Todos estaban en silencio total, el tiempo corría y las opciones se terminaban, Aranza en este momento podría estar haciendo cualquier cosa como tipo de venganza para hacer que Mina no se pudiera recuperar jamás. Ella se había llevado su bien más preciado. En ese momento don Roberto apareció por la puerta furioso con su hijo ¿cómo era posible que él se enterara de todas las barbaridades que “su amada esposa” había hecho? Por una revista al mismo tiempo que medio mundo, cosas que ella hizo tanto en el pasado cercano como en su otra vida, porque todas las atrocidades que tenían algunos años seguramente las quería tener enterradas en el patio trasero. Roberto no iba a permitir ni un día más que esa mujer viviera debajo del cobijo de un Osuna, él tenía principios y uno de ellos era: jamás solapar delitos o aberraciones, y esa mujer las había cometido absolutamente todas. Pero al ver a todos completamente en silencio, se detuvo instantáneamente, parecía que había una masacre llevándose
Mina tenía el corazón en la mano, habían llegado al lugar en el momento justo en el cual Aranza se acercaba al barranco, ella caminó todo lo que pudo para acercarse hasta que Aranza se volteó en seco avisándola que ya la había notado ahí. Aunque Romina quería pensar que todo lo que le estaba pasando a Aranza no le dolía, realmente era una mentira, esa mujer que tanto daño le había hecho, había sido su única amiga, el único ser humano que por años la escuchó y la comprendió, la única persona que la hizo sentir amada, comprendida, escuchada, el único hombro en el cual llorar todas y cada una de las humillaciones que había recibido a lo largo de su vida, de parte de todos los demás, padre, madrastra, hermano esposo. Aranza había sido su único lazo con lo que podría parecer vagamente una amistad y por eso a pesar de todo el daño que le había hecho, la quería. Aranza estaba fuera de sí misma, su rostro era de una persona que no tenía conexión con la realidad, su sonrisa era exagerada, s
El atardecer baña a todos con una luz con tonos naranjas, y Gabriel emocionado toma a su pequeña hija en brazos y Mina lo deja no quiere interrumpirlo al tratar de tranquilizar su miedo de casi perderla, todos son testigos de la forma en que Gabriel besa y carga a la pequeña niña, con lágrimas inundando sus mejillas.Aunque era una imagen enternecedora, nadie bajó la guardia ya se la habían robado una vez y acababan de recuperarla, milagrosamente, como para distraerse con sentimentalismos.Emir y Loyola estaban haciendo seguimiento de cada uno de los movimientos de Gabriel.—Vámonos pequeña— Gabriel le susurró a su hija tranquilamente.Una mano lo detuvo al querer alejarse de las personas que estaban a su alrededor.— Gabriel, la niña se va con nosotros— Emir lo dijo de manera tranquila y nada amenazante pero con tono firme, entendía que con la adrenalina aun corriendo entre sus venas, podría considerar que todo se había reiniciado, grave error de su parte.— Pero no puede ser—La mir
Días después en los que Gabriel no había podido dormir tranquilo ninguna noche, él se presenta en la mansión Palacios para hablar muy seriamente con Romina, lo habían pasado a la misma sala en la que tiempo atrás ella había intentado revelarle la verdad pero este día era él quien necesitaba hablar con ella.—Qué bueno que viniste—Romina estaba tranquila ante la visita de Gabriel— que yo tenga la niña no significa que no la puedas ver— comenzó romina con la conversación entrando en la sala y sentándose en el sillón que tanto le gustaba.—Sí realmente la extraño mucho y por eso estoy aquí.—Claro podemos ponernos de acuerdo para que ella esté lista si quieres jugar con ella o verla.—No me entiendes— Gabriel quería ser claro y conciso, había pensado en esa idea, le había dado vueltas y era lo más lógico, esperaba que Romina lo entendiera igual que él. —Gabriela es nuestra hija Romina, tuya y mía —sentencia Gabriel— después de tanto sufrimiento ¿no te parece que sería buena idea y más p
