LYNETTE Cuando Brentt termina de contarme todo lo ocurrido, me lleva hasta la cama y me lanza contra el colchón. —Brentt, tienes que estar en duelo. —No, lo que necesito en estos momentos es hundirme en tu calor —dice quitando mi ropa. Si fuera en otra ocasión lo apartaría, pero su mirada es perdida, tan vacía que me aterra, por ello, dejo que esta vez gane por los dos, Brentt nos desnuda, él hace todo el trabajo, succiona mis pezones con fuerza y gimo. —Me encantan tus pechos —mordisquea mi piel. —Brentt —abro más mis piernas. En un claro indicador de que lo necesito dentro de mí, él no pierde tiempo en ello y sin más, de una dura estocada me penetra hasta el fondo, abre mi interior de un modo que solo él sabe hacer. Brentt está lleno de dolor, acaba de perder a su padre, aunque fuera un hijo de perra también, era su sangre. —Te amo, nunca dejé de hacerlo —dice al ritmo de sus lentos empujes, lo que me hace perder la cabeza. —Te amo, pero también te odio —confieso—.
LYNETTE —Lynette. La voz de Brentt a mi lado, me regresa a la realidad, no, él no puede ser mi hermano, mi madre seguro lo está diciendo para que no esté a su lado, ¿cómo no lo vi antes? Y aunque ese es mi pensamiento, mi cuerpo reacciona de un modo que hace que él se enfade. —No lo vuelvas a hacer. —Lo siento. Miro a mi alrededor, hay una alarma por toda la zona, que anuncia que hay peligro inminente, todo sucede tan rápido, tan pronto como nos ponemos en pie, somos rodeados por hombres armados que comienzan a atacarnos, son turcos, los conozco bien, los hombres de Brentt contraatacan al mismo tiempo. Mi mente deja de estar en blanco cuando recuerdo que aquí mismo se encuentran mis hijos, como puedo, tomo un arma de uno de los hombres que están en el suelo muerto y comienzo a disparar con la intención de llegar hasta mis hijos, son lo único que me preocupa, pierdo de vista a Zair, pero sé que él está protegiendo a mi madre. Nos rodean, esquivo un par de disparos hasta qu
LYNETTE Los nervios me matan, no puedo pensar en otra cosa que no sea en mi pequeña Rina, debe estar asustada, llorando al no ver a sus padres o a sus hermanos, mis pequeños intentaron protegerla, pero son demasiado pequeños y no pudieron hacer mucho, lo que más me hiere en el alma fue verlos heridos. Y ahora, lo que más temí cuando me enteré de que estaba embarazada de Rina, se está haciendo realidad, y no puedo hacer nada por ella hasta que Ulyses se contacte con nosotros, en todo ese tiempo del ataque, ella fue su objetivo, no mis hijos, sino, mi pequeña, porque sabe que es el nuevo punto flojo de Brentt, lo que usará en su contra. Lo que intentaba hacer el FBI, lo está haciendo Ulyses, solo porque tiene una estúpida venganza con Brentt por Ariella, la que inició todo el conflicto, porque ella era la que estaba traicionando a la organización, ella era la que se estaba acostando con el líder de otra mafia, estando esperando incluso un hijo con él. Miro a mi alrededor, hace un
NARRADOR OMNISCIENTE La noche apenas estaba cayendo por los cielos de Italia, y quien iba ganando la guerra entre mafias era nada más y nada menos que Ulyses, quien tenía algo que Brentt amaba más que a su propia vida, un nuevo punto débil, lo que él no sabía, era que esto lo tenía planeado desde años, cuando perdió a Ariella, se prometió algo, y estaba a nada de hacerlo realidad. Lo cierto es que a él no le importaba siquiera morir, perder la vida era el peor de los casos, no le temía a la muerte, nunca lo había hecho, desde que era un niño eso le inculcaron, lo entrenaron para ser un compañero de la muerte, no para ser un cobarde que le preocupe la navaja sobre su cuello. Ulyses sabía que su final se acercaba, él tenía planeado morir, pero no sin antes hacer pagar por todo a Brentt. —Deja de pensar tanto, me das miedo. Una voz femenina que le parecía familiar, hizo que saliera de su mente oscura y viera a la mujer que seguía considerándose como la esposa de Brentt. —Elsa.
