LYNETTEAbro los ojos lentamente, los rayos del sol que se filtran a través de las cortinas de seda, hace que los entrecierre de nuevo, respiro profundo, me cuesta trabajo, comprender lo que realmente está pasando, hasta que mi mente me hace recordar los sucesos, luego de que Brentt me abrazara, me soltó como si mi cuerpo estuviera hecho de brasas que le consumían la piel, luego me lanzó esa mirada suya tan gélida, retrocedió un par de pasos para después salir de la habitación sin decir nada. Después de dos horas de eso, mandó a cinco de sus hombres a que me escoltaran a la misma camioneta en la que se encontraba, no me dijo nada, no me dio más explicación que la de cambiarnos a una de las fortalezas más aseguradas de su familia, una en la que podía hacer lo que quisiera con Zair, cosa que no me pareció, no obstante, me lo callé. Pude ver a mis hijos, pasé el resto de la noche a su lado, velando por su sueño hasta que hace dos horas pude dormir, aunque viendo la hora que marca mi re
LYNETTELas palabras que suelto parecen irreales y comprendo la mirada de Zair, quien endurece su gesto y niega con la cabeza. —¿Te has vuelto loca? —refuta—. Esto es la mafia, Lynette, no son juegos universitarios ni nada por el estilo. —Lo sé, escuché que ellos te quieren matar —susurro. —No te metas en asuntos que no te corresponden —me corta. Me quedo callada un par de segundos. —Solo intento… —Lo sé, pero comprende que eres la esposa del Capo, por contrato o no, eso no importa, si me ayudas a escapar, perderán toda la confianza que lleguen a tenerte, si ahora te miran como a un enemigo, haciendo esto, es ponerte la soga al cuello, además de que Brentt te quitará a tus hijos, ¿eso es lo que quieres? Trago grueso y respiro con dificultada. —Lynette…—¡Lo sabía! Yara me toma por sorpresa, sale de las sombras, enreda su mano entre las hebras de mi cabello, tira con fuerza al grado de que mis rodillas fallan y me caigo al suelo, comprobando que, en definitiva, la suerte no es
NARRADOR OMNISCIENTE Dentro de la habitación azul, una que usaba Brentt, específicamente para que sus sumisas le deleitaran con sus bailes eróticos, se encontraba una Lynette llena de confusión, el culo le dolía debido a su primera experiencia con el sexo anal. Cuando intentó ponerse de pie una vez que Brentt salió, se dio cuenta de que no había usado condón, y lo peor de todo, es que sus piernas le temblaban, había disfrutado tanto, que por un segundo se le borró de la mente en dónde se encontraba y en qué situación estaba. —Todo va a salir bien —se dijo a sí misma, tratando de convencerse. Aunque en el fondo no podía asegurar que fuera cierto todo. Con ese pensamiento logró salir de la habitación luego en media hora, mientras que a unos metros de distancia, se encontraba Brentt, encerrado en su despacho, caminando de un lado a otro. Pasándose una mano por el cabello, estaba confundido, hastiado, si bien podía deshacerse de todos los que le decían qué hacer, aún no era el moment
BRENTTSangre, eso es lo que me ha rodeado desde que tenía doce años y mataron a mi madre frente a mis ojos, era un niño, y, sin embargo, ya se esperaban grandes cosas de mi parte por ser el hijo del Capo de la mafia italiana. Sobre mis hombros ya colocaban un enorme peso para alguien de mi edad. Y ahora, ese niño que crecía amoroso con su madre, estaba viendo como un mafioso turco, la sostenía con fuerza descomunal del cabello, tiraba con fuerza para que ella pudiera ver el dolor y sufrimiento que le causaban. —Mira, mocoso, mira como tu madre derrama su sangre frente a ti —bramaba el tipo. Mis ojos se llenaban de lágrimas, mi padre siempre me dijo que no tenía por qué ser un niño débil, su principal regla era no mostrar tus sentimientos ante nadie, mucho menos a tu familia, siempre cuidar tus espaldas y no confiar en nadie. Esas eran las reglas de la mafia italiana. —No bajes la mirada, cariño. La suave y dulce voz de mi madre hizo que levantara mi vista, ella no estaba llorand
