Capítulo 108
Ella se dio la vuelta y vio al hombre de rodillas en la cama, sujetando sus tobillos con ambas manos.

—¿Qué pasa, Irene? —preguntó Estrella al otro lado del teléfono.

No podía decir que el hombre la tenía atrapada, listo para lo que venía.

—No pasa nada, te llamo después. —dijo rápidamente Irene, colgando el teléfono.

Arrojó el móvil y el hombre ya se había inclinado sobre ella, su aliento caliente acariciando su cuello, provocando que su cuerpo temblara.

—¡Diego!

—Aquí estoy, no grites tanto. —La voz del hombre sonaba burlona.

—¡Suéltame! —Irene no podía moverse, estaba atrapada—. ¿Qué haces?

—¿Qué crees que hago? —dijo el hombre, deslizando su mano por su cintura.

—¡Lárgate! —Irene pataleó desesperadamente—. ¡No me toques!

—Lo hago para demostrarte que no he estado con otras mujeres. —respondió Diego—. Todo es tuyo, a los demás ni una gota.

Irene sentía que su rostro ardía, entre la ira, el calor y la vergüenza. Estaba obligada a estar boca abajo en la cama, sin posibilidad de resist
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