Capítulo 50
—¿Ah? ¿De verdad? Diego, ¿estás bien? —Lola se sorprendió.

—Él está bien físicamente; el problema es su cabeza.

—¡Tú eres la que tiene problemas mentales! —Diego le lanzó una mirada furiosa a Irene.

Entre ellos, se lanzaban comentarios, y para Lola, parecía que eran una pareja juguetona. Ya tenía una sensación de crisis, así que miró a Irene.

—Irene, Diego está herido, ¿por qué lo haces enojar? ¿Podrías salir un momento? Yo me encargaré de él.

—No hay problema en que lo cuides, después de todo, yo tengo que pagar a la enfermera. —respondió Irene.

La insinuación era clara: Lola era una niñera gratuita. Sin esperar la respuesta de Lola, Irene continuó:

—Sin embargo, si le pasa algo, es mejor que me lo notifiques. Después de todo, si necesita firmar algún consentimiento informado, yo, como su cónyuge legal, soy quien puede decidir.

Dicho esto, y sin esperar la reacción de ninguno, Irene tomó el control de la silla de ruedas y se marchó. Diego sintió que la estaba maldiciendo, pero como su
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