos también son bonitos - dije espontaneamente el miércoles, el último día que nos reuníamos en su casa y posiblemente también la última vez que le hablaría. Era un comentario igual de fuera de lugar que el otro día pero con una intención completamente diferente. Evan me miró extrañado. - Y tú cabello, y tú rostro, creo que eres muy g
- Yo... Nunca he tenido sexo con nadie - confesé apenado y tratando de no mirar su rostro. Me sentí ridículo pero sentí necesario decirlo para que él lo supiera y no saliera algo mal entre nosotros.Evan me miró con ternura y me acomodó el cabello detrás de las orejas sin quitarse de mi. Luego, me dedico una sonrisa.- Yo tampoco, Dean - musitó con ternura y acariciando mi mejilla - pero si quieres que paremos podemos dejarlo aquí.Su confesión era casi imposible para mí.Siempre pensé que Evan había dejado de ser virgen hace mucho tiempo por lo guapo que era y la popularidad que tenía, y sin embargo era tan casto como yo.Claro que no lo iba a dejar ir.Volv&ia
(Secuela del capítulo anterior)Era sábado por la tarde-noche cuando me encontraba trabajando en la cafetería del centro que era mi trabajo de fin de semana.El clima fuera era intenso, era temporada de lluvias y ahora mismo había una tormenta digna de las películas apocalípticas.- Cerraremos tarde - me comentó a manera de plática Chris, mi compañero que junto conmigo atendía el pequeño local. Era apenas un lugarcito con unas cinco mesas pero muy acogedor, con ventanales grandes a la calle y una pequeña barra donde estábamos Chris y yo.Chris era un chico de por lo menos 8 años menos que yo, tendría unos 20 quizás, y era un chico mucho más bajo, delgado y de cabello negro con un par de ojos avellana muy seduc
Las posiciones habían cambiado. Ahora el chico de la casa elegante y acomodada era yo. Ahora no era yo quien estaba a su merced. El que dominaba ciertamente también era yo, porque cinco años después, los roles se habían invertido.Se quitó la ropa interior y entonces su desnudez estuvo expuesta: un cuerpo delgado, no más atlético ni escultural, un rastro de vellos finos de su ombligo a la entrepierna, las costillas marcadas, la cadera afilada, el cabello enmarañado pegado a su piel húmeda y pálida, y él, tan indefenso y vulnerable, temblando de frío y sonrojado hasta las orejas... Tal imagen no hizo más que provocarme una erección.Me llevé la mano al pantalón y me acomodé el miembro con descaro.
Cuando llegó a mi ropa interior no se detuvo y quedó dudoso contemplando como lo había hecho años atrás, esta vez, decidido, retiró mis boxers y mi erección brinco a su rostro. Me mordí el labio para reprimir un jadeo de solo ver mi pene sobre su cara roja, tenía ganas de follarle la boca hasta venirme en ella pero recordé que había dicho que no había tenido sexo con nadie más y eso me detuvo.Cerré los ojos y eché la cabeza para atrás quedando recargado en el sillón, donde él solo contacto de la gamuza con mi piel me hizo sentir un escalofrío, como si mi cuerpo estuviera más sensible de lo normal. Evan me tomó en sus dedos con delicadeza, y después dio una lamida desde la base de mi pene y hasta la cabeza, donde trazó circulos con la punta de su lengua. Me envolv&iacut