NARRADOR OMNISCIENTE La noche apenas estaba cayendo por los cielos de Italia, y quien iba ganando la guerra entre mafias era nada más y nada menos que Ulyses, quien tenía algo que Brentt amaba más que a su propia vida, un nuevo punto débil, lo que él no sabía, era que esto lo tenía planeado desde años, cuando perdió a Ariella, se prometió algo, y estaba a nada de hacerlo realidad. Lo cierto es que a él no le importaba siquiera morir, perder la vida era el peor de los casos, no le temía a la muerte, nunca lo había hecho, desde que era un niño eso le inculcaron, lo entrenaron para ser un compañero de la muerte, no para ser un cobarde que le preocupe la navaja sobre su cuello. Ulyses sabía que su final se acercaba, él tenía planeado morir, pero no sin antes hacer pagar por todo a Brentt. —Deja de pensar tanto, me das miedo. Una voz femenina que le parecía familiar, hizo que saliera de su mente oscura y viera a la mujer que seguía considerándose como la esposa de Brentt. —Elsa.
LYNETTEMe quedo atenta a lo que sigue, Brentt toma asiento y conecta la llamada mientras yo me quedo detrás del ordenador para que Ulyses no me pueda ver, los segundos pasan y poco a poco mi corazón aumenta el ritmo de sus latidos, hasta que escucho su voz. —Brentt, no te ves muy bien —se burla Ulyses y cierro los puños. —Habla, no me gusta perder el tiempo —espeta Brentt con firmeza, con la mirada fiera y con un deseo asesino que comparto con él. —Bien, iré directo al grano, quiero tu vida a cambio de la de tu hija —confiesa y me quedo quita—. Entrégate a mí, y a cambio tendrás a tu preciosa hija de vuelta. Brentt se queda callado un par de segundos antes de hablar. —¿Dónde? Ulyses de burla de nuevo. —¿Estás consciente de que no vas a regresar? —Dije, en dónde. El miedo me invade el cuerpo, quiero recuperar a mi hija, pero no de este modo, no cuando su vida está en riesgo, debe haber otra manera, supongo que en el fondo, tengo la esperanza de que tenga un plan maestro en el
LYNETTE Observo sus pequeños rostros, mis hijos están durmiendo en el sofá de espera, abrazando a una Rina soñolienta, en cuanto llagamos al hospital, ordené que me los trajeran porque no pienso separarme de ellos y de Brentt, y porque ahora sé que puedo defenderlos de cualquier peligro, yo a ellos cuatro no pienso perderlos de vista nunca, mucho menos a su padre. Han pasado las horas, ya casi amanece, el doctor que lo operó dijo que Brentt tuvo mucha suerte, ya que la bala no perforó ninguna arteria directa al corazón, el susto de mi vida pasó, en cuanto a Ulyses, dejé todo en manos de los italianos y de la orden, no pienso entrometerme más en esta organización. Al menos no hasta que Brentt despierte, lo cual, ya debería estar pasando y el que no lo haga me pone de nervios, camino de un lado a otro, contando los segundos, haciendo un recuento de lo que ha sucedido, hasta que llaman a la puerta, se abre, y enseguida entra mi madre en compañía de Zair, Brentt los mantuvo encerrado
ÉL es el verdugo y ella, la sentenciada a muerte. Nos volvemos a encontrar, le dijo ella manteniendo su distancia. No debiste volver, espetó Zair con firmeza. Ha pasado un año desde aquella noche en la que ella se acostó con Zair, el capitán de la división de crímenes del FBI, el mismo hombre que dicen se volvió sádico y cruel que le robó el corazón, ahora, los altos mandos los asignaron a una misión peligrosa, rescatar a la hija del presidente, infiltrándose en las profundidades de la selva, solo hay un problema, Zair no la quiere en el equipo y ella desea asesinarlo. ¿Podrán dejar de lado sus diferencias? Solo hay un secreto, la hija del presidente tiene su historia con Zair y está dispuesta a sacar las garras para mantenerlo a su lado.