Emir estaba nervioso, toda la noche le había dado vueltas a una decisión que no podía postergar más, ella tenía derecho de saber la verdad. Mina acababa de salir de bañarse tan hermosa como siempre y le dolía en el alma que al verla tan feliz él tuviera que decirle una verdad que muy probablemente la destruyera, pero era algo que no podía seguir ocultando. — Cariño, te ves hermosa— Le dijo Emir creyendo que tal vez esta era la última oportunidad que tenía para decirle lo que pensaba. Mina se dio cuenta de la nostalgia que tenía su amor en los ojos y la extrañó, ¿qué lo tenía tan preocupado? Tan triste, ya todo estaba bien, Ángela estaba con ellos y él le había ayudado a cuidarla en varias ocasiones. —Gracias, tú también te ves muy guapo — le dijo de manera coqueta. —Tenemos que hablar. —Indicó Emir seriamente. Mina se puso en guardia, esa frase nunca presagiaba algo bueno normalmente con Gabriel o con su padre, siempre estaba antes de un reclamo, reniego o una molestia. Quería
Mina camina en dirección de la puerta trasera para ir al patio, ese lugar que había sido testigo de muchos momentos importantes en su vida y ahora lo sería de uno más, sin que ella lo anticipara en absoluto.Debajo del árbol la estaba esperando su familia, esa que se había formado con el paso del tiempo y reforzado con lealtad y confianza, ese árbol, cubría con su sombra a todas las personas importantes en su vida, Emir, Ángela, Eve y Loyola, sin olvidarse de su pequeño amor perruno, chocolate.Mientras Mina se acercaba, Emir se ponía más nervioso tenía mucho tiempo que no se sentía tan inseguro pero ya no había vuelta atrás tenía que enfrentarse y dar el último paso.Cuando él consideró que había una distancia prudente entre ellos y Romina le gritó: llama a chocolate.El pequeño cachorro siempre hacía caso y más cuando era ella quien lo llamaba, tenían una especie de conexión muy clara, Mina comenzó a gritar:—¡Chocolate! ¡Ven chocolate!— pero el perrito parecía haberse quedado sord
Mina estaba decidida a olvidar lo que había pasado con su padre, bueno con su encuentro con Emiliano Aguirre, porque a partir de ese momento al darse media vuelta, ella había eliminado de su vida y de su conciencia cualquier tipo de relación con él y los suyos. La boda estaba casi por terminar de ser planeada, Emir se había encargado de muchos detalles, él quería ser partícipe de la planeación de un momento tan importante para ambos. Ellos estaban divirtiéndose pensando en qué tipo de máscaras podrían entregar en su fiesta para que los invitados se divirtieron un poco. —Ya Emir, compórtate debemos decidirlo para mandarlas a hacer— insistía Mina. Emir de un hombre frío, calculador y enigmático que era cuando ella lo conoció, en este punto se había transformado en un hombre feliz, cariñoso, divertido y despreocupado, era el hombre perfecto. —De verdad sería divertido verlos a todos con unas caretas de changos— Emir repitió, le gustaba la cara que ponía Mina cuándo el salía con come
El día más esperado finalmente había llegado, la mansión Palacios se volvió un absoluto caos, gente yendo y viniendo, corriendo tratando de mantener todo en orden, Mina se mantiene en su habitación, por fin se iba a casar con el hombre indicado, a contraluz ella miraba su vestido blanco, un vestido sencillo pero qué le parecía realmente hermoso.Ella emotiva y nostálgica, no pudo evitar recordar, cómo había sido su primer matrimonio, ese día Romina estaba nerviosa y expectante en su habitación, esperando a que el vestido y los peinadores llegaran, para ella como para cualquier mujer, ese momento debía ser algo muy especial, la hora de la boda estaba llegando y ella no tenía la más mínima idea de qué iba a suceder.Rebeca había entrado a su habitación con cara de suficiencia diciéndole:—Aún no te cambias ¿por qué sigues en bata? el tiempo está en contra ¡apúrate!— Gritó ella tronando los dedos con impaciencia.—Pero aún no tengo el vestido, no han venido a peinarme, no me han maquil