Capítulo 0186
Tal era la edad de un deseo insaciable que, si no lo satisfacía durante unos días, el anhelo lo devoraba.

Especialmente ahora, que Irene estaba en sus brazos. Su aroma era casi adictivo.

En el extranjero, apenas dormía unas horas al día, y en sus sueños, su alma y sus pensamientos estaban llenos de ella, enredándose en un abrazo mortal.

Diego invadió su boca con fuerza, permitiendo que su aliento la envolviera por completo.

A Irene le dolía la lengua por la intensidad de sus besos, casi sin aliento. Su cuerpo era tan débil que ni siquiera tenía fuerzas para golpearlo.

Diego se volvió más suave; su mano grande se deslizó por su ropa, resbalando hasta encontrar su lugar favorito, acariciando y apretando. Irene resistía y no podía escapar. Lo más triste era que su cuerpo aún reaccionaba al coqueteo de Diego.

La respiración de Diego era pesada; se tumbó sobre ella y se calmó antes de bajar el panel y darle una dirección al conductor.

No era para volver a la casa ancestral, sino para el lug
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