Esta historia es ficticia, algunos de los lugares mencionados dentro de la historia no son reales, incluso aunque puedan poseer direcciones reales o ubicarse en centro comerciales y hoteles.
Los hechos relatados aquí, no se corresponden con la realidad del oficio, en Las Vegas la prostitución no es legal, está supeditada a condados muy específicos y también se hace por medio de burdeles. Lo que sí es real, es que es uno de los trabajos mejores pagados y existen distintos niveles. Por lo tanto, si encuentras alguna incongruencia geográfica, legal, etcétera, recuerda que he ajustado la realidad de la novela para su mejor desarrollo.
Lydia se levantó ese lunes muy temprano y se puso a recoger un poco la sala, sus amigas de siempre habían ido la noche anterior para celebrar su cumpleaños número cuarenta. Su esposo, Cole, le obsequió un hermoso collar de perlas cultivadas, que hacían juego con los pendientes de perlas cultivadas que le compró ese año en febrero por motivo de su aniversario de boda, y también combinaban con la pulsera de perlas cultivadas que le obsequió por navidad.Miró la cajita que contenía el regalo y rebuscó en su interior alguna clase de emoción que no fuese el fastidio. Cualquiera diría que debía sentirse agradecida por tener un esposo devoto que le daba costosos obsequios y la mantenía en una enorme casa en una de las mejores zonas de Las Vegas. El problema no era que le faltase algo físico, o sí le faltaba, pero no tenía que ver con dinero o lu
La chef Jane se había aparecido el martes a la hora acordada, ni un minuto antes ni un minuto después. Emil la recibió con una sonrisita socarrona, una que quiso volarle de un golpe junto con sus dientes demasiado blancos; luego la condujo a la cocina del restaurante, le explicó cómo se movía todo, cuál era su papel y el menú de ese día.―Los platillos se cambian cada cinco días ―señaló la carta que sostenía ella, mientras se sentaron en el comedor.El lugar era exquisito, nada que envidiarles a los otros tres restaurantes del hotel. El Aria era un enorme complejo con 4000 habitaciones, centro de convención, pisos de negocio, casino, centro comercial, tres piscinas al aire libre, spa y demás; así que ese lugar tenía que estar a la altura de todo lo que el hotel ofrecía.La vista era más que espectacular, tenía una extensi&oa
Aunque el martes había ido con la firme determinación de hablar con Shirley para contarle todo, sus planes no salieron como esperaba. Jane tuvo casa llena ese día y durante la noche, así que estuvieron repletos de trabajo.Joe llegó a la hora de siempre, risueño y rozagante, oliendo a agua de colonia, portando su atuendo de trabajo como si fuese un traje de Armani. Bromeó con todos, coqueteó con algunas empleadas, preparó la cena para el equipo de siempre mientras ella coordinaba los especiales con el cocinero, y antes de que se diera cuenta, habían cerrado el restaurante a las once de la noche, despidiendo a todos hasta el otro día.El sous-chef se quedó un rato más, pero para variar no adoptó la actitud despreocupada de siempre. Fue tomando nota de lo que Jane le decía sobre el inventario, recordándole que debían pedir un saco de papas y que
Soledad no había dicho nada a petición de Ana, ella necesitaba un par de días para poner las cosas en orden y perspectiva; lo que era comprensible. Por eso no se sorprendió cuando vio a su amiga vistiendo un apretado vestido de color perla que resaltaba todas sus lindas curvas, era posible que anduviese en fase de autoreconocimiento y empoderamiento, necesitaba sentirse a la altura de la mujer horrorosa que le estaba robando a Ernest y destruyendo su matrimonio.Tampoco le comentó nada a Esteban, en especial porque su esposo era bastante cercano al marido de Ana y temía descubrir que él sabía todo y no le había dicho nada. Eso sería casi como que su propio esposo le estuviera poniendo los cuernos.Llegaron al Bon Appétit en el carro de Soledad, porque Ana advirtió que no conduciría. Cuando se apearon del vehículo, sus otras amigas empezaron a silbar y hacer comentarios sob
La noche del viernes mejoró notablemente debido a la idea de Joe. Al ver a todos reunidos, tras haber cerrado temprano por estar vacíos a las diez de la noche, se sintió en paz. Jane no podía quejarse, sentarse alrededor de la gran mesa improvisada, conversar animadamente, ―contando anécdotas del trabajo― y escuchar los acordes de la guitarra de B-Rock, mientras todos cantaban canciones de domino público; si así iba a terminar el Bon Appétit, entonces era una buena forma.Algunos tenían que trabajar al otro día, así que tras recoger entre todos y dejar la cocina limpia para la mañana, solo quedaron Flag y Tank ―que le alquilaba una habitación al primero―, Arrow y Rock ―que compartían piso en el centro―, Angel, B-Rock, Shirley, ella y Joe.Decidieron que no era necesario tener una mesa tan grande, así que acomodaron todo en su sitio, excepto dos mesas. B-Rock tocaba
Priscilla no dejaba de mirar en dirección a la sala de entrenamiento de artes marciales. Rock se había sacado la camiseta dejando a la vista su torso cincelado a la perfección, con la piel libre de marcas o tatuajes. A su lado, en las cintas de correr, Ana, Julia y Soledad, corrían a una velocidad contaste; cada una encerrada en su mágica burbuja musical que las aislaba con sus pensamientos.Después de la cena del jueves, con sus borracheras, desatinos y posterior resaca, se reunieron todas en casa de Ana el viernes en la tarde. Las cinco amigas la consolaron, más cuando les avisó que Ernest se había ido a un viaje relámpago en la mañana y volvía el domingo a primera hora. Ninguna tuvo que preguntarle a dónde, todas supieron de inmediato que había ido a Florida.A petición de las brujas, Ana accedió a que los niños tuvieran pijamada en casa de Lydia, b
Shirley había tenido una idea, una que le insinuó hacía más de un año y que ahora la sacaba a relucir otra vez.La trastienda del Bon Appétit era amplia, de hecho, estaba siendo subutilizada porque la idea original era ampliar el salón comedor y agregar más mesas para ofrecer un área de brunch o un salón privado para eventos. Había sonado bien en su momento, pero cuando las otras estrategias para hacer más popular al restaurante no dieron los resultados esperados, lo abandonaron.Esa mañana de jueves, mientras desayunaban en su departamento, su mejor amiga volvía a la carga y como no pudo obtener ningún detalle jugoso de su almuerzo con Luis del día anterior, se enfocó en desglosar la idea que tenía en mente: convertir la trastienda en un salón de fiestas para despedidas de solteras.―Eso ya lo habíamos intentado, Shir ―le r
Dave estaba profundamente nervioso, se presentó a las diez de la noche del sábado en la suite indicada en el hotel Tropicana y dio dos golpecitos a la puerta para anunciar que ya estaba allí.Después de que Jane se enterara ―antes de lo pensado― de lo que estaban haciendo, todo siguió como estaba pautado, lo cual fue bueno, tomando en cuenta que esperaban que la chef estallara en furia, y había sucedido todo lo contrario.Joe le había explicado lo que debía hacer. Primero le recomendó masturbarse un par de veces ese día para que fuese más largo el proceso de eyaculación, ―entre más tardes en llegar más fácil es hacerla llegar a ella―; luego le entregó una cartera de cuero donde encontró un surtido de condones, envueltos en empaques dorados, y dos pastillas sospechosas en su respectivo blíster.―Viagra y un estimulante. ―Señ