LYNETTEHan pasado dos semanas desde que Brentt se ha comportado usualmente raro conmigo, primero había estado distante y hasta cierto punto lo había aceptado, pero de la noche a la mañana, sin decir nada, mermó el espacio entre los dos, rompió con las barreras que había creado, creyendo haber solidificado los muros entre ambos, y comenzó a ser… bueno, algo hostil, pero atento, por decirlo de manera amable. Me lleva a casi todas partes con él, me muestra lugares, me hace memorizar algunas reglas de su organización y me cuenta incluso sobre la historia de los inicios de la mafia italiana, me ha saturado con tanta información, que por segundos, incluso yo, me siento como si hubiera crecido dentro de esta organización. Sin contar las veces en las que me lleva a sus reuniones, todo el tiempo me presenta como su esposa, la madre de sus hijos. Boris me dijo que la que solía acompañarlo a todos lados, era su hija Yara, suficiente razón para que comprenda por qué si antes no me soportaba, a
LYNETTE¿Cómo es posible que, en un abrir y cerrar de ojos, la pesadilla en la que estaba viviendo, se haya convertido en el peor de los infiernos? Zair me ha traicionado, yo intenté salvarlo, en cambio, él solo tomó a Malek, mi bebé, mis hijos vuelven a estar separados y sin que pueda hacer gran cosa por ellos. Solo espero que esté bien, a estas alturas, ya no puedo asegurar que conozco a Zair. Han pasado dos horas desde que llegamos a la fortaleza, Brentt está como alma que lleva al diablo, todos se están movilizando para encontrar a nuestro hijo, al parecer, agentes especiales del grupo de Zair, vinieron a rescatarlo, con explosivos, hay muchos muertos alrededor y solo puedo pensar en que quiero patearle las bolas, una cosa es querer matar a Brentt, tener sus problemas con él, y otra muy distinta, es atentar contra la vida de mis hijos, dos seres que no tienen la culpa de nada. —Tranquilo, papá, traerá pronto a tu hermano —le susurro a Mael, quien está inquieto desde que su herma
LYNETTE“Ella era mi esposa”Esas palabras no han dejado de rondar por mi cabeza, no importa los esfuerzos que haga para querer eliminar esta sensación de desazón que me invade el sistema y que se siente como una apuñalada certera en mi pecho. Ya suponía que había estado casado, cuando vi la foto en aquella habitación, en donde él estaba abrazando a una mujer de cabello teñido de color plata, ojos de un azul demasiado pálido, tez clara y sonrisa amplia, el asunto es que en aquella foto él era el único que parecía estar feliz, ella… bueno, no podría definir bien cómo era su relación, pero estaba claro que parecía incómoda. Siento como si me hubiera roto el corazón en mil pedazos, trago grueso, la sala del hotel en el que nos estábamos hospedando, de pronto se llenó de sus hombres y de otros a los que él llamó como investigadores privados, cuando ante mí, solo eran puros hombres desconocidos. —En media hora —le dice uno de ellos a Brentt. Yo me encontraba sentada en uno de los sofá,
LYNETTEEn menos de un abrir y cerrar de ojos, siento que la vida se me resbala de los dedos de la mano, el tiempo se detiene o mejor dicho se siente como si fuera en cámara lenta, no sé qué es lo que sucede, pero protejo con todas las pocas fuerzas que me quedan a mi hijo, contra mi pecho, como si eso fuera suficiente como para mantenerlo fuera del inminente peligro que nos asecha. Enseguida, Zair me empuja a su izquierda, al tiempo que recibe el impacto de bala que iba dirigido a mí, gruñe lleno de molestia, en especial porque después de todo, me logré escabullir en sus planes y tirarlos por la borda. Eso lo que más le molesta, estoy segura de ello. —¡No la dejes escapar! Escucho el grito de una mujer a mis espaldas, él la mira como si entre todo el caos intentara localizar que esa persona estuviera bien, cosa que aprovecho para escabullirme y comenzar a correr lejos de él, no confío después de que hiciera que Mael estuviera en medio de esta guerra entre fuegos cruzados. —¡Atráp