Capítulo 88
Irene recordó que antes, cuando los dos hacían esto, Diego realmente podía ofrecerle el mayor placer. Pero él siempre era interminable, atormentando a Irene hasta el punto de agotamiento. Por eso, cuando Irene hablaba de él, siempre sentía un amor y odio mezclados.

—¡Cierra la boca! —Irene lo empujó.

Viendo su enojo y vergüenza, Diego se sintió aún más en lo correcto. Mientras ellos se aferraban, escucharon golpes en la puerta. Era Estrella afuera llamando.

—Irene, ¿estás bien?

—Estoy bien. —Irene respondió en voz alta. Cuando iba a salir, Diego la agarró de nuevo.

—¿Qué estás haciendo?

—O regresas a casa ahora mismo. O te quedas quieta con mi ropa. —Diego se quitó su chaqueta y se la echó sobre los hombros.

Irene clenó los dientes, lo fulminó con la mirada, se abrazó la ropa y salió. Diego también lo hizo.

Al ver a Irene salir, Estrella se tranquilizó. Justo cuando un camarero pasó, Irene tomó una copa de jugo y le dio otra a Estrella.

—¿Señor, qué le tomará? —El camarero se inclinó l
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