Capítulo 80
Al enterarse de que Daniel le había enviado flores, Diego se presentó en su videoconferencia con una expresión fría. A través de mil kilómetros, hizo que sus subordinados en el extranjero sintieran el peso de su frialdad e ira.

Por la mañana, llegó la niñera que había solicitado. Diego le dio algunas instrucciones y le recordó a Lola que debía descansar bien en casa antes de marcharse.

Lola, aferrada a su brazo, lo miró con tristeza:

—¿Vas a regresar esta noche para quedarte conmigo?

—Tengo que trabajar... —Diego le dio una palmadita en el dorso de la mano. Pero al ver que en los ojos de Lola se asomaban las lágrimas, añadió—. Si puedo, pasaré a cenar contigo.

—Está bien, cuídate y descansa.

—Señorita González, su novio es realmente muy bueno contigo. —comentó la niñera una vez que Diego se marchó. Lola sonrió tímidamente.

—Él siempre ha sido así conmigo.

De regreso en su habitación, Lola decidió llamar a Pablo.

—Pablo, ¿cómo va lo de que mi hermano ingrese al hospital?

—No te apresure
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