ZAIRGotas de sudor inundan mi cuerpo cuando despierto, mi respiración se corta casi al instante en el que abro los ojos, la misma pesadilla me persigue y no puedo hacer nada en contra de ello, la misma en la que Lynette aparece asesinada frente a mis ojos, sin que pueda hacer nada, mi pecho sube y baja, un subidón de adrenalina me recorre el cuerpo, mis músculos se aprisionan y trato de recordarme que nada de eso es real. Lynette vive feliz, con su marido, y yo… solo hice cosas de las que me arrepiento, ha pasado un año desde que mi vida dio un giro, desde que tuve que dejar ir a Rina y a ella, no es mi hija, y pese a ello, la quiero, porque la críe cuando Brentt no estuvo presente. Y ahora, no solo tuve que hacer eso, sino, hacerme a la idea de que ella es solo una amiga. Lo cierto es que tuve suerte de que aún me considere un amigo, después de todo lo que pasó con Elsa, la mafia italiana, nada de esto sería posible sin que ella me diera una nueva oportunidad, me cuesta creer que
ZAIRMe niego a hacerlo, no puedo, es que simplemente no puedo, la vida me está castigando por algo que hice en el pasado, lo sé, lo siento, y ahora, no solo me estaba devolviendo el golpe, sino, que me está dando mil razones por las que niego con la cabeza y rechazo todo. —No —digo sin pensar, llamando la atención de todos. —¿Qué? —pregunta el jefe con indignación. Me pongo de pie, no me importa lo que piensen de mí, pero me niego a trabajar con Aradia, aparte de que es un error descomunal, no serviríamos de mucho estando juntos, ella me odia tanto como yo quiero mantenerla alejada de mí. Siento que el aire se acumula en mis pulmones sin que pueda hacer nada para impedir que los aplaste. —Lo siento, puedo manejar todo, pero no quiero a esa agente en mi equipo —me explico, logrando recuperar mi voz. El jefe entrecierra los ojos, nadie sabe lo que pasó, solo María, y eso es porque una noche bebí demasiado y solté la lengua, pero eso es todo, le hice prometer que no le diría nada
ARADIALos ojos de mi mejor amigo Jean, lo dice todo, no está contento con esta decisión y pienso lo mismo, yo tampoco, pero son órdenes de nuestros mayores y las tenemos que acatar, así son las cosas, no es una decisión que me tenga brincando de felicidad, en especial porque se trata de regresar al mismo lugar del que escapé y me corrieron después, todo por la culpa de un idiota. —Sabes que aún podemos escapar —bromea moviendo las cejas arriba y abajo. Sonrío al tiempo que niego con la cabeza. —Ni hablar —bromeo. —Al menos lo intenté —se encoge de hombros. Cierro mi casillero, solo será temporal, no es permanente y se siente como si me estuvieran enviando al matadero, no puedo con ello, pero me tengo que callar porque amo mi trabajo, tampoco han sido muy específicos en el tema, solo sé lo que se debe saber, que es rescatar a la hija del presidente, pese a ser de urgencia, nos tomamos este trabajo en serio, no somos simples agentes del FBI, eso solo es una fachada, la verdad es q
ARADIAMe congelo con lo que María me confirma, si bien tenía la sospecha de que me lo encontraría de vez en cuando en el cuartel, no pensé en ningún momento que él sería el jefe de la misión, el capitán, y esto es culpa del directo, él nunca lo mencionó y ahora veo por qué, me aparto de ellos sin importar lo que me dicen, me muevo entre la gente con la necesidad emergente de tomar una larga y enorme bocanada de aire. Cuando por fin salgo, alguien tira de mi cuerpo de nuevo, temo que sea Zair, pero para mi buena suerte es Jean. —¿Piensas irte sin mí? —me pregunta levantando una ceja con incredulidad. —No —susurro y miro por encima de su hombro. María discute con Zair y este tiene toda la intención de venir hacia aquí, así que tenso el cuerpo y solo espero a que todo esto acabe. —Vamos —dice Jean levantando la mano para tomar un taxi. No lo pienso dos veces, tengo mucho que procesar, sé que aunque quisiera dejar esta misión, no podría, debido a que mis cosas ya están en el cuarte