LYNETTEMe quedo atenta a lo que sigue, Brentt toma asiento y conecta la llamada mientras yo me quedo detrás del ordenador para que Ulyses no me pueda ver, los segundos pasan y poco a poco mi corazón aumenta el ritmo de sus latidos, hasta que escucho su voz. —Brentt, no te ves muy bien —se burla Ulyses y cierro los puños. —Habla, no me gusta perder el tiempo —espeta Brentt con firmeza, con la mirada fiera y con un deseo asesino que comparto con él. —Bien, iré directo al grano, quiero tu vida a cambio de la de tu hija —confiesa y me quedo quita—. Entrégate a mí, y a cambio tendrás a tu preciosa hija de vuelta. Brentt se queda callado un par de segundos antes de hablar. —¿Dónde? Ulyses de burla de nuevo. —¿Estás consciente de que no vas a regresar? —Dije, en dónde. El miedo me invade el cuerpo, quiero recuperar a mi hija, pero no de este modo, no cuando su vida está en riesgo, debe haber otra manera, supongo que en el fondo, tengo la esperanza de que tenga un plan maestro en el
LYNETTE Observo sus pequeños rostros, mis hijos están durmiendo en el sofá de espera, abrazando a una Rina soñolienta, en cuanto llagamos al hospital, ordené que me los trajeran porque no pienso separarme de ellos y de Brentt, y porque ahora sé que puedo defenderlos de cualquier peligro, yo a ellos cuatro no pienso perderlos de vista nunca, mucho menos a su padre. Han pasado las horas, ya casi amanece, el doctor que lo operó dijo que Brentt tuvo mucha suerte, ya que la bala no perforó ninguna arteria directa al corazón, el susto de mi vida pasó, en cuanto a Ulyses, dejé todo en manos de los italianos y de la orden, no pienso entrometerme más en esta organización. Al menos no hasta que Brentt despierte, lo cual, ya debería estar pasando y el que no lo haga me pone de nervios, camino de un lado a otro, contando los segundos, haciendo un recuento de lo que ha sucedido, hasta que llaman a la puerta, se abre, y enseguida entra mi madre en compañía de Zair, Brentt los mantuvo encerrado
ÉL es el verdugo y ella, la sentenciada a muerte. Nos volvemos a encontrar, le dijo ella manteniendo su distancia. No debiste volver, espetó Zair con firmeza. Ha pasado un año desde aquella noche en la que ella se acostó con Zair, el capitán de la división de crímenes del FBI, el mismo hombre que dicen se volvió sádico y cruel que le robó el corazón, ahora, los altos mandos los asignaron a una misión peligrosa, rescatar a la hija del presidente, infiltrándose en las profundidades de la selva, solo hay un problema, Zair no la quiere en el equipo y ella desea asesinarlo. ¿Podrán dejar de lado sus diferencias? Solo hay un secreto, la hija del presidente tiene su historia con Zair y está dispuesta a sacar las garras para mantenerlo a su lado.
ZAIRGotas de sudor inundan mi cuerpo cuando despierto, mi respiración se corta casi al instante en el que abro los ojos, la misma pesadilla me persigue y no puedo hacer nada en contra de ello, la misma en la que Lynette aparece asesinada frente a mis ojos, sin que pueda hacer nada, mi pecho sube y baja, un subidón de adrenalina me recorre el cuerpo, mis músculos se aprisionan y trato de recordarme que nada de eso es real. Lynette vive feliz, con su marido, y yo… solo hice cosas de las que me arrepiento, ha pasado un año desde que mi vida dio un giro, desde que tuve que dejar ir a Rina y a ella, no es mi hija, y pese a ello, la quiero, porque la críe cuando Brentt no estuvo presente. Y ahora, no solo tuve que hacer eso, sino, hacerme a la idea de que ella es solo una amiga. Lo cierto es que tuve suerte de que aún me considere un amigo, después de todo lo que pasó con Elsa, la mafia italiana, nada de esto sería posible sin que ella me diera una nueva oportunidad, me cuesta creer que