Capítulo 102
—¡Fuera! —Irene levantó el pie y lo pateó.

—Irene, mi paciencia es limitada. —dijo Diego mientras agarró su tobillo.

Irene, por supuesto, sabía que toda su paciencia se la había dado a otros. Lo que le quedaba a ella era naturalmente limitado.

—Eres despreciable. ¿Usar tu fuerza para forzar a una mujer, qué es eso?

—Ya has dicho eso. —Diego la dominó con facilidad—. Es un juego de esposos, ¿cómo crees?

—Diego, antes no eras así. —Irene estaba a punto de volverse loca.

En la vida matrimonial de los dos antes, aunque también era frecuente, Diego estaba muy interesado en ese tipo de cosas, pero nunca desestimaría la voluntad de Irene.

—Tampoco eras así antes. —Diego acarició satisfecho las curvas de su cuerpo—. Era mejor cuando eran obediente como antes.

—¡Sueña en color! —Irene lo miró con los dientes apretados—. ¿Crees que no me importaría llamar a nuestro abuelo?

—Llama. —Diego incluso encontró un poco de diversión en esto—. Si quieres lastimar los sentimientos de nuestro abuelo, lláma
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